Homosexualidad 1era. Parte

MIERCOLES 03 DE FEBRERO DE 2010

Mensaje de luis y belkis, matrimonio catolico de argentina


La enseñanza de la iglesia católica sobre la homosexualidad (fuente aciprensa.com

La Iglesia Católica, reflexionando a la luz de la Palabra de Dios y de la recta razón bajo la guía del Espíritu Santo, siempre ha enseñado que el acto homosexual es un pecado objetivamente grave. La Congregación para la Doctrina de la Fe declaró en 1975:
"Según el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos privados de su regla esencial e indispensable. En las Sagradas Escrituras están condenados como graves depravaciones e incluso presentados como la triste consecuencia de una repulsa de Dios".

La Iglesia, sin embargo, distingue entre la maldad objetiva de la actividad homosexual y la responsabilidad subjetiva de quien la realiza. En esa misma declaración del 75 se nos enseña que: "Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen de esta anomalía son del todo responsables, personalmente, de sus manifestaciones; pero atestigua que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y que no pueden recibir aprobación en ningún caso" 2. Esto no quiere decir que las personas que practican estos actos siempre sean subjetivamente excusables, sino que a veces la ignorancia, el abuso de otras personas, las influencias ambientales muy fuertes, etc., pueden conducirlas a realizar actos no totalmente libres. Sin embargo, tales actos son gravemente malos en sí mismos, pues ofenden a Dios y van en contra del bien auténtico de la persona humana

La Iglesia también distingue entre la inclinación homosexual (u homosexualidad) y la actividad homosexual (u homosexualismo), enseñando que la primera no es pecado en sí misma, aunque inclina a actos que sí lo son. Comentando sobre su declaración del 75, la Congregación, en 1986, en una carta a los obispos sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, expresó lo siguiente: "...la Congregación tenía en cuenta la distinción comúnmente hecha entre condición o tendencia homosexual y actos homosexuales...Sin embargo, en la discusión que siguió a la publicación de la Declaración, se propusieron unas interpretaciones excesivamente benévolas de la condición homosexual misma, hasta el punto de que alguno se atrevió incluso a definirla indiferente o, sin más, buena. Es necesario precisar, por el contrario, que la particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada"

La Iglesia, siguiendo el ejemplo y la enseñanza del mismo Cristo, hace una tercera distinción: la de condenar al pecado, pero tratar con misericordia al pecador. Por eso la Declaración del 75 expresó: "Indudablemente, estas personas homosexuales, deben ser acogidas, en la acción pastoral, con comprensión y deben ser sostenidas en la esperanza de superar sus dificultades personales y su inadaptación social.

También su culpabilidad debe ser juzgada con prudencia"


4. Sin embargo, dicha atención pastoral no debe degenerar en una aceptación de la actividad homosexual como algo no reprobable. Por eso la carta del 86 puntualizó: "Quienes se encuentran en esta condición deben, por tanto, ser objeto de una particular atención pastoral, para que no lleguen a creer que la realización concreta de tal tendencia en las relaciones homosexuales es una opción moralmente aceptable"

5.Coherente con esta actitud de condenación de la actividad homosexual, pero de amor y comprensión hacia las personas homosexuales, la enseñanza de la Iglesia también condena todo tipo de violencia o agresión hacia estas personas: "Es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas. Tales comportamientos merecen la condena de los Pastores de la Iglesia, dondequiera que se verifiquen"

El 23 de julio de 1992, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó una serie de consideraciones sobre proposiciones de ley en algunos estados de los EE.UU. y en otros países, que harían ilegal la discriminación en base a la "orientación sexual". Es decir, que les concederían a los homosexuales ciertos "derechos", como el de contratos de alquiler de viviendas a parejas homosexuales, el adoptar niños, el ser contratados como maestros en escuelas para cualquier edad, etc. Sobre este punto la Iglesia enseña que: "Las personas homosexuales, como seres humanos, tienen los mismos derechos de toda persona, incluyendo el no ser tratados de una manera que ofenda su dignidad personal. Entre otros derechos, toda persona tiene el derecho al trabajo, a la vivienda, etc.

Pero estos derechos no son absolutos; pueden ser limitados legítimamente ante desórdenes externos de conducta...Existen áreas en las que no es una discriminación injusta tener en cuenta la inclinación sexual, por ejemplo en la adopción o el cuidado de niños, en empleos como el de maestros o entrenadores de deportes y en el reclutamiento militar...`La orientación sexual' no constituye una cualidad comparable a la raza, el grupo étnico, etc., con respecto a la no discriminación. A diferencia de éstas, la orientación homosexual es un desorden objetivo"


En conclusión
Parte primordial de nuestra responsabilidad en esta batalla es orar por las personas homosexuales. En realidad nuestra batalla no es contra ellas, sino contra las fuerzas del mal del "Príncipe de las Tinieblas", quien busca destruirnos (Efesios 6:10-13). La batalla es contra el pecado y la ideología que estos grupos promueven. Se trata de una lucha espiritual que requiere mucha oración y sacrificio, sobre todo la Eucaristía, la adoración al Santísimo y el rezo del Santo Rosario para los católicos. Todos los cristianos debemos unirnos en oración por la conversión y salvación de los homosexuales y de nuestra nación y actuar para impedir que este mal continúe extendiéndose. "Si mi pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla, orando y buscando mi rostro, y se vuelve de sus malos caminos, yo le oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra" (2 Crónicas 7:14)

¿Qué es la homosexualidad?
¿Es una enfermedad?
¿El homosexual nace o se hace?
Origen de la homosexualidad
La homosexualidad se puede curar
Cómo ayudar al homosexual
Testimonios
¿Qué enseña la Iglesia sobre la homosexualidad?
¿Son idóneos los homosexuales para adoptar hijos?
Enlaces relacionados

¿Qué es la homosexualidad?

Homosexualidad es la atracción sexual hacia personas del propio sexo. En cromosomas, hormonas sexuales y constitución física los homosexuales son normales. Hubo un tiempo, el de Freud, en que se pensó que se debía a factores hereditarios, pero esta hipótesis hoy ha sido científicamente desechada. Los homosexuales son biológicamente normales, lo que no es normal es el ejercicio de la homosexualidad.
Es de advertir que el homosexual tiene instintos heterosexuales; lo que ocurre es que se le bloquean por alguna razón, que puede ser un complejo de inferioridad. Quienes de verdad se empeñan en luchar contra ese complejo, aun en casos de transexualidad, en uno o dos años acaban con sus obsesiones. Para dar la impresión de normalidad, hay quien asegura que quizá uno de cada cinco hombres tiene «tendencias» homosexuales, pero las estadísticas lo desmienten y ponen de manifiesto que en realidad no pasan de un uno o dos por ciento
El movimiento mundial para la emancipación de los homosexuales trata de eludir cuestiones fundamentales, se sirve de medias verdades y de falsedades totales y maneja el concepto de discriminación para suscitar compasión. Hace del homosexual una víctima.

UNA CAUSA: LA FALTA DE MADUREZ

En la pubertad, puede tratarse de un fenómeno transitorio. Hay casos en que la homosexualidad arraiga en los primeros años de juventud. Este hecho ha llevado a algunos a pensar que no tiene sentido procurar desarraigarla. La teoría más en boga es que la homosexualidad se basa en una perturbación del llamado «sentido de identidad sexual». La realidad demuestra que los homosexuales están afectados no sólo en su faceta sexual, sino en todo su mundo emotivo.

Su vida emotiva coincide mucho, por ejemplo, con la de tipo ansioso, compulsivo o depresivo, caracterizada por depresiones, nerviosismo, problemas relacionales y psicosomáticos. No son capaces, en determinados aspectos de su vida emotiva, de madurar y de ser adultos y, pese a querer aparentar jovialidad y alegría no son felices interiormente. La causa no está en la discriminación de la que se quiere acusar a la sociedad que les haría «víctimas» de ella, sino en fuerzas que actúan en el interior mismo de los interesados (...).
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¿SE PUEDE CURAR LA HOMOSEXUALIDAD?

Mucha gente no sabe que la génesis psíquica de esta condición sexual carece en absoluto de misterio y que su terapia es posible. El método que he utilizado consta de dos partes: la primera consiste en hacer adquirir al interesado una visión clara de la propia identidad y de su propio mundo afectivo; la segunda, en afrontar esa situación. Llevamos a las personas a reírse de sí mismas (el humorismo puede ser muy saludable) y a la adquisición de hábitos positivos: valentía, honestidad consigo mismo, autodisciplina, capacidad de amar a los demás; así, hasta lograr que el homosexual pierda sus hábitos neuroinfantiles.

Es esencial neutralizar la autoconmiseración crónica. Es obligado decir que:

- En un treinta por ciento de los casos, la curación es completa: acaban desarrollando actitudes y hábitos sexuales normales y afectivos y una vida emotiva adulta. Por supuesto, una curación sólo sexual no sería una curación completa.

- Otro treinta por ciento de personas cambia más o menos gradualmente, pierde sus obsesiones homosexuales y asume una actitud emotiva nueva, aunque no lo suficiente para poder hablar de curación completa.

Hay otros que progresan con extremada lentitud por su estado neurótico grave, pero también éstos, si son ayudados por una asistencia y un tratamiento constructivos, adquieren fuerza y coraje y poco a poco van perdiendo sus depresiones, nerviosismos y ansiedades.

RESPONSABILIDAD DE LOS EDUCADORES

Los complejos homosexuales se pueden evitar educando a un muchacho como muchacho y a una chica como tales. No se pueden intercambiar y mezclar las cosas. Una total identificación, la total identidad de roles que quiere cierto feminismo exacerbado es absurda. Los sacerdotes y educadores tienen un papel importantísimo cuando aportan al crecimiento psicológico una contribución mucho mayor de la que a veces son conscientes. Cuidado con creer que todo «amor» es bueno; hay formas de amor compasivas y neuróticas que revelan una personalidad dividida en sí misma y que necesitan una guía moral firme y segura. Los pacientes que viven su fe de manera positiva tienen las mayores esperanzas de un cambio radical en su homosexualidad: ésta es mi experiencia de años.

El problema de la homosexualidad es presentado en una injustificada atmósfera de fatalismo. La homosexualidad sigue siendo vista por la mayoría de la gente a la luz de prejuicios e ideas preconcebidas, infundadas y superadas de las que, por desgracia, no están ausentes profesionales (médicos, sociólogos, psicólogos, sacerdotes, periodistas). Si a ello añadimos la falta de puesta al día de la Psiquiatría y de la Psicología, se crea una situación de la que se aprovecha la estrategia de la emancipación de homosexuales militantes, flanqueada por el «establishment progre» occidental que pretende hacer creer que la homosexualidad es una variante normal de la sexualidad humana, que homosexual se nace y que no se puede cambiar. A todos ellos no les vendría mal una mejor información.

LA FALACIA DE LA RESIGNAClÓN

Los responsables mejoran poco a poco las situaciones concretas. Hay directores espirituales que animan correctamente a los homosexuales a vivir la castidad y el dominio de sí mismos, pero de hecho consideran que es imposible desarraigarla. Es muy equivocada la actitud de no pocos hombres de Iglesia que, de buena fe, pero víctimas probablemente de la escasa difusión de las experiencias terapéuticas, consideran que el mejor modo de ayudar a los homosexuales es enseñarles la resignación y la aceptación del sacrificio que supone su situación, en lugar de animarles y ayudarles a salir de ella, con paciencia y perseverancia.

Además de ignorancia, demuestran ingenuidad, ya que es dificilísimo, por no decir imposible, convivir con las propias tendencias homosexuales sin dejarse arrastrar por ellas. El camino de la curación de los homosexuales no pasa por la compasión y mucho menos por la aceptación de su situación como «normal».

Es impresionante y doloroso constatar cuántos médicos, terapeutas, sacerdotes, psicólogos ignoran el deseo de cambiar que tienen muchas personas con tendencias homosexuales. La afectividad desviada no es más que un aspecto de una personalidad inmadura. La terapia debe apuntar a enseñar al paciente a reconocer y combatir toda una gama de expresiones de ego-centrismo infantil, de temores, complejos de inferioridad, reacciones consolatorias, afectaciones y autocompasiones.

En la esfera afectiva crecemos cuanto mayor es la confianza en nosotros mismos como hombres o como mujeres con plenitud y felicidad.

Un psiquiatra holandés que militaba en el movimiento de emancipación homosexual cuenta la curación de una lesbiana gracias a un sacerdote dotado de buen sentido psicológico, que le dijo: «¡Si es que tú te has quedado en cuando eras una niña...! ». Su proceso de cambio duró un tiempo, pero acabó reconociendo ante el psiquiatra que su problema había desaparecido «como una pierna amputada, que no vuelve».

Revista Mundo Cristiano
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«Yo sé que el cambio es posible»

Richard Cohen


QUE ENSEÑA LA IGLESIA CATOLICA
¿Cómo describiría la homosexualidad? ¿Es una enfermedad?

Las atracciones hacia las personas del mismo sexo son siempre el resultado de dos cosas: heridas que permanecen sin sanar desde la infancia; y necesidades de amor insatisfechas. Dentro del corazón del adolescente o del hombre que experimenta una atracción sexual hacia sus compañeros varones, se encuentra un niño que anhela el amor de su padre y/o el amor de sus compañeros de su mismo sexo. En muchas ocasiones, cuando eran niños, tuvieron una gran proximidad con sus madres e interiorizaron un gran sentido de la feminidad, desvinculándose de su padre y de la masculinidad que él representaba. En el caso de una chica, puede darse una gran cercanía con su padre y una interiorización de su masculinidad. En muchos casos, mujeres que sienten atracción sexual hacia otras mujeres padecieron abusos sexuales por parte de hombres, lo que provocó una vuelta inconsciente hacia las mujeres en busca de sus necesidades afectivas.

Entonces, ¿es posible el cambio? ¿Un homosexual puede convertirse en heterosexual?

Nadie nace con una atracción sexual congénita hacia las personas de su mismo sexo; por lo tanto, el cambio desde la homosexualidad hacia la heterosexualidad es posible. Yo mismo he realizado ese cambio, y después, siendo terapeuta, he ayudado a cientos de hombres y de mujeres a hacer lo mismo. Ahora viven felices. Yo estoy felizmente casado desde hace 22 años, y mi mujer y yo tenemos tres hermosos hijos. Sé que el cambio es posible. Una vez que se atacan las causas profundas de este tipo de atracciones y se curan las heridas latentes, la persona comienza a experimentar sentimientos hacia el otro sexo. ¡Los hombres y las mujeres encajan magníficamente entre ellos! Todos hemos sido hechos heterosexuales. Ésa es la verdad.

En su libro, usted habla de las causas profundas de la homosexualidad, principalmente en la infancia. Pero, ¿se puede llegar a la homosexualidad como resultado de un comportamiento moral desordenado? En ese caso, ¿qué tipo de tratamiento sería necesario, moral, psicológico...?

Estas atracciones homosexuales suceden, básicamente, por una falta de vinculación emocional entre el niño y el padre, o entre la niña y la madre. También suele existir una falta de sintonía entre el niño y sus compañeros de su mismo sexo. Los sentimientos homosexuales se manifiestan en la adolescencia porque no se completaron algunas etapas básicas del desarrollo personal en la primera infancia. Estas necesidades emocionales se vuelven sexualmente explícitas o erotizadas en la pubertad. Pero la base siempre es una falta de vinculación emocional. La conducta homosexual es una defensa psicológica frente al dolor.

Hoy, muchos jóvenes piensan que está bien, que mola experimentar con la sexualidad. Algunos de ellos puede que se adentren en actividades homosexuales sólo por ver qué se siente. En general, suelen evolucionar hacia relaciones heterosexuales satisfactorias.

Defensa frente al sufrimiento
Exactamente, ¿qué quiere decir con sanar la homosexualidad?

Sanar quiere decir afrontar las causas subyacentes de esas atracciones sexuales. En realidad, los deseos homosexuales son una forma en la que el inconsciente reclama la atención de un sujeto. Esos deseos representan un mensaje de su propio interior, que le está diciendo: Ayúdame. Siento un gran sufrimiento, por favor, escúchame y sáname. Es muy triste que la cultura actual aliente el estilo de vida homosexual, ya que todo comportamiento de ese tipo, en realidad, es una máscara que encubre heridas emocionales y un gran dolor. Al apoyar la homosexualidad, esta sociedad está traicionando a todos estos hombres y mujeres. Les estamos condenando a una cadena perpetua de luchas interiores. Aun así, existe la libertad para salir de la homosexualidad.

¿Qué consejo le daría usted a alguien que esté confundido acerca de su propia sexualidad?

