Tomado de www.luxdomini.com |
Introducción
El tema de la Eucaristía ha sido ya tratado en otros sitios web, y en algunos espacios de este sitio, ya que es un punto doctrinal muy discutido entre católicos y protestantes. Esta es una pequeña aportación más, al tema de la Eucaristía, buscando con ello glorificar a Dios y defender lo que como católico considero ES SU PALABRA.
En varios niveles, ambas partes cristianas toman posiciones diferentes, y contrapuestas unas a otras, ya sea en nivel de simple discusión, en nivel de debate apologético, o en nivel de debate teológico.
Yo he participado en los tres niveles de discusión, aunque sinceramente pienso que no soy un gran exponente, como para pretender entrar a debate teológico, en el que sólo he hecho pequeñas entradas, por carecer de la preparación adecuada para ello.
Aquí, en cambio, pretendo estudiar esta doctrina a nivel apologético, tomando en cuenta las siguientes bases doctrinales:
- La Sagrada Biblia
- La Sagrada Tradición (Escritos de los Padres y definiciones de los Concilios)
- El Catecismo de la Iglesia Católica
- La Teología
Catolicismo y Protestantismo
Para empezar, sería útil establecer qué dicen católicos y protestantes sobre la Eucaristía, ya que ello es el principio del tema, porque nos muestra varias opciones, de las cuáles sólo se debe y puede escoger la verdadera.
¿Qué creen los católicos sobre la Eucaristía?
Primero: Para los católicos, la Eucaristía es un verdadero y propio sacramento. Por sacramento, se entiende una "realidad sagrada en acto de santificación, cuando invisiblemente llega la gracia bajo una forma visible" (cita de la Suma Teológica, tratado de los sacramentos).
Segundo: Para los católicos, la Eucaristía es un verdadero y propio sacrificio. Es decir, que en la Misa, ocurre el mismo sacrificio de la Cruz; real e incruento.
Tercero: Para los católicos, en la Eucaristía, Cristo está presente realmente en la Misa.
Cuarto: Para los católicos, Cristo está presente por el medio de la transustanciación, nombre que se da al misterio por el cual, el Pan Consagrado adquiere sustancia del Cuerpo de Cristo, y el Vino Consagrado adquiere sustancia de la Sangre de Cristo.
Quinto: Con el fin de reseñar un poco más la postura católica, coloco a continuación citas ilustrativas al respecto:
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¿Qué creen los protestantes sobre la Eucaristía?
Primero: Para los protestantes, la Eucaristía, o "Cena del Señor", como le llaman ellos, es un sacramento. Por sacramento, se entiende un "símbolo" o "figura" de un Acto. En el caso del Bautismo, como un "símbolo de haber aceptado a Cristo", y en el caso de la Eucaristía, quienes lo aceptan como símbolo, lo entienden como "símbolo [recordatorio] de la Pasión de Cristo".
Segundo: Las confesiones protestantes no tienen un Símbolo de Fe aceptado por todos, sino que cada rama protestante toma diversas orientaciones, así sucede en el caso de la Eucaristía:
- Así, para Lutero, en la Eucaristía Cristo está realmente presente, por el medio de la consustanciación, según el cual, las sustancias del pan y el vino, están presentes junto con las sustancias del Cuerpo y Sangre de Cristo, y estas últimas únicamente se manifiestan en el momento de la consagración.
- Para Calvino, en la Eucaristía Cristo está presente, pero de un modo espiritual, "por virtud", y totalmente insustancial, de modo que no hay modificación absoluta de las sustancias.
- Para Zwinglio, y la mayoría de protestantes, la "Cena del Señor" es un simple acto recordatorio de la Pasión y Muerte de Cristo, donde no hay presencia real de Cristo, no hay cambio sustancial en el pan y el vino, y no hay ningún efecto sacramental.
Tercero: Para sectas protestantes no-cristianas, como Los Testigos de Jehová y La Luz del Mundo, "la Cena del Señor" es igualmente un simple recordatorio de su Pasión, una especie de festividad esporádica, como la Pascua judía, que muchas veces realizan una vez al año.
Cuarto: Todas las confesiones protestantes, creen que el sentido sacrificial de la Eucaristía o "Cena del Señor", es impropio, es decir, que la "Cena del Señor" no es un sacrificio, sino sólo figura (no representativa sino recordatoria) de otro sacrificio.
¿Significado literal, o metafórico?
Aquí sólo tenemos dos opciones, cuando Cristo dijo "Esto es mi Cuerpo" y "Esto es mi Sangre" (Mateo 26:26-28, Marcos 14:22-24, Lucas 22:19-20), sólo podía querer hablar de dos modos: literal, o metafórico.
El significado literal: Catolicidad de la creencia, Tres Objecciones y Respuestas
La creencia de que las palabras de Cristo deben entenderse en sentido literal, son católicas en el tiempo, porque se remontan a los primeros días de la Iglesia.
En las palabras de San Pablo leemos la creencia de la Presencia sustancial de Cristo en la Eucaristía: La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?, (1Corintios 10:16).
Lo que parece más asombroso, es que durante mil años, hasta Berengario, y luego otros 500, hasta Lutero, la doctrina eucarística católica fuera indiscutida. Indudablemente, los cristianos no tenían motivos para dudar de esa doctrina, máxime si los Padres de la Iglesia, y los mejores teólogos, ofrecieron mayores explicaciones y argumentos razonables en favor de esta interpretación.
Sin embargo, para los protestantes, tanto la Patrística como la Teología son "cosas de hombres", y por lo tanto, fáciles de ser descartadas, y por eso mismo, estudiando la Biblia según les parezca, han obtenido una serie de objecciones contra la Eucaristía:
Objección: La "Cena del Señor" es sólo un memorial, pues Cristo dijo: "Haced esto en memoria mía" (Lucas 22:19).
Respuesta: La Iglesia ha reconocido siempre, que la Santa Misa es un memorial de la Pasión y Muerte de Cristo. Esto no significa que no haya presencia real de Cristo. La Eucaristía es un sacramento y un memorial. Y el hecho de que Cristo haya dicho "Haced esto en memoria mía", ¿De qué modo explica que las palabras "Este es mi Cuerpo", "Esta es mi Sangre" se deben entender en sentido "simbólico"?
Objección: No se puede decir que Jesús hablaba literalmente, porque en Juan 6:63, dice que sus palabras "son espíritu y vida"
Respuesta: O.k. Es un buen punto. Notemos que antes de que Cristo dijera esto, el versículo de Juan 6:60 nos dice que algunos dijeron "Duro es este lenguaje, ¿Quién puede escucharlo".
Naturalmente, si Jesús explicaba que sus palabras tenían un sentido de metáfora, era de esperarse que entonces sus oyentes se tranquilizaran. Y Jesús, al darse cuenta de que están murmurando, dice "Mis palabras son espíritu y vida".
Pero, ¡Oh, sorpresa!, parece que sus palabras producen el efecto contrario al que quisieran nuestros amigos protestantes. El versículo 66 nos dice que "muchos se volvieron atrás y ya no andaban con Él".
De tal forma que su "explicación", en vez de tranquilizar a sus oyentes, los escandalizó MÁS AÚN. ¿Qué deducir de ello?
Bueno, podemos deducir que Cristo, al decir "mis palabras son espíritu y vida", no tenía la más mínima intención de decir que sus palabras tenían sentido simbólico. O bien podemos deducir que Cristo no sabía darse a entender, y permitía tranquilamente que por un malentendido, lo abandonaran discípulos suyos.
Punto número dos: Los protestantes insisten mucho en "mis palabras son espíritu", dando a entender que ESO, significa "mis palabras son simbólicas".
La palabra "espíritu", se remite a un significado espiritual, y por lo tanto, que las palabras de Cristo tenían un significado espiritual
El problema para los protestantes, es que lo espiritual es REAL, no simbólico, y mal que les pese, no es lo mismo un "sentido espiritual", que un "sentido simbólico".
Un sentido espiritual tiene significado propio, y nos dice que las palabras deben aplicarse al espíritu. En el caso de la Eucaristía, que es alimento espiritual, para nuestras almas, es así.
Por el contrario, un sentido simbólico no tiene significado propio, sino que es simplemente FIGURA de otra cosa totalmente distinta. Así, el pan sería figura del Cuerpo de Cristo, y el vino figura de la Sangre de Cristo, como pretenden nuestros amigos protestantes. (Y también tendrían que explicarnos qué simboliza "comer la carne", y "beber la sangre").
Pero al decir Cristo que sus palabras "son espíritu", descarta totalmente el sentido simbólico, porque el espíritu es REAL, tiene significado propio, y no es una "figura".
Objección: En la Misa católica, no se observa ningún cambio en el pan y el vino, ¿Cómo saber si realmente se convirtieron en Cuerpo y Sangre de Cristo?