Cualquiera que descubra en sí sentimientos homosexuales debe saber que no está solo. Otros miles de personas han logrado con éxito pasar por este proceso y volver a la normalidad. Puede consultar la página web http://www.pathinfo.org/ y descubrirá que hay muchas organizaciones por todo el mundo que ayudan a la gente a sanar la homosexualidad.
Yo también tengo un centro y una página web (http://www.comingoutstraight.com/), en la que también se explica esta esperanzadora verdad.

Nadie es una mala persona por experimentar atracción sexual hacia los de su mismo sexo. Estos deseos manifiestan un corazón herido que necesita curarse. Nunca debemos discriminar o perseguir a una persona que tiene estos sentimientos. Al contrario, hemos de abrazar a estos hombres y mujeres con el amor de Dios. Los hombres necesitan abrazar a otros hombres que luchan con sus atracciones homosexuales, y las mujeres deben también abrazar a las mujeres que tienen la misma lucha. Sólo hay que recordar que dentro de toda persona que siente atracciones homosexuales hay un niño o una niña pequeña en busca del amor de su padre o de su madre. Amémoslos como Cristo los ama.


Comprender y sanar la homosexualidad
(ed.LibrosLibres)

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¿El homosexual nace o se hace?

Uno de los argumentos que utilizan los activistas homosexuales es el de alegar que la inclinación homosexual es algo innato y que, por lo tanto, la actividad homosexual es un "derecho humano" que la sociedad debe respetar. Sin embargo, los estudios realizados en torno al tema no demuestran con suficiente claridad que la homosexualidad tenga un origen genético, hormonal, neurológico o cerebral. A lo sumo, las conclusiones de los poquísimos estudios que alegan tales causas se apoyan sobre evidencias muy débiles. En 1992 se llevó a cabo un estudio sobre la homosexualidad, fruto de más de 30 horas de investigación. En dicha investigación, llevada a cabo por computadoras, se estudiaron más de 3,400 artículos publicados desde 1975 hasta ese año en búsqueda de las causas biológicas, genéticas y hormonales de la homosexualidad. Solamente en dos de esos artículos, ambos muy especulativos, se intentaba identificar la causa de la homosexualidad como algo de índole genético, biológico, hormonal o neurológico.

En 1991 el Dr. Simon Le Vay, que se declaró homosexual, publicó un estudio en la revista Science en el cual mostraba diferencias en los cerebros de hombres homosexuales y heterosexuales. Sin embargo, dicho estudio adolecía de ciertos fallos importantes. En primer lugar, Le Vay utilizó solamente 41 cadáveres en su estudio, una muestra muy pequeña para una investigación científica de esta índole. En segundo lugar, todos los homosexuales del grupo estudiado habían muerto de SIDA o de complicaciones relacionadas con esta enfermedad, la cual puede afectar el tejido cerebral. Más aún, Le Vay no estaba seguro si el resto del grupo era de verdad heterosexual, sino que asumía que lo era. El estudio de Le Vay mostró tan poca seriedad científica que hasta algunos activistas homosexuales lo han criticado. Sin embargo, los medios de comunicación le hicieron una gran propaganda.

En otro estudio, los doctores Allen y Gorski de laUniversidad de California en los Angeles también alegaron una supuesta conexión entre el homosexualismo y la estructura cerebral. Sin embargo, admitieron que un porcentaje significativo de los cerebros analizados pertenecían a víctimas de SIDA, enfermedad que puede afectar el tejido cerebral.

En relación a otro estudio parecido, "algunos investigadores advirtieron que se conoce tan poco sobre el funcionamiento del cerebro de los animales más desarrollados, que asignar una función o un significado a ligeras discrepancias en características anatómicas es una simplificación extrema".

Otra investigación, conducida por los científicos Bailey y Pillard, intentó mostrar el origen genético del homosexualismo por medio del estudio de mellizos homosexuales. Pero como ha señalado Ann Fausto Stirling, bióloga de la Brown University: "Para que estudios como éste tengan sentido, habría que estudiar a mellizos que han sido criados aparte. Se trata de una mala interpretación genética." Es obvio que los mellizos que son criados en el mismo hogar pueden tener las mismas experiencias familiares y ambientales y no sólo los mismos genes.

La revista Time publicó un artículo sobre un estudio publicado en la revista Science, en el cual se alegaba que el origen de la homosexualidad se encuentra en el cromosoma X (el cromosoma proveniente de la madre). Los investigadores estudiaron 40 parejas de hermanos homosexuales y encontraron que 33 de ellas compartían 5 diferentes trozos de material genético agrupados alrededor de un área particular del cromosoma X. Pero, en el mismo artículo se admite que, antes que las conclusiones sean aceptadas como definitivas, se necesita repetir este tipo de investigación. Además, el mismo artículo señala que los investigadores admiten que su "descubrimiento" no puede explicar otros tipos de homosexualidad masculina que existen. Por último, dichos investigadores también admiten que, en los casos estudiados por ellos, el material genético en cuestión puede simplemente estar asociado a la homosexualidad en vez de ser su causa directa.

Los bien conocidos terapeutas, Masters y Johnson, afirmaron en su libro Human Sexuality (pp. 319-320), que "la teoría genética de la homosexualidad ha sido en general descartada hoy en día" y que "a pesar del interés en posibles mecanismos hormonales en el origen de la homosexualidad, ningún científico serio hoy sugiere que pueda existir una simple relación de causa y efecto".

Sin embargo, gran parte de la comunidad científica se ha convertido en aliada de los homosexuales militantes, hasta el punto de que la Asociación de Psicología del Estado de Washington ha llegado a oponerse a la terapia que busca cambiar la orientación omosexual en heterosexual. Esta asociación alega, aún habiendo pruebas de lo contrario, que no hay evidencia de que la orientación homosexual se pueda cambiar aunque fuese deseable hacerlo, y se opone a tal terapia de conversión porque "refuerza el negativismo social hacia la homosexualidad". Esta desafortunada claudicación de una parte de la comunidad científica ante la presión política pro homosexual no es nueva. Ya en 1973, la Asociación de Psiquiatría de EE.UU. había retirado la homosexualidad de la lista de los desórdenes de su Manual de diagnósticos bajo la presión de activistas homosexuales, aunque no llegó a decir que era normal, como la heterosexualidad.

En conclusión, la evidencia científica no ha demostrado que la homosexualidad sea el resultado directo de causas biológicas, genéticas o neuro hormonales. Lo más que se puede decir es que pudiera existir alguna base genética, hormonal, neurológica o cerebral que predispone a la homosexualidad. Esta pudiera inclinar a unas personas más que a otras al homosexualismo, pero no obligarlas a practicarlo. Los estudios contemporáneos han mostrado que el alcoholismo puede tener una base orgánica que predispone a unas personas más que a otras a ese problema. Sin embargo, sabemos que las personas afectadas son libres de buscar ayuda y curarse. John Schlafly, al reconocer que era homosexual, declaró que "la inclinación [homosexual] no es algo que la persona escoge, pero todos sí tenemos la opción de qué hacer con respecto a tal inclinación". Además, suponiendo que hubiese alguna base genética, biológica u hormonal en la inclinación o comportamiento homosexual, eso no justifica un comportamiento que, como veremos a continuación, es de por sí dañino para el ser humano y para la sociedad.

Una de las maneras de percibir la maldad intrínseca de un tipo de comportamiento es constatando las consecuencias negativas que dicho comportamiento tiene para la salud mental o física. Casi siempre un comportamiento inherentemente malo tiene consecuencias negativas, debido a su desviación del uso correcto de las funciones naturales. Tal es el caso del homosexualismo.

Lo que hemos acabado de afirmar se demuestra obervando las consecuencias de las relaciones sexuales anales, las cuales son típicas del homosexualismo en casi un 90% de los casos. Durante las relaciones heterosexuales el esperma normalmente no puede penetrar las paredes interiores de la vagina, ya que ésta está protegida por una mucosa especial para que los virus no penetren, además de que tiene múltiples capas. El recto, por el contrario, tiene sólo una célula de espesor y, además, por estar destinado a asimilar los últimos alimentos útiles, contiene vasos linfáticos extremadamente desarrollados, que reabsorben casi todo (incluso los medicamentos y los virus). Esta disposición no es peligrosa porque este conducto normalmente no se abre excepto para descargar su contenido sin dejar entrar nada. Sin embargo, cuando se hace un uso anti natural del mismo se le abre la puerta a muchos virus que normalmente no tendrían casi oportunidad de éxito. Esto se debe a que el esperma penetra fácilmente la pared del recto, rompiéndola o magullándola y produciendo daños inmunológicos. Esta práctica comúnmente produce entre los homosexuales, además de trauma en el recto, un gran intercambio de fluidos del cuerpo con un acceso casi directo de sustancias infecciosas al torrente sanguíneo. Debido a todo esto, las relaciones sexuales anales y otras prácticas (que por pudor no mencionamos aquí), son las formas de contacto sexual más eficientes de contagiar ciertos tipos de hepatitis, SIDA, sífilis y una serie de enfermedades que se trasmiten a través de la sangre. No es extraño que aún antes de la aparición del SIDA ya el 90% de los hombres homosexuales promiscuos estaban infectados de Hepatitis B y de otras enfermedades.

Además, muchas de estas prácticas insalubres ocurren en sitios extremadamente anti higiénicos, como baños o espectáculos pornográficos. Y como cada año hasta el 25% de los homosexuales viaja a otro país, este dañino intercambio de gérmenes se produce en muchas partes del mundo.

Otro factor que agrava la trasmisión del SIDA y de otras enfermedades por contacto homosexual, es el número elevado de diferentes compañeros (aún anónimos) que tienen los homosexuales. Los estudios al respecto informan que el 43% de los hombres homosexuales admiten haber tenido relaciones sexuales con 500 hombres; el 28% con más de 1000 y los casi "monógamos" con 10 ó menos en toda su vida. La anomalía psicológica y la esterilidad de las relaciones homosexuales, caracterizadas por el autocentrismo y la búsqueda del placer sin responsabilidad, hacen que la "monogamia" entre homosexuales o lesbianas sea casi imposible.

Si bien es cierto que los casos de SIDA están aumentando con más rapidez últimamente entre los heterosexuales, hay que tomar en cuenta que los factores biológicos y sociales relacionados con el homosexualismo crearon un contexto ideal, en EE.UU. y en otros países del primer mundo, para la trasmisión del SIDA hacia el sector heterosexual de la población. Una vez que el grupo de más riesgo (los homosexuales promiscuos), alcanzó su punto de saturación (un gran número de sus miembros ya están infectados y continúan siendo promiscuos entre ellos), una ola de infección contaminó a otros grupos de menor riesgo a través de hombres bisexuales y del uso intravenoso de drogas. Sin embargo, la población homosexual sigue siendo el grupo con mayor víctimas de SIDA en esos países. En 1992, el 83% de los casos de SIDA en hombres blancos de los EE.UU., tuvieron lugar entre los homosexuales y en Europa los hombres homosexuales constituyen más del 85% de todos los casos de SIDA.

Las consecuencias negativas, tanto físicas como mentales, del estilo de vida de los homosexuales y las lesbianas, han dado como resultado un promedio de longevidad bastante más bajo que el resto de la población. Esto se debe no sólo al SIDA, sino a que los ataques al corazón, el cáncer, las fallas hepáticas y otras enfermedades y peligros (como el suicidio y los accidentes), son bastante más frecuentes entre ellos. Comparados con los heterosexuales, los homosexuales tienen 8 veces más propensión a contraer hepatitis; 14 veces más la sífilis y 5,000 veces más el SIDA. En efecto, un estudio reciente ha mostrado que menos del 2% de los homosexuales alcanzan los 65 años de edad. En cambio, en el resto de la población masculina la edad promedio para morir de un hombre casado era de 75 años y el 80% viven más de 65 años. Para los hombres solteros o divorciados la edad promedio era de 57 y el 32% alcanzó una edad mayor. Entre las lesbianas que murieron, la edad promedio era de 45 años y sólo el 26% murió de edad avanzada. En cambio, en el resto de la población femenina la edad promedio de muerte para las mujeres casadas era de 79 y el 85% alcanzó los 65 años. Para las mujeres solteras o divorciadas, la edad promedio de muerte fue 71 y el 60% alcanzó una edad mayor. El examen de la distribución por edades de los homosexuales en las publicaciones científicas, desde 1858 hasta 1992, sugiere un patrón similar de longevidad.

El mito del 10%
Otra de las tácticas que usan los grupos de homosexuales es la de proclamar la falsedad de que ellos constituyen el 10% de toda la población. Esta inflada cifra fue "descubierta" por el investigador Kinsey, cuyos estudios han sido ampliamente refutados por varios científicos serios. En efecto, más del 25% de las personas investigadas por Kinsey ejercían la prostitución o provenían de cárceles, instituciones mentales o bares de homosexuales. Esta cifra tan alta de hombres con un historial de desviaciones sexuales, fraudulentamente afectó los resultados de la investigación de Kinsey (además se ha llegado a saber que Kinsey realizó experimentos éticamente perversos en 317 niños, entre los 2 meses y los 15 años de edad, por medio de un grupo de observadores "técnicamente entrenados"). Por el contrario, la mayoría de los investigadores serios hoy en día están de acuerdo en que sólo el 2.5% de la población podría ser homosexual.

El homosexualismo militante y su plan de acción
Ya hemos señalado algunas de las falsedades empleadas por los grupos homosexuales como tácticas para promover su plan de acción. Queda todavía por describir, siquiera a grandes rasgos, la fuerte campaña que estos grupos están llevando a cabo en los medios de comunicación, en el gobierno, en las leyes y hasta en el mismo sistema de educación de los EE.UU. Es importante darse cuenta de que los grupos homosexuales están muy bien organizados a nivel estatal y ejercen una influencia política muy fuerte también a nivel nacional. Esta feroz actividad militante es posible debido a que son capaces de recaudar millones de dólares anualmente para actividades políticas y al apoyo que reciben de los medios de comunicación.

El 25 de abril de 1993 el movimiento homosexual llevó a cabo una marcha de "orgullo homosexual" en Washington (ya han tenido lugar otras marchas como ésta en otros lugares del país). Durante esa manifestación miles de "parejas" de homosexuales y lesbianas contrajeron "matrimonio" con la ayuda del "Reverendo" Troy Perry, quien fundó una iglesia para homosexuales (como él), que tiene "sacramentos" y se ha extendido desde California a todo EE.UU. y a 15 países, incluyendo Méjico, Perú y la Argentina. Las cámaras de televisión del Club 700 (un grupo cristiano) captaron durante este desfile escenas inmorales, que la mayoría de la prensa norteamericana pasó por alto, fué en plena vía pública. Participaron también cientos de sadomasoquistas y transexuales.

Durante la marcha, los activistas en pro del homosexualismo dieron a conocer 7 demandas generales, en torno a las cuales se agrupan otras 55 demandas específicas. La primera demanda exige que se deroguen todas las leyes que prohíben la sodomía y que se legalice todo tipo de perversión sexual. Uno de los participantes lo expresó así: "..buscamos cambiar las leyes sobre la sodomía para poder mostrar nuestra sexualidad en público". Esta demanda implicaría el cambiar las leyes sobre el consentimiento para permitir las relaciones sexuales con menores de edad. También se derogarían las leyes sobre el vestir, permitiendo así todo tipo de vestimenta o ausencia de ella.

La segunda demanda incluye el usar dinero de los impuestos para pagar operaciones de cambio de sexo. La tercera demanda exige la legalización de "matrimonios" de miembros del mismo sexo y la adopción de niños por parte de parejas homosexuales.

La cuarta demanda requiere la plena participación de lesbianas, homosexuales, bisexuales y transexuales en programas de educación, de guarderías infantiles y de orientación escolar. Nos podemos imaginar el posible impacto legal de esto en las escuelas y guarderías católicas o de otras iglesias o grupos religiosos. ¿Obligarán a las iglesias, bajo pena de demanda judicial, a contratar homosexuales declarados como maestros, entrenadores de deportes, étc.?

La quinta demanda requiere que los anticonceptivos y el aborto estén a la disposición de toda persona, no importa la edad.

La sexta demanda exige que se utilice dinero de los impuestos para pagar la inseminación artificial de lesbianas y bisexuales y prohíbe que se expresen preocupaciones acerca de la homosexualidad que estén basadas en la religión.

La séptima demanda exige que organizaciones como los Boy Scouts acepten a homosexuales como directores de patrulla.

Estas exigencias son parte de los objetivos de los grupos homosexuales, los cuales quieren que se acepte el homosexualismo como un "derecho humano" más y que se proteja esta conducta en todos los estados, comenzando con las ciudades, hasta alcanzar el nivel nacional.