Respuesta: Vale la pena estudiar detenidamente esta objección, pues puede ser muy útil a los protestantes, o muy desastrosa, todo es cuestión de cómo se tome.
Los protestantes insisten mucho en esto, recalcando que "los milagros que Cristo hacía, eran visibles", y un bautista, en su rabieta, decía que "en las bodas de Caná el agua transformada en vino sabía a vino, y por lo tanto, en la Misa debe haber algo parecido, de lo contrario todo es fraude".
Para empezar, uno puede explicar todo lo que quiera sobre la presencia por transustanciación, según la cuál las especies de pan y vino permanecen inmutables, y lo que cambia son las sustancias, mismas que son imperceptibles para los sentidos.
Y aún cuando esta es la explicación del asunto, los protestantes no dudan en rechazarla, porque no les parece bien que esa sencilla respuesta desbarate su ataque. Exigen entonces pruebas bíblicas de que Cristo se hace presente de modo sustancial, y todas las explicaciones teológicas no los convencen.
Vamos a ver, la Teología explica que el cambio ocurre a nivel de sustancia porque las especies permanecen incólumes. No se puede rechazar el dogma eucarístico, limitándose a negar la explicación de las sustancias, precisamente por todo el respaldo bíblico a la interpretación literal.
Entonces sólo tenemos dos opciones: O aceptamos la explicación teológica, o negamos la presencia real (y con ella la transustanciación), a pesar de todo el apoyo bíblico (que supuestamente respetan mucho los protestantes), y que tiene la doctrina católica.
Unos días antes de redactar este artículo, tuve una discusión de esa índole con un protestante, donde, acorralado por la carga bíblica que pesaba en su contra, el protestante pasó a los argumentos científicos, diciendo que un análisis químico debía demostrar si había o no, SUSTANCIA del Cuerpo de Cristo y Sangre de Cristo.
Principalmente, me cuestionó sobre "qué era la sustancia", y por qué escapaba incluso a los análisis científicos.
Yo respondí comparando la sustancia (concepto filosófico), con el alma humana, cuya existencia y presencia no pueden ser comprobadas ni por los sentidos físicos, ni por análisis científicos.
Sobra decir que en absoluto quedó convencido, y siguió insistiendo, incluso saliéndose del tema que tratábamos.
Pero el asunto se pone más interesante, estudiado con profundidad.
Entre los protestantes, es común la idea de que "creyendo en Cristo se es salvo", y proclaman que "son salvos", y su slogan es "cree en Cristo y sé salvo", y de hecho, critican que los católicos "no sabemos a dónde nos vamos a ir cuando muramos".
Bueno, bueno, el asunto aquí es el mismo: ¿Cómo sabemos nosotros que la persona en cuestión "es salva"? ¿Lo vemos, acaso? ¿Lo olemos, oímos su categoría de "salvo"? ¿Tocamos su "salvación"? ¿Vemos algún pliego con firma de Dios que lo declare "salvo"?
¡Es válido! Si nos dicen: "¿Sabes qué? Yo soy salvo", la pregunta viene a ser la misma: "¿Y yo cómo lo sé? ¿Cómo sé que no es un fraude?".
Los protestantes se apresurarán a responder: "Quien es salvo, lo siente en su corazón, como fruto de su encuentro personal con Cristo, y por la FE, sabe que es salvo".
¡Wow!, entonces los protestantes ya nos dieron la respuesta: Igualmente, nosotros, como fruto de nuestro encuentro personal con Cristo en la Eucaristía, sentimos en nuestro corazón, por la FE, que realmente estamos comiendo Su Cuerpo y bebiendo Su Sangre.
Y esa explicación "por la fe", suena muy mal a oídos de los protestantes cuando se trata de la Eucaristía, pero en cambio, ellos mismos la usan para explicar varias cosas:
-¿Por qué crees en Dios?
-Por la fe.
-¿Por qué crees que la Biblia es Palabra de Dios?
-Por la fe.
-¿Por qué crees que eres "salvo"?
-Por la fe.
-¿Por qué crees en el alma?
-Por la fe.
Pero eso sí, que a ningún católico se le ocurra decir que él cree que el milagro eucarístico es verídico, POR LA FE, porque entonces no, ¡Se necesita más! ¡Pruebas científicas, percepción por los sentidos físicos, análisis químicos, etc.!
Si todo eso lo pidiera un ateo, entonces sería comprensible.