Por ejemplo, la ciudad de Miami Beach (Estado de la Florida), aprobó una ordenanza condenando la discriminación debido a la "preferencia sexual", como le llaman al homosexualismo. De hecho, las demandas mencionadas son parte de un proyecto de ley federal sobre "derechos" civiles lésbicos y homosexuales que los grupos homosexuales han logrado introducir en el congreso de EE.UU. En 1993 estos grupos ya contaban con más de cien auspiciadores de ese proyecto, incluyendo uno de sus principales promotores, el Senador Edward Kennedy, del Estado de Massachusetts. Según Gary Bauer, de la organización cristiana Family Research Council ("Consejo de Investigación sobre la Familia"), "la batalla consiste en llevar el homosexualismo a la misma categoría social y moral de la familia heterosexual".

En escuelas públicas y privadas se han introducido cursos y programas de educación sexual, comenzando desde preescolar y kindergarten, que presentan el homosexualismo a niños y adolescentes como una opción más, un "estilo de vida" o una "preferencia sexual". Este es precisamente el objetivo de uno de estos programas, llamado Proyect 10 ("El proyecto 10"), cuya fundadora es Virginia Uribe, una lesbiana maestra de escuela. La Asociación Nacional de Educación de EE.UU. le dió un premio a Uribe por su "liderazgo creativo en pro de los derechos humanos".

Es alarmante saber que en estos cursos y en las bibliotecas de las escuelas se utilizan libros como Heather Has Two Mommys ("Heather tiene dos mamás") y Daddy's Roommate ("El compañero de cuarto de papá"), sin que lo sepan los padres. Además, ya se está haciendo disponible un libro de juegos para niños que trata sobre la sexualidad y que da instrucciones específicas sobre varios métodos de masturbación. En las escuelas públicas de Nueva York, el superintendente Joseph Fernández, introdujo un curso de este tipo. La rápida intervención del Cardenal John O'Connor y de muchos padres (especialmente los hispanos), logró que se retirara este programa y se despidiera a su promotor, el Sr. Fernández.

Durante los últimos años, ciertas organizaciones homosexuales se han unido a organizaciones proabortistas como la Federación de Planificación de la Familia de EE.UU. (Planned Parenthood Federation of America) o Paternidad Planificada y a otras organizaciones para pedir que se ofrezca una educación sexual más extensa. En dicha educación sexual se incluye la "educación sobre el SIDA", otro tema que aprovechan los activistas homosexuales para promover su estilo de vida en las escuelas, universidades y medios de comunicación. En toda esta campaña pro homosexual a través de la educación, estos grupos buscan pasar por alto la autoridad de los padres y el derecho de éstos a ser los primeros y principales responsables en la educación, sobre todo moral, de sus hijos.

También en varias de las universidades más prominentes ya se han introducido cursos, congresos y hasta se han creado centros de estudio sobre homosexualismo y lesbianismo, presentándolos como "estilos de vida" tan perfectamente aceptables como el heterosexual.

Otra de las tácticas que utilizan estos grupos homosexuales es la de tildar a todos los que se oponen a su ideología de "homofóbicos", de esta manera buscan ridiculizar a sus oponentes para así cambiar la opinión pública. Este término ha sido utilizado también por los medios de comunicación, los cuales se han aliado al movimiento en pro del homosexualismo, tergiversando u ocultando la verdad sobre este dañino e inmoral estilo de vida.

Consecuencias legales
Existe el peligro de que, al legalizarse la sodomía y el estilo de vida homosexual también, por implicación, lleguen a legalizarse otras aberraciones, como la pedofilia, el sadomasoquismo, étc. Una vez que se acepta como normal una desviación sexual, otras perversiones se convierten también en justificables. Esta conclusión se sigue, además, de las mismas exigencias de los militantes homosexuales, los cuales quieren que se acepte cualquier tipo de actividad sexual.

De hecho el 37% de los homosexuales promiscuos practica el sadomasoquismo. Además, el movimiento homosexual ha aceptado la presencia de grupos sadomasoquistas y de practicantes de la pedofilia, como la Asociación Norteamericana de Amor entre Hombres y Niños o NAMBLA (North American Man-Boy Love Association) en sus marchas de Washington, D.C. y San Francisco. En un congreso nacional de homosexuales y lesbianas, en Washington D.C., en 1990, se presentó un seminario a cargo del Leather Institute, una organización sadomasoquista. 

En el video The Gay Agenda ("El plan de acción homosexual"), producido por la organización cristiana The Report ("El Informe"), el Dr. Nicolosi dice que "hoy hay programas de consejeros sexuales escolares en todo el país. En California se conocen como el Proyecto 10. En realidad, muchos de esos programas son programas en pro del homosexualismo, donde ocurre lo siguiente: Su hijo de 15 años va a consultar a su consejero, que será seguramente homosexual, y le consulta: ‘Mire, tengo estos pensamientos, estas sensaciones, este comportamiento...'; Y el consejero le responderá: ‘Bueno, bienvenido a la comunidad homosexual, eres de los nuestros'".

Conclusión
Es crucial que nos demos cuenta de que el comportamiento homosexual o lésbico ya no es algo que queda en la penumbra. Los grupos homosexuales y lésbicos están promoviendo su ideología y sus actividades entre los niños y los jóvenes, esa es su principal forma de supervivencia como grupo social. Son nuestros propios hijos los que están en peligro, pues el origen de la homosexua-lidad se encuentra muchas veces en la seducción del niño o adolescente por parte de un adulto homosexual. Todo adulto homosexual o con problemas serios en el área de la sexualidad "es el producto de un estímulo sexual prematuro en la infancia, ya sea debido a verdaderas violaciones o a una exposición excesiva como observador de las actividades sexuales". De nosotros depende que tomemos en serio este ataque contra la familia y contra nuestros hijos y que lo afrontemos con responsabilidad.

Parte primordial de nuestra responsabilidad en esta batalla es orar por las personas homosexuales. En realidad nuestra batalla no es contra ellas, sino contra las fuerzas del mal del "Príncipe de las Tinieblas", quien busca destruir a la humanidad (Efesios 6:10-13). La batalla es contra el pecado y la ideología que estos grupos promueven. Se trata de una lucha espiritual que requiere mucha oración y sacrificio, sobre todo la Eucaristía, la adoración al Santísimo y el rezo del Santo Rosario para los católicos.

Los cristianos debemos unirnos en oración por la conversión y salvación de los homosexuales y de nuestra nación y actuar para impedir que este mal continue extendiéndose. "
Si mi pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla, orando y buscando mi rostro, y se vuelve de sus malos caminos, yo le oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra" (2 Crónicas 7:14).
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Orígen de la Homosexualidad
FACTORES CAUSANTES DE LA HOMOSEXUALIDAD
Richard Fitzgibbons

Los orígenes de las inclinaciones y los comportamientos homosexuales

En la actualidad, la mayoría de los católicos saben muy poco o nada acerca de las causas emocionales de la inclinación y conducta homosexuales. Tampoco conocen el poderoso papel que la espiritualidad católica puede jugar en la curación de la homosexualidad.

Las razones de esta ignorancia son muchas e incluyen: la escasa difusión de escritos que traten sobre el valor de la fe católica y de los sacramentos para la curación de la homosexualidad; el fracaso de la terapia tradicional en lograr el mismo objetivo; las opiniones en las Asociaciones de Psiquiatría y Psicología de EE.UU de que la homosexualidad no es un desorden; la influencia que poderosos grupos ejercen sobre los medios de comunicación social y sobre la educación, los servicios sociales, los servicios de salud y la política. Además, hay muchas personas y grupos dentro de la misma Iglesia que tratan de desvirtuar la doctrina moral tradicional sobre este tema.

La falta de conocimiento sobre las causas de la homosexualidad se extiende también a aquellos que dirigen a adolescentes y adultos. Los terapistas frecuentemente dicen a aquellos que buscan ayuda en este sentido, que la doctrina de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad es insensible hacia los homosexuales, poco científica y errónea. Les aconsejan que se acepten como personas creadas homosexuales por Dios. Desafortunadamente, los que así aconsejan son poco conscientes de los conflictos emocionales que causan la homosexualidad, así como del poder de curación existente a través del perdón y de la espiritualidad católica.

En mi experiencia clínica de los últimos 20 años, he sido testigo de la curación del dolor emocional que causaba la homosexualidad en varios cientos de hombres y mujeres. Su proceso de curación ocurrió, primero, a través de una psicoterapia que identificaba los orígenes de sus conflictos, y luego, por medio del perdón y de una espiritualidad católica.

Tal enfoque es similar al uso de la espiritualidad en el tratamiento del abuso de sustancias. Las mejorías radicales en el tratamiento de este problema ocurrieron sólo después de que la confianza en Dios se propusiera como la piedra angular del tratamiento. Anteriormente, la psicoterapia tradicional, por sí sola, sólo producía mejorías mínimas. El uso de la espiritualidad en el tratamiento de la homosexualidad ha seguido un modelo parecido.

Los conflictos más comunes que predisponen a las personas hacia la homosexualidad son:

1- la soledad y la tristeza,
2- profundos sentimientos de ser inadecuado y la falta de autoaceptación,
3- la desconfianza y el miedo,
4- el narcicismo,
5- el excesivo sentido de responsabilidad,
6- el maltrato sexual en la niñez y
7- el enfado excesivo.

Durante los períodos de tensión, estas dificultades internas se activan. Entonces pueden surgir fuertes tentaciones homosexuales en un intento por encontrar alivio o un escape al dolor emocional inconsciente. Esta dinámica de dolor emocional que puede llevar a la homosexualidad rara vez se manifiesta durante la infancia, pero normalmente se revela al principio de la adolescencia.

Veamos a continuación con más detalle cada uno de estos factores causantes de la homosexualidad que hemos mencionado:

1. Soledad y tristeza
En el pasado, la causa que con más frecuencia se veía de la tristeza que conduce a la homosexualidad en los muchachos era el rechazo, durante la infancia y la adolescencia, por parte de sus compañeros, con motivo de sus limitadas aptitudes atléticas. [Sin embargo, por razón de lo que se verá a continuación, trataremos esta causa un poco más adelante.]

Más recientemente, el fracaso matrimonial y familiar, con casi un 45% de niños y adolescentes que viven separados de sus padres, ha producido serios problemas de tristeza y soledad en la juventud. El Papa Juan Pablo II, en su Carta a las familias de 1994, ha descrito la trágica suerte de estos jóvenes, caracterizando a muchos de ellos como "huérfanos con padres vivos".

Cuando no se satisface la necesidad de cariño, aprobación, afecto físico y ánimo de un padre, se desarrolla un vacío interior comúnmente llamado "hambre de padre". En un intento por superar este dolor, algunos adolescentes y jóvenes adultos buscan el confort de ser abrazados por otro hombre. En mi experiencia clínica he observado que mientras más temprano es el abandono paterno, mayor es la posibilidad de que se desarrollen tentaciones homosexuales.

Mientras que muchos hombres no han recibido el ánimo y afecto físico de sus padres, y nunca han desarrollado inclinaciones homosexuales, los particularmente vulnerables son aquellos que, a causa de limitadas actitudes atléticas, tampoco fueron aceptados por sus compañeros.

También, en algunos chicos especialmente sensibles, un continuo maltrato por parte de sus hermanos mayores produce una soledad interior que puede llevarlos a sentir inclinaciones homosexuales.

La falta de cariño, afecto y ánimo de una madre también puede producir un vacío y una terrible tristeza. Algunas chicas intentan llenar ese vacío del amor materno dulce y consolador por medio del comportamiento homosexual. Esta "soledad sin madre" no se observa tan a menudo como la "soledad sin padre", porque las madres generalmente tienen mucha más libertad a la hora de comunicar su amor y su ánimo a los hijos que la que tienen los padres.

Sue era la más joven de tres hijos, y tenía cuatro años cuando su madre los dejó. Vio a su madre intermitentemente durante su infancia, pero nunca sintió intimidad con ella. Sue salió con muchachos varias veces en el Instituto, pero cuando tenía alrededor de 20 años se involucró en relaciones homosexuales.
Comenzó a tratarse con psicoterapia para resolver la tristeza y el enfado que sentía hacia su madre. Conforme su entendimiento del problema crecía, se dio cuenta de que ninguno de los chicos con los que había salido podía proporcionarle el afecto que la niña pequeña en su interior ansiaba de su madre.

Durante un tiempo el afecto de sus novias le consolaba. Sin embargo, estas relaciones no la satisfacían tampoco. Poco a poco Sue vio que la niña pequeña que llevaba dentro necesitaba curarse del dolor de esa "soledad sin madre" antes de que pudiera tener una relación adulta de amor estable y sin relaciones sexuales fuera del matrimonio.

Algunos adultos que se sienten muy frustrados y solos porque todavía no han encontrado la persona correcta para casarse caen en un comportamiento homosexual en su intento de aliviar esa soledad. Algunas personas casadas comenten actos homosexuales como resultado de la tensión y soledad en su matrimonio. También, la tristeza y la soledad que se siente después de un serio fracaso matrimonial puede resultar en una conducta homosexual, porque estas personas tienen miedo de volverse vulnerables ante alguien del sexo opuesto. En mi trabajo he visto este tipo de conducta ocurrir más frecuentemente en las mujeres.

Como la soledad es una de las experiencias más dolorosas de la vida, se gastan enormes cantidades de energía inconscientemente en un intento de negar la presencia de ese dolor tan debilitante. Como resultado, muchas personas ni siquiera saben que están luchando contra esa profunda herida emocional. Frecuentemente tienen miedo de afrontarla, en parte porque no creen que se pueda curar. De hecho, los que así piensan tienen razón cuando sus intentos de curarse excluyen la espiritualidad, porque ninguna cantidad de amor de otros adultos puede compensar lo que no se recibió de su padre, madre, hermanos y amigos de la infancia o adolescencia. Muchos hombres y mujeres con estas dolorosas heridas emocionales de soledad y tristeza prefieren creer que son homosexuales para no enfrentarse con su terrible situación interior.

El fracaso de cualquier relación adulta, a la hora de llenar el vacío de la soledad infantil y adolescente, es la mayor causa de la extraordinaria promiscuidad en el estilo de vida homosexual, y por eso algunos estudios arrojan un promedio de 60 compañeros/as sexuales al año. Inconscientemente, estas personas no buscan un compromiso estable, porque sienten que ningún adulto puede satisfacer al niño y adolescente interior. Tal proceder compulsivo, patológico y peligroso para la salud apoya la idea de que la homosexualidad es un serio desorden emocional, mental y conductual.

Por supuesto, los conflictos de soledad y tristeza se pueden manifestar de muchas formas aparte de un comportamiento sexual, como, por ejemplo, las actuaciones infantiles de dependencia, una constante necesidad de atención y afecto, una excesiva fantasía sexual, masturbación compulsiva, atracción hacia los adolescentes, dependencia en la pornografía, comportamiento narcisista, agotamiento y síntomas de depresión.

2. Profundos sentimientos de ser inadecuado y falta de autoaceptación
La homosexualidad también puede ser el resultado de fuertes sentimientos de inseguridad. La desconfianza en sí mismo se suscita por el rechazo de padres, compañeros, hermanos u otras personas significativas en las cuales se ha depositado la confianza. En un intento inconsciente de deshacer una historia de rechazos, la persona busca reafirmarse y ser aceptado por miembros del mismo sexo. En mi experiencia clínica este doloroso conflicto emocional se observa mucho más frecuentemente en hombres que en mujeres.

La autoestima se basa principalmente en la aceptación de un modelo de conducta en la primera infancia, el niño de su padre y la niña de su madre. Todo niño pequeño añora recibir la aceptación, al apoyo y el ánimo de su padre -- de esta forma establece un sentido positivo y un grado de bienestar consigo mismo. Aunque el amor de una madre es esencial para los niños, no es tan importante como el amor y la afirmación del padre para la formación de una sana identidad masculina. La falta de reacciones positivas de un padre produce una seria debilidad en la imagen masculina y una falta de autoaceptación. Muchos de los que sufren inclinaciones homosexuales crecieron de niños pensando que nunca podrían agradar a sus padres.

Los hermanos mayores también juegan un papel importante en la formación de una positiva identidad masculina en la infancia. Los rechazos en estas relaciones pueden producir un serio debilitamiento de la autoestima masculina.

Sin embargo, las desilusiones más comunes de la vida infantil que producen inclinaciones homosexuales son el resultado de los rechazos por parte de amigos a causa de una deficiente coordinación psicomotriz y atlética. Esta es una limitación especialmente dura de tener en una cultura obsesionada hasta tal punto con el éxito deportivo que se llega a considerar ese éxito como el indicador principal de la masculinidad. Los niños que no son buenos atletas son a menudo víctimas del rechazo y del ridículo. Frecuentemente les dan apelativos femeninos y les llegan a decir que corren o juegan como una niña. A medida que estos rechazos continúan año tras año, estos chicos se sienten cada vez más inadecuados, confusos, solos y débiles. El maltrato de los compañeros produce en ellos una imagen muy deficiente de su cuerpo y de su masculinidad. La angustia de estos chicos puede llegar a ser tan dañina que puede hasta anular los beneficios psicológicos de una positiva relación con su padre. Para muchos de estos chicos, las inclinaciones homosexuales comienzan en el sexto o séptimo grado. La inclinación es siempre hacia adolescentes fuertes y atléticos.