El significado metafórico: Variedad de la creencia, Fuertes Objecciones a esta interpretación
Lo más rechazable de la doctrina protestante sobre la Eucaristía, es la gran variedad que al respecto existe. Colocaré a continuación una detallada exposición de la discordancia entre los reformadores, sobre la Eucaristía:
a) Zwinglio sostenía una concepción idealista: el cuerpo de Cristo está en el cielo; no puede, por tanto, hacerse presente realiter y essentialiter en el pan y el vino en la tierra ni podría ser alimento del espíritu. Cristo se hace presente en el espíritu de los participantes. Los elementos «significan» el cuerpo y la sangre entregados por nosotros; son, por tanto, signos subjetivos que nos los recuerdan. La celebración en su conjunto es sólo un recuerdo subjetivo y una profesión de fe. Igual que Zwinglio piensan Hoen, Bucero, Ecolampadio y Karlstadt. b) En oposición a éstos defiende Lutero apasionadamente la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo, y entiende el verbo «es» en un sentido realista. Rechaza la doctrina católica de la transustanciación y de la concomitancia para atacar en su misma raíz la comunión bajo una sola especie, mientras explica la presencia real del totus Christus con la ayuda de la doctrina de la ubicuidad, que tiende hacia el panteísmo: el cuerpo de Cristo presente en todas partes se une, en virtud de la palabra, con el pan y el vino en una unidad sacramental análoga a la unión hipostática que tiene lugar en la encarnación. El cuerpo de Cristo está presente de manera consustancial «en, con y bajo» el pan y el vino, que permanecen sin transformación; pero sólo in usu, es decir, sólo durante la celebración de la cena, que comprende la consagración, la administración del sacramento y la participación en él. La reserva y la adoración de la hostia consagrada son suprimidas. c) Calvíno intenta llegar a un compromiso entre Lutero y Zwinglio. Pero al mismo tiempo se esfuerza en conservar su tendencia teológica fundamental, que distingue un doble plano: el mundano y el supramundano; lo cual le lleva a conjugar un lenguaje realista con una interpretación que lo mitiga: el cuerpo de Cristo, que está localizado espacialmente en el cielo, no puede hacerse presente; pero los que participan en el banquete eucarístico se unen a El por medio del Espíritu Santo, el vinculum communicationis, y reciben no ciertamente al mismo Cristo, pero sí su fuerza vital de manera tan eficaz como si su cuerpo estuviera realmente presente. Calvino concibe los elementos sacramentales sólo como signos rememorativos, y toda la celebración como figura y símbolo de la unión de Cristo con los fieles. El verbo «es» de las palabras de la institución tiene sólo un sentido metonímico. d) Las divergencias doctrinales de los reformadores resultaron completamente inconciliables y fueron grave obstáculo para la uniformidad de los movimientos innovadores. Las iglesias confesionales de la Reforma se negaron, y aún hoy en parte continúan negándose, la mutua participación en el banquete eucarístico. Prescindiendo del luteranismo rígido, la moderna teología protestante sigue, por lo general, la concepción simbólica y explica la Eucaristía como una «imagen» de la muerte de Cristo o de la importancia de Jesús para la salvación. La presencia real que Pablo afirma es rebajada a la categoría de un «helenismo» que hay que desmitologizar. Las tesis eucarísticas de Arnoldshain, de 1958, constituyen un intento de superar las divergencias doctrinales entre las Iglesias pertenecientes a la Iglesia Evangélica de Alemania, basándose en los resultados de la investigación exegética. Pero no lo han conseguido hasta ahora, sino que más bien han suscitado las protestas del luteranismo a causa de su tendencia antirrealista. Fuente: http://www.mercaba.org/FICHAS/SACRAMENTOS/EUCARISTIA/eucaristia_01.htm |
Es necesario decir entonces: Protestantismo, varías, luego no eres la verdad.
7 objecciones a la interpretación "simbólica":
Objección 1: La primera objección nos remite al texto bíblico de 1Corintios 11:27-29. San Pablo dice que quien coma o beba indignamente el Pan y el Vino, se hace reo del Cuerpo y Sangre del Señor, y que quien coma y beba de la Eucaristía sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo.
No creemos que faltar el respeto a un símbolo, por muy cristiano que sea, participando en una "comunión simbólica", tenga tan terribles efectos como los plantea San Pablo.
Añádase a ello la relación clara de las cuatro figuras: Pan-Cuerpo-Vino-Sangre. Un protestante, respondiéndome, me remite al versículo 22, arguyendo que los que son advertidos, pecaban contra el Cuerpo de Cristo (Iglesia), y no contra el Cuerpo de Cristo (hostia consagrada).
Pero el problema no desaparece, porque aún suprimiendo el elemento [cuerpo de Cristo], tomándolo por "La Iglesia", quedan otros tres elementos: El Pan, el Vino, y la Sangre de Cristo.
La objección, formalmente formulada, es: Cristo no pudo estar hablando en sentido simbólico, porque las faltas sobre el Pan y el Vino, son directamente faltas al Cuerpo y Sangre de Cristo.
Objección 2: Siguiendo el texto paulino, nos fijamos en un interesante versículo, el de 1Corintios 10:16, donde San Pablo relaciona el pan que se bendice en la Iglesia, con la comunión con el Cuerpo de Cristo, y la copa (con vino) que se bendice en la Iglesia, con la comunión con la Sangre de Cristo.
En este orden de ideas, no podría decirse que comer el pan es "comulgar con una figura del Cuerpo de Cristo", porque San Pablo excluye totalmente la palabra figura, que se requiere para sostener la exégesis protestante.
Y es que según los protestantes, en la "Cena del Señor" ni se come ninguna carne, ni se bebe ninguna sangre, es decir, no se aplica la orden dada por Cristo en Juan 6:53, sino que aquello se cumple "creyendo en Cristo".
El resultado es que en su "Cena del Señor", el pan que se bendice NO es comunión con el Cuerpo de Cristo, y la copa que se bendice NO es comunión con la Sangre de Cristo.
Y entonces, que la "Cena del Señor" protestante, no es la Cena del Señor que nos muestra la Biblia.
La objección, formalmente formulada, es: Cristo no pudo estar hablando en sentido simbólico, porque comer el pan es comulgar con Su Cuerpo, y beber el vino es comulgar con Su Sangre.
Objección 3: La tercera objección simplemente apela a otras creencias protestantes, tales como son la Omnisciencia y Perfección de Dios.
En efecto, ¿Permitiría un Dios omnisciente y perfecto, que sus palabras fueran entendidas literalmente, cuando debían ser entendidas simbólicamente?
Y con ello queremos decir que todos los testimonios primitivos nos relatan que la Presencia Real de Cristo, y que realmente se comía Su Cuerpo y bebía Su Sangre, eran totalmente creídos en la Iglesia de los primeros siglos.
Esto llevó posteriormente a la consecuencia de adorar a Cristo sacramentado, bajo las formas de pan y vino, y por lo tanto, sería una idolatría que seguramente un Dios omnisciente y perfecto no permitiría.
Y por lo tanto, Cristo hubiera explicado oportunamente el sentido simbólico de sus palabras, para no permitir que como consecuencia de una interpretación literal de las mismas, se diera una idolatría.
La objección, formalmente formulada, es: Cristo no pudo estar hablando en sentido simbólico, porque los primeros cristianos le entendieron literalmente, como testimonian los escritos de San Pablo y de los Padres de la Iglesia, y es imposible admitir que un Dios omnisciente y perfecto permitiera un error tan grave.
Objección 4: Esta objección se basa en un simple hecho: La inexistencia, en el Nuevo Testamento, de la explicación de que (todas) las palabras de Cristo en relación a la Eucaristía, tenían un sentido simbólico, misma explicación que es necesaria para admitir la tesis protestante.
Los protestantes pueden llegar a argumentar que ellos "no necesitan tal explicación explícita", pero a la luz de los evangelios, sí es necesaria tal explicación, por el siguiente motivo: Cristo habló en varias ocasiones en sentido simbólico, mismo que fue entendido de manera literal por sus oyentes, y entonces, Cristo les CORRIGE, explicando el sentido simbólico de sus palabras. (Mateo 16:6-12, Juan 2:19-21, Juan 11:11-14).
La necesidad se vuelve más imperiosa, cuando vemos que las correcciones de Cristo eran en temas poco importantes, lo cual hace que en el caso de la Eucaristía, la explicación sea total y absolutamente necesaria.
Pero en el caso del capítulo sexto del Evangelio de San Juan, vemos que incluso hay quienes le abandonan, sin que Cristo haga el menor intento por hacerlos regresar, y sin explicar que el sentido de sus palabras es "simbólico".
La objección, formalmente formulada, es: Cristo no pudo estar hablando en sentido simbólico, porque en la Biblia no aparece una explicación de que sus palabras deben entenderse "en sentido simbólico", mientras que en otros versículos (no eucarísticos), sí aparecen correcciones de sentidos.