En los 50 y 60, se realizó un estudio en Nueva York de 500 varones que se consideraban homosexuales. El estudio reveló que más del 90% de ellos tenía problemas de coordinación atlética y que de pequeños fueron objeto de humillación por parte de sus compañeros. Muchos contaron que no sólo se sentían fracasados como varones porque no eran buenos en el deporte o porque no les gustaba, sino que también sentían que desilusionaban a sus padres, quienes -- en su opinión -- esperaban que fueran buenos atletas. La falta de interés por los deportes interfería en la relación y unión íntima entre padre e hijo. La necesidad de ser aceptado por otros varones es esencial para el desarrollo de una positiva identidad masculina y es anterior al nivel de desarrollo adolescente. Si la autoaceptación no ocurre por medio de la afirmación de otros compañeros, raramente podrá un muchacho sentirse atraído hacia las muchachas.

Lou era un estudiante universitario muy bueno que había considerado la vocación sacerdotal desde su temprana adolescencia. Sin embargo, su mayor obstáculo era la presencia de inclinaciones homosexuales que comenzaron cuando tenía 13 años. Buscó el consejo de un sacerdote en su universidad que le dijo que continuara con la idea del sacerdocio, pero que tratara de aceptar su homosexualidad y de sentirse cómodo con ella, ya que Dios lo había creado así. En aquel momento de este consejo tan equivocado, ni Lou ni el sacerdote tenían la menor idea de la influencia que había ejercido sobre él el constante rechazo que había sufrido por parte de sus compañeros durante la infancia y la adolescencia. Sus compañeros a menudo le ponían apodos femeninos porque, según ellos, lanzaba la pelota como una niña.

Lou decidió que no podría tomar el camino del sacerdocio porque no sería capaz de vivir consigo mismo si intentaba llevar una doble vida: practicando la homosexualidad y al mismo tiempo presentándose ante la comunidad católica como un sacerdote célibe.

Durante varios años Lou intentó vivir como un homosexual. Más tarde, buscó ayuda psicológica porque sentía repugnancia hacia muchos aspectos de ese estilo de vida, especialmente hacia la promiscuidad tan extrema y el abuso de sustancias. No podía aceptar que eso fuese el plan de Dios para su vida.

Hace varios años, en la conferencia nacional del grupo Courage ("Coraje") -- grupo que ofrece ayuda para las personas homosexuales para que vivan castamente -- pude confirmar la influencia que tienen los rechazos de los compañeros en el desarrollo de los deseos homosexuales. Después de una charla sobre los orígenes de la homosexualidad y sobre la curación de la soledad y el enojo en aquellos que estaban afectados por este desorden, toda la hora siguiente la ocuparon las historias personales de hombres cuyas identidades masculinas fueron heridas y los diferentes tipos de comportamientos sexuales relacionados con el rechazo durante la infancia y la adolescencia por causa de la falta de habilidad deportiva. Estos hombres compartieron con la audiencia que los rechazos de sus compañeros jugaron un papel mucho más importante en el desarrollo de sus impulsos homosexuales que las heridas causadas por una mala relación con sus padres.

Los conflictos básicos de una baja autestima se manifiestan de diferentes maneras en los varones que tienen inclinaciones homosexuales. Entre estos conflictos se encuentran: una atracción obsesiva hacia hombres atléticos y musculosos; una necesidad excesiva de actuar de forma agresiva; una necesidad compulsiva de aumentar la musculatura; y un profundo sentimiento de no ser amados.

3. Desconfianza y miedo
Otro factor importante en el desarrollo de la homosexualidad es el miedo a ser vulnerable en las relaciones heterosexuales. Esta incapacidad de sentirse seguro amando a alguien del sexo opuesto es usualmente inconsciente y la mayoría de las veces tiene su origen en experiencias traumáticas en el hogar.

En el caso de los varones, puede ser la consecuencia de haber tenido una madre demasiado controladora, excesivamente dependiente, enfada y crítica, poco afectiva y fría, narcisista e insensible, muy desconfiada, adicta o enferma.
En el caso de las chicas, el miedo de confiar en cualquier varón en una relación amorosa puede surgir de haber tenido un padre muy enfadadizo, rechazador y distante, insensible hacia su madre, abusivo, duro, egoísta, adicto o falto de afecto. Actualmente, el abandono de un padre a causa del divorcio es una de las mayores fuentes de desconfianza que muchas chicas experimentan hacia los chicos. Estas chicas desarrollan una fobia inconsciente de ser heridas como vieron que lo fueron sus madres. Como resultado, durante un tiempo se sienten seguras sólo con el amor consolador de otra mujer.

Diane era una joven arquitecta cuyo padre era un enojado alcohólico. Había presenciado durante años el maltrato físico y psicológico que su padre le había infligido a su madre. En los comienzos de su adolescencia, a Diane le atraían los chicos e incluso salió con ellos. Pero en la universidad se encontró mucho más a gusto con otras chicas y acabó por darse cuenta de que tenía mucho miedo de ser herida como su madre, si se comprometía con un hombre. A Diane no le satisfacían sus relaciones homosexuales. Durante la terapia, reconoció que su padre controlaba sus relaciones con los muchachos y decidió actuar resueltamente para romper ese dominio paterno sobre sus relaciones de amistad con los hombres.

La madre de Pete era una mujer muy sarcástica que había tenido un padre alcohólico. Rara vez Pete vio a su madre mostrar afecto hacia el padre de él, al contrario, a menudo lo criticaba mucho. Pete acabó por entender que la necesidad compulsiva de su madre de controlar las cosas en casa venía del miedo que ella había experimentado en su propia familia como resultado del caos que acompañaba a un padre bebedor. Pero para Pete el control de su madre era asfixiante y, como resultado, hizo lo que pudo para distanciarla. Pero como ella era el fundamento para relacionarse con otras mujeres, Pete no se sentía emocionalmente compatible con las chicas que encontraba atractivas.

Temía que si se volvía vulnerable ante ellas, acabarían por ser tan insensibles como lo era su madre con él y con su padre. Sus tentaciones homosexuales se desarrollaron por el miedo a confiar en el amor femenino y, al mismo tiempo, por su necesidad de afecto por parte de alguien en quien pudiera confiar.

La desconfianza también puede desarrollarse como resultado de vivir en una casa con frecuentes conflictos y peleas entre los padres. Como la relación entre los padres es el modelo para un niño/a de lo que es una relación heterosexual, un matrimonio mermado por el constante dolor y conflicto puede llevar a que el hijo o la hija desarrolle un miedo de volverse vulnerable ante las personas del sexo opuesto. Este miedo puede llevar a algunos a caer en una relación homosexual. Una dinámica similar se presenta a veces después de un divorcio, cuando muchos adultos tienen miedo de ser heridos por las personas del sexo opuesto y se retraen en una relación homosexual. La epidemia de divorcios en nuestra cultura actual está causando también un miedo muy grande entre los jóvenes adultos de asumir el compromiso del matrimonio.

La desconfianza y el miedo a un compromiso total, como lo es el matrimonio, son extremadamente comunes en los que sufren inclinaciones homosexuales. La rampante promiscuidad sin fidelidad a nadie de hoy en día es una de las manifestaciones más significativas del miedo al compromiso. Según el Dr. William Foege, director de los Centros para el Control de las Enfermedades o CDC (Centers for Disease Control) de EE.UU., la víctima promedio del SIDA ha tenido 60 compañeros sexuales durante el último año.

En el caso de los católicos, esta desconfianza se manifiesta como una desconfianza hacia Dios Padre como un Padre afectuoso o hacia María como una madre afectuosa.

El comportamiento sexual compulsivo, muy peligroso para la salud y la vida de un gran porcentaje de homosexuales puede indicar la presencia de un desorden adictivo en estas personas. A pesar de que la categoría diagnóstica específica de adicción sexual no ha sido oficialmente aceptada todavía en el campo de la salud mental, existen programas clínicos en varios lugares de EE.UU. para el tratamiento de las adicciones sexuales y también existe una revista dedicada completamente a este tema.

La adicción sexual se parece al desorden de abuso de sustancias en que las personas que la practican tienen una comportamiento compulsivo y médicamente dañino. Estas personas también se engañan poderosamente a sí mismas en cuanto al serio peligro que su comportamiento entraña para la salud propia y para la de otros. Además, muchos terapistas consideran que la adicción sexual, al igual que otras, es el resultado de numerosos conflictos emocionales.

La opinión clínica de que el comportamiento homosexual tiene mucho de adictivo ha recibido el apoyo de numerosos estudios sobre el homosexualismo y también del hecho de que en años recientes se ha estimado que la mitad de todos los hombres homosexuales de Nueva York portan el virus del SIDA. La naturaleza adictiva de la conducta homosexual también explica por qué las infecciones del virus del SIDA se han cuadriplicado en San Francisco desde 1987.

Además de todo esto, el comportamiento homosexual de muchas personas es frecuentemente precedido del uso del alcohol y de drogas. El Padre Mike practicaba la homosexualidad después de consumir alcohol. Luego sentía una enorme culpabilidad pues verdaderamente deseaba seguir la enseñanza de Cristo y de la Iglesia. Conocía el valor del celibato y deseaba vivirlo.

Afortunadamente, fue capaz de entender y poner los medios para vencer la adicción al alcohol y a la homosexualidad.

4. Narcisismo
El narcisismo o egoísmo es otro factor principal de la homosexualidad. El narcisismo tiene varios aspectos atrayentes, como el no tener que comprometerse con otra persona en el matrimonio o no tener que darse completamente como padre. El narcisista quiere permanecer infantilmente con obligaciones mínimas en sus relaciones interpersonales y con pocas limitaciones en la búsqueda del placer. El hedonismo caracteriza a muchos de los que practican la homosexualidad.

Otra seria manifestación del narcisismo en la homosexualidad es el albergar pensamientos de grandeza. Esos pensamientos hacen que la persona se crea muy superior a los demás y que es tan especial y tan excepcional que se cree incluso inmune al virus del SIDA. Todo esto explica por qué muchos homosexuales viven un modo de vida muy peligroso para la salud y para la vida.

Anthony era un joven extremadamente egoísta, y en eso se parecía mucho a su madre. Durante su niñez se sintió privado de apoyo material y emocional, porque su madre gastaba la mayoría de los modestos ingresos de la familia en ella misma. Recordaba, por ejemplo, sentirse avergonzado de la ropa que usaba de pequeño.

Como reacción a esas privaciones, pensaba que la vida le debía mucho. Su mundo llegó a estar completamente centrado en sí mismo. Creía que podía usar a la gente para satisfacer su constante deseo de placer y no sentía ningún serio remordimiento por el hecho de tener relaciones homosexuales con un promedio de 60 a 100 compañeros al año.

5. Intentos de evadir un excesivo sentido de responsabilidad
Algunos intentan escapar de excesivas presiones y cargas practicando la homosexualidad, en la cual no hay compromiso, obligaciones ni responsabilidad. Hay hombres casados que a veces luchan contra una intensa inseguridad después de experimentar la tensión que le causa un jefe negativo, una falta de éxito profesional o una ansiedad arrolladora por cuestiones financieras. Entonces empiezan a ver a sus esposas e hijos como cargas y dificultades, en vez de verlos como dones de Dios. Practican la homosexualidad en un intento de evadir la tensión y de sentirse más amados y especiales. Las ideas perfeccionistas llevan a sentir una responsabilidad excesiva. Este conflicto interfiere con la capacidad de estar tranquilo y de recibir el don del amor que viene de la familia, de los amigos y más aún del Señor y de María.

Jim era un hombre agradable, estaba casado y tenía dos hijos. Disfrutaba de su trabajo; sin embargo, éste era muy exigente y lleno de presiones. Su esposa Jean también tenía una carrera ocupada y llena de tensión. Por las tardes, además de atender a sus hijos, los dos les dedicaban tiempo a sus respectivas carreras. Como resultado, pasaban poco tiempo juntos.

Bajo esta tensión Jim empezó a visitar librerías pornográficas cerca de su trabajo y allí se involucró en el homosexualismo. Luego se sentía muy culpable por haber traicionado a su esposa, a sus hijos y a Dios.

Cuando un marido está emocionalmente distante o ausente de su familia, la esposa puede sentir una intensa soledad y, como resultado, empieza a depender emocionalmente de un hijo. A menudo hablará con él cosas y preocupaciones que normalmente compartiría con su esposo. Mientras que la mayoría de los jóvenes disfruta a nivel consciente de esta relación con sus madres, inconscientemente empiezan a preocuparse excesivamente y a sentirse demasiado responsables por ellas. Posteriormente pueden desarrollar inconscientemente una visión del amor femenino como una carga agotadora.

Ralph era el mayor de tres hijos y creció en un hogar en el que su padre tenía una gran dificultad en expresarle amor a su familia. La necesidad de su padre de distanciarse de los demás era a su vez el resultado del alcoholismo de sus padres. Las heridas en la infancia de este hombre le hacían incapaz de darse a los demás porque se sentía inseguro e intranquilo al relacionarse interpersonalmente en términos de amor y cariño. A consecuencia de esto, la madre de Ralph era muy infeliz y se divorció cuando Ralph tenía 12 años. Ralph recordaba sentirse el hombrecito de la casa después del divorcio de sus padres.

Sentía que tenía que hacerse responsable de su madre y de sus hermanos menores.
Cuando Ralph tenía 13 años le gustó mucho una chica de su clase. Pero se sentía confundido porque no sentía atracción física hacia ella. Continuó confuso por esto y, aunque no quería sentirse atraído hacia los hombres, experimentó sus primeros deseos homosexuales cuando tenía 15 años.

 Trauma sexual en la infancia
Un buen número de varones que fueron violados o maltratados sexualmente en su infancia desarrollan una confusión con respecto a su identidad masculina. Al igual que otras víctimas de violación, piensan que de alguna manera causaron el abuso. Durante la adolescencia, su relación con las muchachas está mermada por la vergüenza y por la creencia de que ninguna chica podría amarles si conociera sus experiencias sexuales.

7. Enfado excesivo
El tipo de enfado que más induce la homosexualidad es el enfado consigo mismo. Como resultado de un continuo rechazo por parte de sus compañeros, muchos niños adquieren un intenso disgusto hacia sus propios cuerpos – piensan que éstos son débiles, poco atractivos y poco masculinos. Se sienten tan incómodos con su físico que pasan muchísimo tiempo fantasiando sobre cómo escapar de su cuerpo y entrar en el cuerpo de otro. Esta ilusión enfermiza puede empezar cuando son jóvenes e inducir una fuerte atracción física hacia otros del mismo sexo.

La experiencia de ser sostenido y abrazado por alguien del mismo sexo puede disminuir el sentido de autorrechazo durante algún tiempo. Sin embargo, la incomodidad o el disgusto hacia el propio cuerpo persiste, a pesar de la afirmación, afecto o actividad homosexual. Esto ocurre porque el afecto en la adolescencia o después de ella no puede deshacer el odio hacia uno mismo que se ha experimentado en la infancia y en la adolescencia.

En muchos homosexuales, la conducta autodestructiva, peligrosa, adictiva y sadomasoquista nace de un intenso disgusto hacia uno mismo. El enfado consigo mismo también puede llevar al varón a vestirse como una mujer.

Finalmente, el colmo de la aversión hacia uno mismo y hacia el propio cuerpo se puede observar en aquellos que se someten a cirugía para cambiar de sexo.

Paul era sensible y muy tímido debido a su pequeña estatura. Aunque no se sentía directamente rechazado por sus compañeros, se sentía débil e inadecuado. Como no era físicamente fuerte, pensaba que no podía practicar ningún deporte. A medida que aumentaba en él el sentimiento de auto-aislamiento de sus compañeros, también aumentaba el disgusto hacia su propio cuerpo. Le preocupaba mucho su apariencia física y nunca se sentía cómodo quitándose la camisa en el vestuario de la escuela o en la piscina en el verano.

Antes de su adolescencia, Paul empezó a obsesionarse con los cuerpos bien formados de sus amigos. A este pensamiento obsesivo le siguieron fuertes sentimientos de atracción hacia esos muchachos y luego deseos homosexuales.

Cuando comenzó a practicar la homosexualidad en la universidad, usualmente se imaginaba que asumía el cuerpo de sus compañeros homosexuales y que se despertaba con un físico diferente. Sus primeros encuentros homosexuales le produjeron un sentimiento muy superficial de sentirse especial y de ser amado, pero no le daban una mayor auto-aceptación. De hecho, a medida que caía en la promiscuidad se sentía cada vez más incómodo consigo mismo, entonces decidió empezar a recibir terapia.

En un grupo reducido de personas, la homosexualidad se origina en una "necesidad" de rebelarse fuertemente contra sus padres, su familia, sus compañeros, la cultura judeo-cristiana o Dios. La conducta homosexual que es inducida por el enfado se observa en aquellos cuyos padres del sexo opuesto eran extremadamente controladores, emocionalmente insensibles, físicamente abusivos o profundamente narcisistas.

Al igual que a otra gente enfadada, esa rebelión les produce cierto placer. A algunos de ellos les encanta que sus madres sepan cómo su estilo de vida es el rechazo extremo de un amor femenino o (en el caso de las lesbianas) como sus padres comprueban que no sienten necesidad del amor masculino. El enfado excesivo también se manifiesta en otros aspectos de la vida homosexual. El más notable es el enfado agresivo-pasivo, que consiste en un silencioso desahogo de hostilidad mientras se pretende no estar enfadado y se manifiesta en no informar al compañero sexual de que se es portador del virus que causa del SIDA. Estas personas a menudo sienten que porque ellos tienen que sufrir, otros también deben hacerlo. Por último, se observa también un intenso enojo en los homosexuales dentro de los medios de comunicación social, en la educación, en la salud o en la política, cuando intentan obligar al resto de la sociedad a que acepte la homosexualidad. A menudo sus métodos consisten en asaltar directamente a la moral judeo-cristiana, a la familia y a las diferencias básicas entre el hombre y la mujer.

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La Homosexualidad se puede curar

La curación de las atracciones y los comportamientos homosexuales
Por Richard Fitzgibbons, M.D.

La curación de la homosexualidad consiste en un proceso de descubrir con compasión las heridas emocionales del pasado, resolver el enojo contra aquellos que las han causado a través de un proceso de perdón, utilizar técnicas de conocimiento y de comportamiento, admitir la impotencia ante el sufrimiento emocional y apoyarse en la espiritualidad católica y en los sacramentos.

Aunque cada uno de estos pasos es importante, en mi experiencia clínica de los últimos 20 años con cientos de adolescentes y jóvenes, la clave de su recuperación ha sido el perdón y la espiritualidad. Ninguna medida de perspicacia, amor y afirmación de otros adultos, de auto-determinación, de conocimiento o comportamiento pueden resolver las heridas emocionales tan profundamente grabadas que estas personas arrastran. Sólo el amor de Dios es capaz de superar la dolorosa soledad y tristeza, así como los miedos y las inseguridades al proporcionar un sentimiento de haber sido amado profundamente, de ser especial y de haber sido protegido en todas las etapas de la vida. A medida que las heridas emocionales se curan, las inclinaciones y conductas homosexuales disminuyen y con el tiempo desaparecen.

En cuanto al éxito de la psicoterapia en el tratamiento de la homosexualidad, en 1962, Bieber informó que hubo una tasa de curación del 27% basada en el psicoanálisis. Una encuesta reciente de 285 psicoanalistas que trataron a 1.215 pacientes homosexuales arrojó que el 23% cambió hacia la heterosexualidad. Estos enfoques tradicionales de tratamiento no utilizaron un proceso de perdón para resolver el resentimiento interior ni una espiritualidad cristiana para la tristeza, la baja autoestima y la desconfianza.

Sin embargo, yo he tenido la experiencia de que cuando el perdón y la espiritualidad cristiana son partes esenciales del tratamiento, la tasa de curación de la homosexualidad es cerca del 100%.

1. Entender
Cada vez más varones homosexuales están recibiendo terapia por miedo al SIDA. Al principio, muchos de ellos se resisten a reconocer que tienen heridas emocionales por miedo a afrontar ese dolor o debido a la influyente cultural actual que no admite la existencia de conflictos emocionales relacionados con la homosexualidad. Sin embargo, la mayoría de los que buscan un tratamiento están abiertos a la verdad y no se niegan a explorar las decepciones que han sufrido en la vida. Su apertura aumenta si el terapista muestra optimismo y confianza en la curación de las heridas emocionales que han causado la homosexualidad.

La identificación y el entendimiento de los conflictos emocionales en las diferentes etapas de la vida son los primeros pasos en el proceso de recuperación. Las heridas ocurren en su mayoría durante la infancia y la primera parte de la adolescencia y surgen de decepciones con padres, hermanos y compañeros. Este dolor normalmente se niega, pero vuelve a surgir con la máscara de tentaciones homosexuales. Sin embargo, para algunos, las atracciones homosexuales puede que no se manifiesten hasta después de los 20 ó 30 años. En esos casos, algún trauma de la vida adulta suscita inconscientemente los traumas no resueltos de la infancia y la adolescencia.

En más del 70% de los varones homosexuales que he tratado, el mayor problema que se identifica en la fase de entendimiento del tratamiento es una débil identidad masculina. Esta inseguridad es, la mayoría de las veces, el resultado de un continuo rechazo de compañeros y ocasionalmente del padre por causa de las limitaciones atléticas.

La segunda herida más común es la de un padre emocionalmente distante, insensible y poco animador. Mientras que generalmente hay poca resistencia a la hora de reconocer la herida de los deportes, muchos hombres tienen una gran dificultad en admitir cuánto han echado de menos emocionalmente a sus padres y lo muy heridos que se han sentido cuando esas necesidades no fueron satisfechas. Tal resistencia se puede superar en parte si el terapista comparte sus propias luchas a la hora de afrontar las decepciones que tuvo con su padre.

Estas dos áreas de trauma emocional no están siendo identificadas en muchos varones porque los terapistas no reconocen la poderosa influencia de los deportes y la relación con el padre en la formación de la identidad masculina. Por diversas razones ninguno de estos temas tan importantes aparecen en los escritos de psicología.

La desconfianza hacia las personas del sexo opuesto es la causa más común de la homosexualidad. A menudo, esto es el resultado de las heridas en la infancia y en la adolescencia de un padre excesivamente controlador, dependiente, intensamente egoísta, emocionalmente distante o manipulador, ausente, adicto o que no funcionaba como padre/madre. También, un trauma de adulto puede resultar en un gran miedo a ser herido por las personas del sexo opuesto.

En la fase de entendimiento, las mujeres identifican las heridas más comunes que surgen y las predisponen a la homosexualidad como la desconfianza hacia un amor masculino causado por un trauma que tuvieron con un padre o con otros hombres y por una falta de afirmación por parte de sus madres. A diferencia de los hombres, el rechazo por parte de sus compañeras en la infancia y en la adolescencia rara vez causa la homosexualidad femenina.

El narcisismo y el enfado excesivo juegan un papel crucial en la dinámica del comportamiento homosexual compulsivo. Finalmente, los traumas sexuales de la infancia y un excesivo sentido de responsabilidad hacia otros miembros de la familia o asuntos profesionales son las causas menos frecuentes de la homosexualidad.

A medida que el proceso de entendimiento progresa, ocurren una serie de cambios emocionales. Inicialmente, muchos dicen que sienten alivio, felicidad y agradecimiento porque por primera vez han sido capaces de identificar alguna causa de sus actos y tentaciones homosexuales.

El dolor emocional puede itensificarse por un tiempo a medida que la persona recuerda y revive emocionalmente las heridas del pasado. A menudo esta es la primera vez que siente en toda su profundidad el dolor emocional de la tristeza, la inseguridad, la desconfianza y el enfado. Algunos pacientes pueden necesitar el apoyo de medicamentos durante esta fase de la curación.

La resolución de un enojo excesivo es esencial para la curación de varios desórdenes emocionales y adictivos, así como para la curación de la homosexualidad. Las dolorosas decepciones durante la infancia y la adolescencia producen un enfado muy fuerte, así como tristeza, desconfianza y baja autoestima. No es posible resolver la soledad, el miedo, el comportamiento compulsivo y la inseguridad sin eliminar primero el pozo de resentimiento relacionado con estas emociones. Los rechazos de la infancia por parte de los amigos y los padres llevan primero a la tristeza y después al enojo. La emoción del enfado actúa entonces a modo de "cápsula" de la tristeza en las diferentes etapas de la vida. Para desalojar la tristeza, la cápsula de enojo tiene que romperse. Y esto sólo se logra por medio del perdón, porque la sola expresión del enfado no libera en realidad a nadie de un resentimiento o amargura interior.

Desafortunadamente, el campo de la salud mental, todavía incipiente, se ha apoyado casi exclusivamente en la expresión del enfado como el principal mecanismo para tratar esta poderosa emoción. Aunque la expresión del enojo es importante a veces, cuando se usa como único alivio para el enfado, tiene, sin embargo, un valor muy limitado, porque unas meras palabras o comportamientos no pueden compensar por el profundo resentimiento y amargura causados por dolorosas relaciones durante la infancia y la adolescencia que se han negado a través del tiempo.

En el pasado, a los que buscaban terapia para curar la homosexualidad rara vez se les invitaba a resolver los sentimientos de hostilidad hacia el padre y los compañeros, ni tampoco se les daba ningún consejo sobre el perdón. El no enfocar ni recomendar un tratamiento efectivo para el enfado que estaba oculto es una razón fundamental del por qué la terapia tradicional no producía más mejorías clínicas significativas. La otra razón era el no darse cuenta del valor de la espiritualidad en el proceso de recuperación.

Después de analizar los rechazos específicos de la infancia, la adolescencia y la vida adulta, se recomienda un ejercicio de perdón para las relaciones de esas épocas de la vida. Al principio del tratamiento y regularmente durante el mismo, se les informa a los pacientes que sin la resolución del enfado relacionado con las heridas del pasado es improbable que terminen sus tentaciones o comportamientos homosexuales.

A los pacientes se les da la opción de perdonar en tres niveles: el cognitivo, en el cual se toma la decisión de perdonar aunque el individuo no sienta ganas de hacerlo; el emocional, en el cual se llega a comprender a aquellos que han causado las heridas y en consecuencia el paciente siente ganas de perdonar; y el espiritual, cuando la persona ha sido herida tan profundamente que de hecho no puede perdonar por sí misma, por lo cual le pide a Dios la gracia de perdonar y de llevarse el enfado.

Al principio del proceso del perdón, la persona intenta imaginarse a sí misma durante un episodio doloroso del pasado y toma la decisión de abandonar su enfado hacia quien le causó el dolor. Al mismo tiempo se esfuerza por comprender los motivos de esa persona que le hirió. Este proceso normalmente comienza como un ejercicio intelectual o cognitivo, como una decisión de perdonar para superar el dolor, aunque emocionalmente no se tenga ninguna inclinación de perdonar. Con frecuencia, se gasta una cantidad considerable de tiempo y energías en este nivel del perdón antes de que el paciente sienta verdaderas ganas de perdonar.

A menudo, el ejercicio de perdonar se recomienda para las relaciones en las que la persona no tiene conocimiento consciente, o lo tiene muy limitadamente, de la presencia del enojo. Si la historia del paciente parece indicar que éste es el caso, se le pide que intente perdonar cada día a diferentes miembros de la familia o a amigos por las diferentes ocasiones a lo largo de su vida en puedan no haber respondido a su necesidad de ser aceptado, amado, animado o abrazado.

Este ejercicio produce a menudo un alivio emocional inmediato. Sin embargo, algunos descubren que se pasan semanas, meses e incluso años pensando en ellos mismos como niños o adolescentes perdonando a otros por rechazos específicos.

En algunos casos, en los que ha habido un serio trauma emocional en la infancia o en la adolescencia, el dolor emocional es tan profundo que el perdón a nivel natural es imposible. En tales casos, lo que se recomienda es el perdón espiritual. El paciente deberá meditar sobre verdades espirituales como, por ejemplo, el perdón de Jesús hacia quienes lo estaban matando: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34) o sobre el hecho de que sólo a Dios corresponde castigar a los culpables (véase Romanos 12:19).

En el caso de los que son católicos, el uso frecuente del Sacramento de la Reconciliación produce un enorme beneficio para los que descubren que tienen una intensa ira interior así como violentos impulsos de venganza, ya que necesitan más gracia para facilitar la resolución de su enojo. Yo regularmente recomiendo este Sacramento para la curación del enfado relacionado con la homosexualidad, particularmente para el enfado hacia padres, amigos o uno mismo.

Los ejercicios de perdón liberan a aquellos que sufren tentaciones homosexuales del sutil control que ejercen sobre ellos ciertas personas del pasado, les ayuda a olvidar las experiencias dolorosas, acelera la resolución de la tristeza y de la soledad, mejora la autoestima a medida que disminuye el enfado, reduce el sentimiento de culpabilidad, produce un alivio de la ansiedad cuando desaparece el enfado, mejora la capacidad para confiar, produce más compasión hacia los que causaron las heridas y contribuye a una mayor aceptación del pasado.

A medida que se comprende mejor a los que causaron el dolor, se desarrolla la percepción de que el comportamiento de muchas personas puede atribuirse a sus heridas emocionales, de que las personas que estaban cerca de uno lo han amado tanto como sus capacidades de amar se las permitieron y que muy raramente el dolor fue infligido deliberadamente.

Con todo, el resentimiento más fuerte y el que he visto más frecuentemente es el de aquellos que fueron víctimas del rechazo y del ridículo, a quienes se les convirtió en chivo expiatorio, usualmente por no ser buenos en los deportes. Las víctimas de tal ridículo a menudo reaccionan desarrollando un intenso enfado consigo mismas, así como violentas fantasías de venganza e, incluso, impulsos asesinos. Yo no he tratado nunca a nadie que llevara a la práctica este último tipo de furia; sin embargo, en la actual cultura de violencia, las inhibiciones ante el desahogo de impulsos hostiles han disminuido y algunos adolescentes llevan armas de fuego a la escuela e incluso han disparado a quienes les atormentaban.

Para quienes albergan impulsos violentos como resultado de haber sido chivos expiatorios, la resolución de su profundo resentimiento puede facilitarse mediante un proceso que empieza con la expresión física de su enfado en formas que no dañen a nadie, por ejemplo, dando puñetazos a un saco de boxeo, rompiendo objetos de poco valor o mediante ejercicios arduos y enérgicos (si no son dañinos para su salud). Esto debe seguirse inmediatamente de ejercicios de perdón intelectual y espiritual que ayuden a la persona a renunciar a sus deseos de venganza. Finalmente, el Sacramento de la Reconciliación es extremadamente útil en la curación de este resentimiento específico causado por el rechazo.

Muchos hombres que se sintieron emocionalmente abandonados por sus padres y que cayeron en la práctica homosexual inconscientemente buscando llenar ese vacío de amor paterno, tienen, al principio, una gran dificultad para perdonar a sus padres. Pero si llegan a comprender cómo fue la infancia que tuvieron sus padres y se dan cuenta de que sus modelos de conducta también fueron a menudo emocionalmente distantes, crece en ellos la capacidad de sentir compasión por sus padres. Uno puede entonces llegar a entender que su padre le amó tanto como pudo y empieza a sentir verdaderos deseos de perdonarle. Sin embargo, los que fueron abandonados por sus padres, normalmente empiezan a experimentar un alivio de su furia mediante ejercicios de perdón espiritual.

El proceso de perdonar a un padre, tanto en hombres como en mujeres, se facilita a medida que estas personas crecen espiritualmente y desarrollan una relación con Dios Padre como su otro padre atento y amoroso en cada etapa de la vida. El amor de Dios disminuye los sentimientos de haber sido defraudados y facilita muchísimo el renunciar al resentimiento que guardan hacia sus padres.

Algunos se dan cuenta de que el perdón les llevará a considerar la dolorosa realidad de las decepciones en muchas relaciones y no se atreven a perdonar hasta que se les asegura que habrá un amor que les sostendrá, les confortará y les aliviará del dolor que les produce el perdonar. Ese miedo a perdonar es una de las razones por las cuales les comunico a mis pacientes, al comienzo del tratamiento, que el caer en la cuenta de la verdad del amor de Dios Padre como otro padre, de Jesús como el mejor amigo y hermano, y de la Virgen María como otra madre amorosa, es esencial para la curación de las heridas de la infancia, de la adolescencia y de la vida adulta.

3. Espiritualidad católica
Los aspectos principales de la espiritualidad católica que juegan un papel esencial en la curación de la homosexualidad son: la oración de petición, la meditación, la Biblia, el Rosario, las horas santas, la Eucaristía, el Sacramento de la Reconciliación y la dirección espiritual. Una vez que el conflicto básico ha sido identificado y entendido, la mayoría de las personas utilizan regularmente cada uno de estos aspectos de la espiritualidad en su recuperación. Sin embargo, algunos encuentran un método de oración que les ayuda en particular. Por ejemplo, los que fueron rechazados repetidamente por sus compañeros a menudo descubren un particular confort y seguridad al pasar tiempo cada día meditando y visualizando a Jesús a su lado en diferentes momentos de su niñez y adolescencia, siendo su mejor amigo cuando se sentían solos y aislados.

4.-Curación de la herida producida por el rechazo por causa de la poca habilidad deportiva
En los niveles iniciales del tratamiento, los que tienen esta dolorosa herida a menudo sienten tanta furia hacia los que les rechazaron que se ven incapaces de perdonar. Este resentimiento, que principalmente se alberga contra los compañeros, también se dirige contra Dios por no haberles concedido habilidades atléticas. En un intento por resolver este enfado, Lou, víctima del ridículo por parte de sus hermanos y compañeros a causa de su poca habilidad deportiva, y resignado a abandonar la idea del sacerdocio debido a su homosexualidad, le expresó a Dios su profunda decepción por no haberle concedido esa habilidad. Le manifestó a Dios de palabra su fuerte sentimiento de abandono causado por el terrible sufrimiento debido al ridículo que sus compañeros le hicieron sentir, así como la soledad y la profunda inseguridad masculina simplemente porque no había recibido habilidades atléticas.

Lou necesitaba primero liberar su enfado hacia Dios antes de que pudiera abandonar la furia que sentía hacia sus compañeros. Logró ese objetivo a base de llevar frecuentemente su resentimiento al Sacramento de la Confesión. Una vez que aumentó su confianza en Dios, fue capaz de entregarle los múltiples niveles de resentimiento contra sus compañeros reflexionando en que la venganza pertenece a Dios y considerando su impotencia ante el enfado y su deseo de dejarlo en manos de Dios. Estos ejercicios espirituales, con respecto a la furia acerca de su infancia y adolescencia, le proporcionaron un significativo alivio emocional y paulatinamente rompió el control emocional que ejercían sobre su autoestima aquellos que le habían herido.

A medida que su enfado disminuyó, creció la comprensión de Lou hacia los que le habían atormentado, los cuales le tenían envidia por su superior inteligencia debido a que eran a su vez inseguros y provenían de familias con problemas. Ese entendimiento más tarde le permitió sentir compasión hacia ellos y luego le llevó también a querer intentar perdonarlos.

Los hallazgos preliminares sobre el resentimiento de Lou fueron esenciales en las etapas iniciales de su recuperación. Luego necesitó curar las heridas producidas por el rechazo de sus compañeros, así como la soledad y la inseguridad masculina. Pero esas heridas emocionales no pudieron ser resueltas por medio de la terapia tradicional. Afortunadamente, la espiritualidad católica sí pudo hacerlo mediante un proceso de convencimiento de la presencia real, amorosa y de aceptación del Señor durante los momentos de dolor y aislamiento de su infancia, adolescencia y vida adulta.

El darse cuenta de que Jesús es el mejor amigo de uno empieza por la meditación. La persona intenta imaginar que Jesús está con él (o con ella) en el campo de deportes, en el gimnasio o en el vecindario, aceptándole y reafirmándole. En esa meditación se puede considerar al Señor comunicándole a uno pasajes de la Biblia, como el de Juan 15:9, donde Jesús dice: "Como el Padre me ha amado, yo también os he amado". A veces Lou se imaginaba al Señor entre él mismo y los que le ridiculizaban, diciéndole que le amaba muchísimo y que nunca le traicionaría.

Lou también se dio cuenta de la amistad y del amor especial del Señor hacia él en sus frecuentes horas de oración. Durante ese tiempo le entregaba a Dios su inseguridad masculina y su soledad e intentaba estar abierto para recibir su amor. A medida que veía cómo el Señor había estado con él en su adolescencia, aumentaba su confianza en Jesús, permitiéndole estar más abierto a su presencia amorosa en las etapas anteriores de su vida. Su confianza en el amor de Dios también aumentó al acudir más a menudo a la Eucaristía y pedir allí específicamente la curación de su homosexualidad y del dolor emocional que la causaba. Finalmente, un director espiritual le ayudó de muchas maneras, especialmente a oír cómo el Señor le hablaba por medio de la Biblia.

Poco a poco Lou fue reconociendo, cada vez mejor, cómo el Señor había estado con él cuando era un niño y un adolescente solitario e inseguro. El caudal de amor de Dios que esto suponía reforzaba su identidad masculina y le hacía sentirse muy especial, a pesar de no tener dotes atléticas, y le curaba de su profunda tristeza y le llenaba el vacío de su pasado. A medida que esto iba ocurriendo, sus tentaciones homosexuales disminuyeron gradualmente. Ya no necesitaba involucrarse sexualmente en relaciones sexuales con otros hombres para sentirse aceptado y realizado como hombre joven y adolescencia fueron curadas completamente, Lou experimentó tentaciones periódicas. Su respuesta fue pedirle al Señor que curara la soledad de su pasado, que le protegiera de la soledad y que le reforzara la confianza en los dones masculinos especiales que le había dado. También descubrió al principio de su curación que rezarle a la Virgen María le ayudaba a la hora de la tentación y se habituó a rezar el Rosario diariamente por su curación.

La curación de Lou duró varios años. Luego fue capaz de dedicarse a la preparación para el sacerdocio.
En los últimos 20 años, he visto un gran número de hombres solteros y casados, seminaristas, religiosos y sacerdotes que habían sido rechazados en su infancia y en su adolescencia, librarse de su dolor y de su conducta homosexual por medio del perdón y de la espiritualidad católica

La Eucaristía, el Sacramento de la Confesión, la meditación, la dirección espiritual, la Biblia, las horas santas y el Rosario han hecho posible estas curaciones. En su camino hacia la curación, la mayoría experimentan períodos de fuerte desánimo, recaídas, intenso enfado e, incluso, desesperanza

Sin embargo, con la perseverancia y la gracia de Dios se acaban por resolver las heridas emocionales y la homosexualidad.

5. Curación de la herida paterna, así como de la tristeza, la inseguridad y el miedo
La soledad y la falta de afirmación en la relación paterna es la segunda causa más común de la homosexualidad. Para estar psicológicamente sanos, los niños necesitan experimentar un chorro de amor y ánimo de sus padres. Cuando esto no ocurre, desarrollan una tristeza e inseguridad interior. Esto último ocurre porque los niños idealizan a los padres y si sus necesidades emocionales básicas no son satisfechas, entonces tienden a creer que algo anda mal con ellos mismos.

La herida de la inseguridad es particularmente dolorosa en los varones, porque no reciben la valoración necesaria por parte de la persona que debe constituir su modelo de conducta. La herida paterna es muy prevalente, particularmente hoy en día con el colapso de la familia.

La mayoría de los varones cuyos padres han sido emocionalemente distantes no experimentan inclinaciones homosexuales. Esto se debe a que su identidad masculina ha sido valorada mediante la aceptación de sus compañeros en las actividades deportivas. Sin embargo, aún en esas condiciones, algunos hombres experimentan fuertes inclinaciones homosexuales en un intento inconsciente de llenar el vacío que ha dejado un padre iracundo, ausente o negativo.

Al explorar las decepciones que se han llevado algunos hijos con sus padres, a menudo se encuentran mecanismos de defensa muy poderosos, especialmente en los varones. Una forma eficaz de afrontar esta resistencia es que el terapista comparta con su paciente las diversas maneras en que él mismo ha perdonado a su padre por las decepciones del pasado.

Este proceso de perdonar es muy difícil, tan difícil que las personas sienten como si no hubiera forma posible de hacerlo. En tales casos, el perdón espiritual es muy efectivo contra el resentimiento. Aquí también es esencial que en la curación de la herida paterna se quite el enfado, para que la tristeza que hay debajo se pueda resolver.

Muchos hombres se involucran en una conducta homosexual altamente promiscua en un intento inconsciente frustrado de satisfacer el ansia de amor paterno que no experimentaron durante su infancia y adolescencia. En un esfuerzo por ayudar a estos hombres, algunos terapistas sugieren que el adulto intente curar al niño herido que hay dentro de ellos, amándole más. Pero este enfoque no produce un alivio emocional permanente porque el niño que hay dentro ansía el amor de un padre, no un amor propio, y el adulto en que se ha convertido no estaba presente en los momentos en que el niño deseaba ser aceptado y amado por su padre. Sólo un conocimiento de la presencia de Dios Padre durante la infancia y la adolescencia puede llenar el vacío y curar la herida.

El primer paso del enfoque espiritual es sugerirle a la persona que empiece a mejorar su relación con Dios Padre. Puesto que la gracia funciona en base a la naturaleza, la mayoría de los que tuvieron padres distantes o con problemas también tienen una gran dificultad para confiar en Dios Padre. No se sintieron seguros con sus propios padres y, como resultado, tienen que forzar una actitud abierta con Dios Padre. Como el miedo nace de un enfado inconsciente, a medida que perdonan a sus padres disminuye su desconfianza.

Crecer en confianza hacia Dios Padre se facilita pidiéndole a Jesús específicamente ese don. Algunos imploran a Jesús que les ayude a confiar en el amor de Dios "Abba" (Papacito), igual que Él lo hizo. Una vez que la confianza comienza a aumentar, se le pide a la persona que medite durante dos ratos de 15 minutos diariamente sobre Dios Padre como su otro padre amoroso en cada etapa de la vida. A algunos les ayuda imaginarse al Señor llevándoles de la mano como niños o adolescentes hacia una mayor intimidad con el Padre. Otros le piden al Señor simplemente que les ayude a conocer mejor al Padre. Reflexionar a lo largo del día que "Dios es mi padre" constituye un esfuerzo para muchos. Leer la Biblia, rezar despacio el Padre Nuestro y buscar en la Eucaristía la curación le permiten a uno crecer en el conocimiento del amor del Padre. Lo esencial aquí es darse cuenta del amor del Padre hacia uno cuando fue niño y adolescente.

La experiencia del amor de Dios Padre, Abba, entrando a raudales en uno ahuyenta la soledad, la inseguridad y la desconfianza que había adquirido de su padre. Poco a poco las tentaciones homosexuales disminuyen y en último término desaparecen cuando la herida paterna se cura de esta manera. El amor de Dios Padre refuerza a estas personas cuando aparece alguna tentación de actuar homosexualmente y ya no sucumben enseguida como hacían en el pasado. Al contrario, le piden al Señor que les muestre la tensión emocional que está causando la tentación y que la cure. A menudo les sorprende agradablemente la fiel respuesta del Señor a esta oración. La victoria en estas pruebas aumentan su confianza en que el poder de Dios puede realizar la curación completa de su homosexualidad.

Las mujeres que se refugian en la homosexualidad por temor al amor masculino, ocasionado por traumas con sus padres en la infancia y en la adolescencia, crecen espiritualmente a medida que aumenta su sentido del amor del Padre hacia ellas. Cuando por fin pueden sentirse cómodas confiándose al cuidado providencial de Dios Padre, a menudo se encuentran más dispuestas a ser vulnerables ante el amor masculino. Esta etapa es seguida normalmente por sentimientos de atracción y después de amor hacia los hombres.

Los sentimientos homosexuales de Diane eran el resultado directo de una vida familiar con un padre alcohólico y explosivo. Durante años estuvo involucrada emocional y sexualmente con otras mujeres, pero a la vez se sentía muy insatisfecha.

Al principio de su recuperación, Diane tenía grandes dificultades para perdonar a su padre por todas las veces que había herido a su madre y que había creado el caos en sus vidas. Al darse cuenta de que no podía perdonarle, se sentía más cómoda reflexionando sobre las palabras de Cristo en la Cruz, "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). A medida que su enfado disminuía, llegó a conocer a Dios Abba como su otro padre amoroso y protector. Ese amor afectuoso le confortaba y disminuía el control emocional que su padre ejercía dentro de ella sobre sus relaciones con las demás personas. Diane creció en seguridad y en atracción por los hombres y se convenció de que el Padre le protegería y supliría la falta de protección de su propio padre.

Como respuesta al amor de Dios, Diane desarrolló un fuerte deseo de servirle y de hacer su voluntad en todas sus relaciones. También, un mayor conocimiento de su fe le llevó a darse cuenta de lo pecaminoso que era la conducta homosexual y a desear evitar ese pecado. El cuidado providencial de Dios se convirtió en una fuerte base sobre la cual Diane podía comenzar una relación amorosa normal y moralmente sana con un hombre en el futuro.

6. Curación de la herida materna, así como de la tristeza, la desconfianza y la inseguridad
Las heridas en la infancia y en la adolescencia provocadas por madres que eran poco afectuosas, distantes, enfadadas, insensibles, egoístas, controladoras, excesivamente dependientes, emocionalmente enfermas o adictas, llevan a la homosexualidad. Después de reconocer esas heridas y empezar el proceso del perdón, el siguiente paso en el camino de la curación, es pedirle a la persona que considere a la Virgen María como otra madre o amiga amorosa, entregada, alegre y digna de confianza en cada etapa de la vida. La experiencia del amor de María puede llenar el vacío y la soledad de una relación materna defectuosa, llegar a constituir una nueva base para confiar en las mujeres, reforzar la autoconfianza y curar la homosexualidad.

Al principio, Sue tenía una gran dificultad en poner su confianza en la Virgen María como otra madre cariñosa, porque su propia madre había sido muy insensible con ella. Aunque entendía que su madre de pequeña tampoco había sido bien tratada por su propia madre y que el perdonarla la liberaría emocionalmente, todavía seguía teniéndole miedo al amor de María. Le desanimaba saber que sólo el amor de otra madre podría curar la tristeza proveniente de su infancia y el hambre de madre que alimentaban sus tentaciones homosexuales. Pero cuando empezó a pedirle diariamente al Señor que la ayudara a apoyarse en el amor de Su madre, como lo había hecho Él mismo, su capacidad para confiar en María empezó a crecer poco a poco. A Sue le ayudaba meditar frente a una imagen de María sosteniendo al niño Jesús y también el rezo del Rosario. Cuando sentía tentaciones, meditaba acerca de María como la mujer amorosa y alegre de su vida, y no otra.

Al principio, Pete tenía dificultades para confiar en la Virgen María porque temía que iba a ser tan exigente y controladora como lo había sido su madre. Se refugiaba en la homosexualidad porque temía hacerse vulnerable ante una mujer y ser dominado por ella. Pete adelantó muchísimo en su recuperación al intentar imaginarse a María como una madre muy dulce, segura y confiada que no quería dominar su vida y también al meditar sobre el hecho de que nunca le había traicionado. Conforme creció su confianza en María a base de oración, dirección espiritual y el Rosario, sus miedos al amor femenino disminuyeron. María se convirtió para él en una compañera amorosa que le ayudó a abrir su corazón a las mujeres.

La dependencia excesiva que la madre de Ralph tenía en él, debido a que se divorció de su esposo, le produjo por asociación a Ralph una actitud negativa hacia el amor femenino. Aunque se sentía atraído hacia las mujeres y esperaba poder casarse algún día, Ralph veía la intimidad con una mujer en el matrimonio como una carga agotadora.

Para lograr su curación, Ralph meditó primero imaginándose al Señor entre su madre y él retirando de sus espaldas las pesadas cargas que había sentido por asumir la responsabilidad de hacerla feliz. En la Misa ponía a su madre en el altar y consideraba que Jesús la salvaría, no él. Poco a poco el Señor lo liberó de su excesivo sentido de responsabilidad. Después, a Ralph le ayudaba muchísimo meditar que la Virgen María había estado a su lado en el pasado como una madre alegre y entregada. Con esta curación adquirió una mayor apertura en sus relaciones de amistad con las muchachas y un fuerte deseo de casarse.

7. Curación de la herida del enfado
Paul siempre había odiado a su cuerpo porque, desde tercer grado, lo veía pequeño y débil. Le avergonzaba su poca musculatura y su baja estatura. Su enorme necesidad de aceptación lo llevó a la promiscuidad homosexual.

Paul empezó a sentir remordimientos tras darse cuenta de que no había aceptado el cuerpo que Dios le había dado. Su curación progresó a medida que fue más agradecido con su cuerpo, rechazó el deseo de ser otro, consideró que su alma era mucho más importante que su cuerpo y agradeció sus especiales dones masculinos. Cuando meditaba que Jesús había estado con él en cada etapa de su vida, Paul sentía que el Señor le mostraba cuál era la masculinidad verdadera a los ojos de Dios. Esta experiencia del amor afirmativo de Dios hacia él cuando era niño y adolescente lo liberó del odio que sentía hacia sí mismo y del profundo sentimiento que tenía de ser inadecuado como hombre. Finalmente, las gracias de la Eucaristía y del Sacramento de la Confesión fueron de enorme beneficio en su mayor autoaceptación.

El alcohol, las drogas y las adicciones sexuales a menudo convergen en los que practican la homosexualidad. El comportamiento homosexual del Padre Mike siempre iba precedido de excesos en la bebida como resultado de sus luchas contra la soledad.

El Padre Mike pudo superar completamente su comportamiento homosexual al acudir regularmente a las reuniones de Alcohólicos Anónimos, dejar de beber, hacer uso de la meditación, de la dirección espiritual y de los sacramentos para combatir la soledad.

Para aquellos que son verdaderamente adictos sexuales, los primeros pasos del tratamiento tratan de facilitar que acepten su adicción, que abandonen su impotencia para curarse por ellos mismos en las manos de Dios, que crean que no podrán recuperarse sin el amor y la ayuda de Dios y que participen en un grupo de adicción sexual basado en los Doce Pasos, como por ejemplo el grupo Sexaholics Anonymous. También puede ayudar enormemente la participación semanal en grupos de recuperación para personas con problemas de homosexualidad, tales como Courage ("Coraje), Homosexual Anonymous o Harvest ("Cosecha"). Véase Ayuda para las personas homosexuales.

Los que sienten demasiada vergüenza asistiendo a esos grupos pueden obtener los nombres de las personas que ya han avanzado en su recuperación y que pueden actuar de auspiciadores. De esta manera, si se ven ante una gran tentación, pueden acudir a estos auspiciadores en busca de apoyo, oración y ánimo.

Aunque los grupos de adicción basados en los Doce Pasos ayudan bastante, en mi experiencia clínica he observado que el comportamiento adictivo no se controla del todo hasta que las heridas emocionales que hay en el fondo no se curan.

9. Curación del narcisismo o egoísmo
El narcisismo es un desorden muy poderoso que alimenta el comportamiento homosexual de mucha gente. Esta debilidad personal no se supera fácilmente porque se teme abandonar una vida de hedonismo (búsqueda del placer), caracterizada también por la irresponsabilidad y el descontrol. El narcisismo es el desorden clínico más directamente responsable del fracaso en la curación de la homosexualidad. Muchos comienzan una curación y acaban cayendo en una vida de placer superficial y hedonista.

Si los que padecen este desorden quieren recuperarse de verdad, necesitan comprometerse con un plan de vida espiritual bien disciplinado. Tal plan incluye la confesión semanal, practicar las virtudes de la mortificación y la humildad, la meditación frecuente de la Pasión del Señor, la dirección espiritual, los retiros frecuentes, una relación íntima con la Virgen María, terminar con las amistades que no son sanas, la lectura diaria de la Biblia y la asistencia diaria a Misa.

10. Curación del excesivo sentido de responsabilidad
La conducta homosexual anónima de Jim se desarrolló como un intento de evadir las presiones y exigencias excesivas de su vida personal y profesional. Con la ayuda de la gracia de Dios aprendió a poner al Señor de primero en su vida, no el trabajo, y le entregó sus responsabilidades al Señor cada día. También le pidió que lo curara de su tendencia a sentirse excesivamente responsable. Leía la Biblia cada noche y, lo más importante, intentaba fortalecer una amorosa amistad con su esposa.

El tomar estos pasos le quitó a Jim el agotamiento y el vacío interior que sentía, y le permitieron a él y a su esposa disfrutar juntos realmente de su vida de casados.

11. Curación de los traumas sexuales de la infancia
Los varones que se sienten confusos con respecto a su identidad sexual, como resultado de los maltratos sexuales sufridos en su infancia, usualmente albergan impulsos violentos inconscientes contra los que los maltrataron. Estos pensamientos de venganza se pueden eliminar al entregarlos diariamente a Dios y al reflexionar que la venganza sólo pertenece al Señor (véase Romanos 12:19).

Los recuerdos específicos de maltratos también pueden atormentar mucho y crear mucha confusión; pero se pueden superar si se entregan diariamente al Señor pidiéndole que cure esas memorias.

La confusión sobre la identidad disminuye a medida que el dolor emocional severo en torno al trauma experimentado también disminuye. La identidad masculina también se fortalece agradeciendo al Señor los dones masculinos que se poseen, creciendo en el sentido de ser hijo de Dios, identificándose con las cualidades positivas del padre de uno o de otros familiares varones y pidiendo la curación en la Eucaristía.

Existe una necesidad urgente de examinar la verdad acerca de la homosexualidad, tanto desde el punto de vista moral como psicológico. Recientemente el Papa Juan Pablo II dijo: "... Necesitamos ahora más que nunca tener la valentía de mirar la verdad cara a cara y de llamar las cosas por su nombre, sin dejarse llevar por la conveniencia o por la tentación del autoengaño". Como maestra de la verdad, la Iglesia afirma en el Catecismo que "los actos homosexuales son actos de gran depravación, intrínsecamente desordenados y bajo ninguna circunstancia aceptables".

Psicológicamente, las atracciones y los actos homosexuales vienen de heridas emocionales muy específicas y de conflictos en la infancia, la adolescencia y la vida adulta. Estas heridas no han sido plena y claramente identificadas en el pasado por los profesionales de la salud mental ni han sido curadas en la mayoría de los casos. Las razones de este fracaso son que el campo de la salud mental está aún en etapa de desarrollo y no ha entendido ni incorporado el perdón como remedio al enfado tan significativo en estas personas, ni ha proporcionado una espiritualidad cristiana para resolver la tristeza, la desconfianza, la baja autoestima y el comportamiento adictivo. Gracias a Dios, la espiritualidad católica, combinada con una buena psicoterapia puede lograr la curación completa de las personas que padecen este desorden.
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Cómo ayudar al homosexual

Cómo ayudar a la persona con inclinaciones homosexuales
a ayudarse a sí misma
Por el Sr. René A. Gómez

No hay atajos en la vida cuando se trata del corazón. Cuando una persona que lucha con sus sentimientos homosexuales decide conquistar el yo que ha perdido, se de cuenta que hay partes de su personalidad que ha enterrado o que ni siquiera conoce todavía. Ello toma tiempo, paciencia y un diligente esfuerzo. El precio es elevado, pero el premio bien vale la pena. Los esfuerzos que se empleen en esa conquista implican temporadas o etapas de curación, sin las cuales la persona que lucha con sentimientos homosexuales se puede estrellar en pleno vuelo.

A menudo "el proceso de curación va de mal en peor, pero luego va mejor". La gente viene a recibir consejería en tiempos de crisis, cuando se sienten mal. A medida que descubren las fuentes de los problemas, las cosas se ponen peor debido a que sienten dolor. Pero, luego, las cosas se ponen mejor cuando la curación se da y se sienten amados.

La etapa de la transición

Primera tarea: Renunciar a la actividad sexual. La persona necesita cortar sus vínculos con las cosas, los lugares y las personas que utilizaba para "divertirse".

Segunda tarea: Descubrir un grupo de apoyo. Ello es importante porque por medio de ese grupo la persona experimenta un ambiente que la alimenta emocionalmente, la cura de las heridas del pasado y le da amor auténtico, dirección y ánimo.

Tercera tarea: Desarrollar el sentido del propio valor y de la propia dignidad en relación con Dios. El camino que conduce fuera de la homosexualidad no consiste en un método, sino en una persona: Jesucristo.

La etapa para establecer los cimientos

Primera tarea
: Continuar con el grupo de apoyo. Es importante que la persona desarrolle su sistema de apoyo, que participe en él y que lo fortalezca. El sistema de apoyo es vital y funciona como un alcázar, es decir, como un espacio seguro que protege a las personas.

Segunda tarea: Continuar con el desarrollo del sentido del propio valor en la relación con Dios. La meditación, la oración, el estudio y la afirmación son esenciales para desarrollar una sólida base espiritual, así como una relación íntima con Dios.

Tercera tarea: Desarrollar habilidades. Se trata de capacitarse en la auto-afirmación, la buena comunicación y las técnicas para resolver conflictos y problemas. La persona que lucha con su proceso de curación necesita instrucción y dirección para saber cómo manejar las relaciones interpersonales actuales, antes de que sea capaz de regresar y curarse de las heridas del pasado.

Cuarta tarea: Comenzar la curación del "niño" interior. Trabajar en la identificación de pensamientos, sentimientos y necesidades. Por medio de esta labor con el "niño" interior, la persona comienza a entender los orígenes y significados de las poderosas fuerzas que la rodean.

La etapa de la curación de las heridas homo-emocionales

Primera tarea: Continuar con todos los aspectos de la etapa anterior. El sistema de apoyo rodea a la persona de amor, comprensión y sostén a medida que el dolor emocional del pasado se va desenterrando.

La relación personal con Dios da más fortaleza para comenzar este proceso de aflicción, para continuar enfrentando el desafío de los pensamientos equivocados y el monólogo interior negativo, así como para ensanchar el alma hacia nuevas maneras de ver y vivir la vida.

Segunda tarea: Descubrir las raíces de las heridas homo-emocionales. Para lograrlo, la persona debe redescubrir y desenterrar aquello que ocurrió en su pasado y que la separó de su propia identidad como hombre o como mujer.

Tercera tarea: Comenzar el proceso de la aflicción, el perdón y el asumir responsabilidad. Las etapas de curación de esta tarea son:

Experimentar alivio.

Cuarta tarea: Desarrollar, con personas del mismo sexo, relaciones que sean sanas y que ayuden en la curación. Lo que surgió de relaciones rotas y no saludables, necesita ser curado por medio de relaciones sanas y emocionalmente nutritivas.

La heterosexualidad florece después que una persona llena sus necesidades homo-emocionales de forma correcta y experimenta la propia identidad masculina o femenina. Por ello es que el matrimonio nunca curará las atracciones hacia las personas del mismo sexo.

La etapa de la curación de las heridas hetero-emocionales

Primera tarea: Continuar con todas las tareas de la segunda etapa.

Segunda tarea: Descubrir las raíces de las heridas hetero-emocionales. La persona que está en proceso de recuperación debe desenterrar las raíces (las causas) que impiden que se relacione íntimamente en el matrimonio con otra persona del sexo opuesto. Debe identificar y curarse de estas heridas.

Tercera tarea. Continuar con el proceso de la aflicción, el perdón y el asumir responsabilidad.

Cuarta tarea. Desarrollar relaciones, con personas del sexo opuesto, que sean sanas y que ayuden en la curación, así como aprender a comprender y a apreciar al sexo opuesto.
El Sr. René A. Gómez es el Director de la Misión de Las Filipinas de Éxodo Internacional, Región Asiática del Pacífico. También es el Director de Bagong Pag-Asa. El presente escrito es la traducción castellana del capítulo 5, titulado "Helping the Homosexual Heal Himself", que forma parte de las actas de las conferencias impartidas en el VIII Congreso Asia-Pacífico sobre el Amor, la Vida y la Familia, que organizó la sección asiática de Human Life International y que tuvo lugar del 24 al 27 de octubre del 2001 en Las Filipinas. Para obtener estas actas (en su original inglés), diríjase a: Human Life International-Asia, Suite 302 Our Home Condominium, Malakas cor. Matulungin Sts., Diliman, Q.C., P.O. Box 2365-1163.

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Adopción de hijos
«Mi mamá no es mujer»

Como cada mañana, he llegado al colegio donde trabajo y entro en el aula. Después de planificar el trabajo de diario de programación, y meterme de lleno en la tarea, observo que Santi –de ocho años– está ensimismado, algo desconectado del ambiente. Verlo así mi lleva a pensar que últimamente trabaja con menos intensidad, está poco relacionado con sus amigos de siempre, y su rendimiento en atención es bajo. Durante la mañana lo he seguido observando, y me he marcado un compás de espera. Hay algo que le hace estar distinto al resto de los días. Acabo la jornada y me voy a casa con la imagen grabada de la cara de Santi. Al día siguiente, vuelvo al trabajo cotidiano y la expresión de Santi sigue igual que ayer.

Llegada la hora del recreo, y después de tomar su apetitoso bocadillo y el zumo de piña, le invito a hablar. Me mira algo extrañado, y le tranquilizo, diciéndole que no es por problema de disciplina, sino porque estoy preocupada por él. Le animo a que me cuente lo que le pasa, resaltándole su habitual alegría. Y comienza a hablar… Ayer estuvo en casa de su mejor amigo, Raúl, donde acude con frecuencia. Éste tiene dos hermanos más y su madre les prepara, siempre que va, unos estupendos bocatas de nocilla, con batido y galletas rellenas de caramelo. Pero, la otra tarde, la madre de Raúl fue llevada con urgencia al Materno, porque iba a nacer una hermanita. A pesar de las circunstancias del momento, todos estaban muy contentos con la llegada de Paula. Y, entonces…, pensó en su casa: es hijo único, y no ha vivido la experiencia del nacimiento de ningún hermano,…, ni nunca la vivirá. Eso sí, en casa le preparan la cena, se ocupan de llevarlo al colegio, a la piscina, a entrenarse, al cine, al parque, tiene play station, TV con DVD en su cuarto, y continúa contándome que no le falta de nada, pero… –se queda callado por un momento, titubeante–, «me falta una mamá, como Raúl, porque mi mamá no es mujer, es hombre. Por eso estoy triste, y me siento distinto a los demás, distinto a mi amigo Raúl, y me da vergüenza llevar a mis amigos a casa, no los invito…»

Nos quedamos callados; le miré con más cariño que nunca, pensando en lo importante que es tener una mamá mujer y un papá hombre…, y pensé en el futuro de Santi. Pensé en el futuro de la sociedad, si hubiera muchos Santi…
C. E. R.
Alfa y Omenga
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Testimonios

TESTIMONIOS
Como católico, y como hombre que tiene una orientación homosexual, le estoy profundamente agradecido a la Iglesia Católica por su doctrina acerca de la homosexualidad y acerca de los actos homosexuales. La Iglesia Católica es casi la única entre las iglesias cristianas que rehúsa, por un lado, tener una actitud paternalista hacia las personas con inclinaciones homosexuales, por medio de un evangelio acomodado; y por el otro, tener una actitud brutal hacia estas personas, por medio de un mensaje irremediablemente hostil.

La Iglesia Católica me ama a mí y a todos los demás que como yo experimentan sentimientos homosexuales. La Iglesia nos mira como adultos que somos, y nos dice que nosotros también podemos cooperar decididamente con el Espíritu Santo en la santificación de nuestra vida. Hemos sido llamados a la santidad por el camino estrecho que nos conduce a ella.

No me fue fácil reconocer el valor de esta doctrina. Desde que tenía 21 años hasta los 28, fui un activista homosexual. Aceptaba y predicaba el mensaje que la comunidad homosexual ofrece hoy en día: la actividad homosexual, mientras sea practicada con las debidas precauciones [v.gr., usando un preservativo] y dentro de una relación comprometida, no es peor que la actividad heterosexual bajo las mismas condiciones. La enseñanza de la Biblia y cualquier otra enseñanza moral que dijeran lo contrario estaban simplemente fuera de moda o probablemente provenían de autores "homofóbicos".

Acumulé con rapidez las cosas que constituyen una vida homosexual exitosa. Adquirí un amante con el propósito de tener una relación duradera, trabajaba mucho y pasaba las vacaciones en lugares turísticos para homosexuales. Mis amigos eran homosexuales, mis relaciones eran homosexuales, mi lugar de trabajo era favorable a los homosexuales y mi vida parecía estar llena de placer y juventud.

Pero no era feliz. Mi corazón andaba inquieto y sin descanso, como también lo estuvo el de San Agustín antes de convertirse al cristianismo, y cada nuevo placer que buscaba sólo traía consigo remordimientos más agudos. Después de poseer todo lo que la vida homosexual tenía que ofrecer, no era suficiente y a principios de la primavera del año en que cumplí los 28 le entregué mi vida a Cristo y comencé a explorar qué quería decir el tomar mi cruz.

Mi exploración me llevó gradualmente, con muchos altibajos, hacia la fe católica, en la cual, desde entonces, he vivido muy agradecido. La enseñanza de la Iglesia sobre la orientación homosexual y la castidad han sido dos grandes fuentes de liberación para mí en mi camino espiritual.

En el contexto de la enseñanza de la Iglesia Católica, los hombres y las mujeres con una orientación homosexual no son automáticamente ni candidatos para ser alabados (en base a ser considerados personas oprimidas), ni para ser condenados (en base a una supuesta pecaminosidad intrínseca). Como el resto de la gente, estas personas tienen la capacidad de elegir el bien o el mal. Esta doctrina de la Iglesia está caracterizada plenamente por el respeto, ya que nos reconoce como hijos de Dios y no como meras bestias dominadas por el instinto.

La otra enseñanza de la Iglesia Católica, de que las personas con inclinaciones homosexuales están llamadas a ser castas, también contribuye a su singular expresión de la gracia de Dios debido a lo que enseña sobre el amor. La cultura contemporánea está llena de falsos sustitutos del amor. Decimos que "amamos" la comida, nuestras mascotas, el salir a pasear, a nuestros padres y a nuestros cónyuges. Pero muchas veces no los amamos por ellos mismos, sino por lo que pueden hacer por nosotros. "Amamos" la comida por su sabor, las mascotas por su compañía, etc., y muchas veces nuestro amor hacia nuestros padres, hijos y cónyuges está condicionado por el interés propio.

Esto es lo que experimentaba en mi vida antes de comprometerme con la castidad y, luego, con la defensa de la vida. Cuando practicaba la actividad homosexual con mi compañero, a veces llamábamos a nuestros actos sexuales "hacer el amor", pero no eran otra cosa que usarse el uno al otro. Cada uno hacía del otro, con su consentimiento, un medio para un fin. Pero eso no es amor y constituye un drástico contraste con la experiencia que he vivido después de comprometerme a ser casto.

Todos nosotros deseamos, y nos merecemos, el ser aceptados profundamente por quienes somos, y no en base a si podemos llenar las necesidades de otros. Paradójicamente, este tipo de compromiso emocional sufre el mayor estrago precisamente cuando las relaciones sexuales forman parte de una amistad. El amor casto puede ser difícil a veces, pero también lo es el vivir en la verdad.

Doy gracias a Dios que la Iglesia Católica comprende esto muy bien y que así lo enseña. Agradezco también a Dios que la Iglesia Católica apoye a una organización como Courage ("Coraje"), que existe para ofrecer ayuda para las personas homosexuales para que vivan esta enseñanza. A través de los años de pertenecer a Courage, he hecho más amistades y más profundas que durante todo el tiempo que viví que practiqué la homosexualidad y estoy convencido de que este tipo de testimonio ayudará a la cultura actual a darse cuenta, no sólo de que la actividad homosexual es grave en sí misma, sino también de la verdadera naturaleza del amor.

Los miembros de http://www.couragerc.net./Espanol/ fueron invitados a compartir algunas palabras sobre sus viajes. Esto es lo que ellos tenían que decir. (Debido a la política de anonimato de Courage los nombres han sido cambiados)

Como sacerdote he estado luchando solo, con una condición homosexual, durante años. A través de la gracia de Dios he sido capaz de permanecer célibe pero he estado cerca de la desesperación en diferentes ocasiones. Me volví un alcohólico y, después de orar pidiendo auxilio, Dios me condujo a Alcohólicos Anónimos y a Courage. Para mí es un milagro y una nueva vida en Cristo más allá de todas las expectativas. La sanación continúa día tras día. Las bendiciones en mi trabajo y el gozo en reconocer al Señor en mi vida son increíbles. Esta no es una experiencia efímera sino un amor constante que no merezco pero estoy profundamente agradecido por él cada día.

Courage me da el apoyo que necesito para ser casto y amar como Dios quiere. Aún es una lucha pero una a la que veo anticipadamente. Desearía que hubiera escuchado con mi corazón años atrás lo que he escuchado este año pasado en Courage. Estoy seguro que mi vida pudo haber sido muy diferente pero Courage todavía no estaba por aquí en ese entonces. La así llamada "afirmación gay" es una parodia del amor y una mentira. Las enseñanzas de la Iglesia han sido una verdadera liberación para mí y pueden serla para muchos otros cuando sufren tanto en buscar el deseo del Corazón de Jesucristo.

¡Que Él sea alabado, adorado y amado!

Testimonio de un homosexual
Voy a hablarles principalmente a todos los jóvenes sobre un problema de un amigo y el sentido que para él tiene la vida siendo portador del HIV, el virus que causa el SIDA. Él me ha permitido dar testimonio del problema, de los sufrimientos y de los cambios que ha habido en su vida.
Empiezo por el principio, se trata de un joven que nació en provincia, en un pueblo pequeño donde pasó su niñez y parte de su juventud al lado de sus padres y sus hermanos. Fue muy feliz, pero a él le ilusionaba el abrirse paso en la vida de la ciudad -- él sólo sin la ayuda de su familia.
Un día, con el permiso de sus padres, se fue a la ciudad sin saber lo que allí le esperaba. Su ilusión era trabajar para formar un hogar y vivir honestamente. Parte de eso lo logró a base de esfuerzos, pero conoció a personas de su mismo sexo con las que creyó que su felicidad sería eterna.
Se enamoró y fracasó, le pagaron mal y un día recurrió al médico por una pequeña enfermedad. Cual sería su sorpresa cuando le comunicaron que era portador del virus del SIDA, enfermedad mortal. De momento él sintió que allí su vida terminaba. No se lo comentó con nadie -- ni siquiera con su familia. Se guardó el problema para él solo. Pero como vivía solo, con el paso del tiempo, la soledad, la angustia y el problema le empezaron a afectar. A pesar de no presentar ningún síntoma del SIDA, su desesperación fue aumentando, pues a su mente venían muchos pensamientos. Pensó que su vida no tenía ningún sentido vivirla así y hasta pensó en quitarse la vida, pues nunca podría ser una persona normal. Pero también pensaba que al quitarse la vida iba a causarle un sufrimiento a sus padres que lo querían mucho.
Antes de llevar a cabo lo que él creía que sería la única solución, Dios apareció en su camino. Un día cuando miraba la televisión, vio y escuchó que un grupo de personas católicas que formaban el equipo diocesano ayudaban a todas las personas con problemas como el de él. Recurrió a ellas, se desahogó, contó su problema, lo ayudaron moral y espiritualmente. Él le prometió a Dios acercarse a Él lo que le quedaba de vida y ponerse en manos de Cristo.
Gracias a Dios y al grupo de personas que tanto lo apoyan ha superado mucho, está consciente del problema. Tiene paz interior y sabe que un día va a morir, pero quiere estar preparado para el momento. Jamás piensa en atentar contra su vida. Tiene tranquilidad, porque siente que Dios siempre está con él en su soledad, en la angustia y en la enfermedad. No culpa a la persona que lo contagió, pues esa persona también fue víctima del virus. Le duele que haya personas con el mismo problema y que estén tan deshubicadas destruyendo su vida y la de los demás, pudiendo encontrar tranquilidad acercándose a Dios.
Así pues, este joven vive feliz aún con el problema que tiene y que su familia ignora desde hace año y medio. Tiene sus recaídas, pero gracias a Dios las supera también. El les envía a todos los jóvenes este mensaje: que sean conscientes de que después de un contagio nada es igual y que el SIDA es una enfermedad incurable que causa la muerte, que vivan la vida felices al lado de sus padres, que se preparen para formar un hogar, que tengan diversiones sanas, que en cuanto a la sexualidad elijan muy bien a su pareja del sexo opuesto para casarse, teniendo relaciones sexuales sólo después del matrimonio, ya que Dios sólo hizo dos sexos: el masculino y el femenino

La realidad de la homosexualidad
Por Richard G. Howe

Will (no es su verdadero nombre) era un buen amigo. Aunque parecía ser un poco afeminado, nunca se me ocurrió pensar que podría ser homosexual. Nunca me insinuó nada ni tampoco me dio ninguna indicación de que se consideraba diferente. Nuestra amistad giraba en torno a nuestro interés común por la música y, más importante aún, a nuestra relación con Cristo. Will decía que él era cristiano.

Nuestra amistad se desarrolló hasta el punto en que Will confiaba en mí plenamente, entonces me confesó que había tenido sus "luchas" con la homosexualidad desde antes de la adolescencia. No pasó mucho tiempo, sin embargo, antes de que su lucha con la homosexualidad regresara y se encontró a sí mismo vacilando entre períodos de tiempo en que se controlaba a sí mismo, períodos en que experimentaba culpabilidad y períodos en que se sentía a gusto llevando a la práctica su homosexualidad.

Yo estaba convencido de que el homosexualismo estaba mal y que, desde una perspectiva cristiana, no podía ser justificado. Pero no me sentía capaz de entenderle ni de ayudarle. Después de un tiempo y debido a nuestros respectivos compromisos universitarios, Will y yo nos fuimos a lugares diferentes y perdí contacto con él.

Algunos años después, Will regresó y enseguida renaudamos nuestra amistad. Una noche salimos a caminar juntos y debió de haberse dado cuenta de que en mi interior yo me estaba preguntando qué había hecho acerca de su homosexualidad. Hasta ese momento estaba de lo más entusiasmado contándome acerca de las magíficas oportunidades que había tenido de servir a la causa del cristianismo por medio de la música. Pero estaba deseoso de contarme cómo le había ido en relación con la homosexualidad y yo también tenía deseos de escucharlo. Me causó una gran alegría cuando me dijo que había dejado su homosexualismo. Ya habían quedado atrás los días en que trataba de justificar lo que él siempre había sabido que era una abominación ante Dios. Por fin había aceptado que el homosexualismo era una violación del orden establecido por Dios y que el amor que había estado experimentando no era otra cosa que un sustituto pecaminoso de la voluntad de Dios.

Mi compromiso a una vida de castidad

"Es sólo una fase" decíamos mi madre, mis dos hermanas mayores y yo, durante mi primer año de escuela secundaria. Estaba enamorada de la chica más bonita y más popular de la escuela. Poco sabíamos que esa era la primera de muchas veces en mi adolescencia que comencé a experimentar sentimientos homosexuales.

Durante mi año final de la secundaria no lo podía soportar más. Sentía como que un día esos sentimientos homosexuales estarían a punto de estallar incontrolablemente fuera de mí. Asumí que mi familia no entendería así que escribí una nota anónima al club "gay & lesbian" de la escuela pidiendo ayuda. Entonces me di cuenta que una profesora de la que estaba enamorada era bisexual. Arreglé una cita para almorzar con ella y terminó comprándome una novela lesbiana de ficción para ayudarme a "emerger".

Pronto me enteré sobre grupos "emergiendo" ("coming out") en la ciudad y comencé a asistir a ellos regularmente. Empecé a ver a una consejera lesbiana. Ella no hizo mucho sino confirmar mis sentimientos. Después empecé a ver a una psicóloga, a quien me refirieron, que enseñaba en mi escuela. Ella trató de empujarme dentro del estilo de vida lesbiano. Sus palabras exactas fueron "¿Cuándo dejarás de vivir tu vida en el limbo?". El "proceso" estaba alargándose tanto conmigo porque muy dentro de mí sabía que algo andaba mal. Sabía cómo se sentía mi familia. Asistí a la Iglesia regularmente y oraba para saber el camino correcto a tomar, a pesar de eso continuaba buscando ayuda en todos los lugares equivocados.

En medio de todo esto en realidad conocí a un hombre en el que me interesé. Él era todo lo que yo podría haber buscado en un novio, pero tuve que terminar con él después de tres meses porque los sentimientos homosexuales continuaban trepando sobre mí. Esto me empujó aún más dentro del estilo de vida lesbiano.

Cuando mi mamá trajo a colación la religión yo me desahogaba diciendo que no había tal cosa como el infierno. Yo estaba recitando todas las mentiras de Satanás. Justificaba mi estilo de vida a mi hermana diciéndole que yo podía tener toda la diversión que quería y no preocuparme del control natal o de quedar embarazada. Incluso encontré una monja que me aseguró que a Dios no le importaba si yo perseguía relaciones lesbianas. Cuando mi conciencia me incomodaba hablaba a esta monja quien me afirmaba en el camino que estaba tomando.

Mi familia me dio un ultimátum: deja la escena "gay" o múdate. Dispuse mi mente para mudarme con mi "novia". Pero el Espíritu Santo tenía otros planes. Me enteré que justo el día siguiente una de mis hermanas mayores quería verme y hablar conmigo. "Muy bien", pensé, "ahora podré realmente darle a ella cada pieza de mi mente." En lo profundo yo estaba temerosa e infeliz por lo que estaba haciéndole a mi familia, pero a pesar de todo fui a ver a mi hermana, armada de todos mis libros pro-gay y preparada para refutar lo que sea que tuviera que decirme. Yo estaba lista para la batalla.

Las cosas no ocurrieron como yo lo había planeado. Mi corazón se abrió cuando mi hermana amorosamente habló acerca del corazón y la voluntad de Dios y cómo ella y el resto de la familia realmente me amaban. Ella estaba dispuesta a trabajar conmigo y me pidió que por lo menos le diera seis meses para tratar. Dijo que yo tenía que cortar de inmediato mis amistades lesbianas. Dijo que tenía que confiar en ella. Sorpresivamente me encontré a mí misma diciéndole "Sí". Realmente estaba diciéndole "Sí" al Espíritu Santo.

Lloré todo ese día. Estaba helado y lluvioso. Me encontraba en un desorden emocional y sabía que tenía un camino difícil por delante. A pesar de ello nunca había sentido el amor derramarse sobre mí como esa vez. Estaba experimentando una lucha interior entre el Espíritu Santo y la esclavitud de Satanás. Más tarde me enteré que mi hermana había estado orando por mí desde su corazón y que ella ni siquiera sabía lo que estuvo diciendo. Con la ayuda de Dios puse fin a mis ataduras lesbianas dentro de los siguientes dos días.

Los siguientes seis meses ciertamente no fueron fáciles, pero un completo nuevo mundo estaba abierto para mí. Mi literatura "gay" fue reemplazada por literatura religiosa. Empecé a asistir regularmente a reuniones de oración y estudios de Biblia. Decidí escuchar la radio cristiana y a ver televisión católica. También empecé a asistir a grupos de apoyo espiritual diseñados para ayudar a personas como yo.

Hubieron muchas noches en que extrañé a mi "novia" y estuve tentada de ceder y llamarla. Doy gracias al Señor que me salvó en el momento perfecto, antes de que ella se volviera mi "amante". Él ciertamente sabe cuánto sufrimiento necesitamos para volvernos maduros y completos, cuánto podemos soportar. No me ayudó el que ella dejara un mensaje en mi máquina contestadora diciéndome que me extrañaba terriblemente. Hubieron días y noches que lloré y lloré. Una noche fui al patio trasero, miré al cielo y estaba alegando con Dios para que me dijera por qué. Mi hermana siempre estuvo ahí para mí. Aprendí cómo encargarme de la tentación. Cada momento de debilidad me hizo más fuerte. Cada evento era un cambio radical. Vivía apoyándome en citas de la Biblia. Jesús con certeza me tenía agarrada.

Mayores aspectos de mi sanación tomaron lugar cuando comencé a rezar el rosario diariamente, ir a Misa diaria y pasar tiempo con Jesús en el Santísimo Sacramento tan a menudo como era posible. Mis tentaciones homosexuales declinaron.

Aún soy amiga del hombre que conocí hace más de tres años. Le hablé sobre mi pasado y de mi decisión de dejar al mismo atrás. Él estaba muy orgulloso de mí. Sentimientos heterosexuales están gradualmente comenzando a surgir hacia él y quizás un día Dios nos una en matrimonio, si Él piensa que estoy lista para ello. Es algo por lo que ahora estoy orando.

Lo importante es mi compromiso a una vida de castidad en unión con Cristo. Aún tengo tentaciones ocasionalmente pero no las dejo molestarme o que interfieran con mi vida porque creo que "¡Él que ha comenzado Su buena obra en mí, la continuará hasta el día de Jesucristo!"
Fuente: Homosexuality in America. Exposing the Myths, Tupelo, MS: The American Family Association, 1994, p. 2. The American Family Association, P.O. Drawer 2440, Tupelo, MS, 38803, EE.UU.

Y de Courage, la organización que ayuda a las personas homosexuales a vivir una vida casta.
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Enlaces relacionados
Vida Humana Internacional ofrece las siguientes secciones en su website, que incluyen enlaces en inglés y en español:

http://www.vidahumana.org/vidafam/alcohol/adiccion_index.html
http://www.vidahumana.org/vidafam/violence/codepend.html
Violencia doméstica -http://www.vidahumana.org/vidafam/violence/violence_index.html
Pornografía - http://www.vidahumana.org/vidafam/porno/porno_index.html
Otros enlaces en español que podrían ser útiles :
Alcohólicos Anónimos en Español - www.alcoholics-anonymous.org
Adicción: Sexólicos Anónimos en España -http://es.geocities.com/sa_espanarec/
Sexólicos Anónimos en EE.UU. - http://www.sa.org/
Alanon/Alateen, para familiares de alcohólicos ->www.al-anon.org/alaspan.html
Sección en español de Marijuana Anoymous World Services -www.marijuana-anonymous.org/Pages/espanol.html
La Biblioteca de Vencedores, website cristiano para codependientes y adictos -www.christianrecovery.com/v/dox/library.htm
Enlaces sobre homosexualismo
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