Objección 5: Esta objección es muy similar a la anterior. Versa sobre el hecho de que en la Iglesia Primitiva la doctrina cristiana sobre la Eucaristía creía en una presencia real, y en una verdadera comunión con el Cuerpo y Sangre de Cristo.
Si los apóstoles hubieran enseñado que las palabras de Cristo tenían un "sentido simbólico", entonces en los escritos de los primeros cristianos encontraríamos referencias y explicaciones muy claras a ese respecto. El problema (para los protestantes), es que esos escritos testimonian precisamente lo contrario: una profunda creencia en la Presencia Real de Cristo, y convicción de que el Pan es Su Cuerpo y el Vino Su Sangre.
La objección, formalmente formulada, es: Cristo no pudo estar hablando en sentido simbólico, porque en los escritos de los primeros cristianos (Iglesia Primitiva, Padres de la Iglesia, etc.), no se encuentra la enseñanza de que las palabras de Cristo sobre la Eucaristía tenían un "sentido simbólico".
Objección 6: La sexta objección busca estudiar las expresiones utilizadas por Jesús en Juan 6, y compararlas con otras expresiones similares en el Antiguo Testamento.
Jesús dijo "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna" (Juan 6:54), ahora bien, ¿Qué sentido simbólico tienen las expresiones "comer la carne" y "beber la sangre" de una persona?
Para darnos una idea de cómo lo entendieron los judíos (oyentes de Jesús), busquemos qué sentido simbólico le podían dar a esas palabras, basándonos en el Antiguo Testamento:
-Los que han comido la carne de mi pueblo y han desollado su piel y quebrado sus huesos, los que le han despedazado como carne en la caldera, como vianda dentro de una olla (Miqueas 3:3)
-Manasés devora a Efraím, Efraím a Manasés, y ambos a una van contra Judá. Con todo eso no se ha calmado su ira, y aún sigue su mano extendida.(Isaías 9:20)
Haré comer a tus opresores su propia carne, como con vino nuevo, con su sangre se embriagarán. Y sabrá todo el mundo que yo, Yahveh, soy el que te salva, y el que te rescata, el Fuerte de Jacob.(Isaías 49:26)
Se puede notar que el sentido simbólico de "comer la carne" y "beber la sangre", no es en absoluto, una inocente figura de "creer".
Los judíos, por lo tanto, no pudieron entenderlo así, y Cristo no iba a hablarles en un sentido simbólico INEXACTO Y CONFUSO, de modo que: O bien Cristo hablaba en sentido literal, o bien habló en un sentido simbólico inentendible para sus oyentes, sin tomarse la molestia de explicárselos.
La objección, formalmente formulada, es: Cristo no pudo estar hablando en sentido simbólico, porque los judíos le entendieron otra cosa (acorde a los textos paleotestamentarios), y Cristo no explicó que el suyo era un "sentido simbólico distinto", al que estaban acostumbrados los judíos.
Objección 7: La última objección de esta lista, se fija en las circunstancias externas de la Cena del Señor, donde se reúnen estos elementos:
-Cristo va a partir, es su Última Cena con sus discípulos.
-Es el último discurso doctrinal que va a decirles, es decir, es una especie de testamento, antes de morir.
-Sus discípulos no son hombres cultos, sino sencillos, no están educados en la retórica ni la dialéctica. Antes de que el Espíritu Santo viniera sobre ellos, fácilmente malentendían a Jesús y necesitaban explicación para cada parábola.
Reunidos estos elementos, preguntamos, ¿Es de creerse que Cristo hablaría a sus discípulos en un lenguaje figurativo SIN EXPLICARLO, en la circunstancia solemne de su Última Cena?
Un testamento no es el lugar apropiado de introducir lenguaje figurativo, sino que hay que ser lo más claro posible. Por lo tanto, aquí Cristo podía decir "Esto es mi cuerpo, con esto quiero deciros que representa mi Cuerpo". Puesto que no lo hace, no caben más que dos opciones: O Cristo hablaba de modo claro, realista y literal (acorde con las circunstancias), o bien Cristo cometió el error de no explicar sus palabras "en lenguaje figurativo".
La objección, formalmente formulada, es: Cristo no pudo estar hablando en sentido simbólico, porque en circunstancias solemnes, como fue la Última Cena, no es apropiado usar lenguaje figurativo [sin explicarlo], y mucho menos usarlo con hombres incultos y de lenta comprensión, como eran entonces sus discípulos.
Conclusión
Este artículo tiene sólo un objetivo: Proveer al fiel católico de preguntas y respuestas sobre el tema de la Santa Eucaristía, sacramento donde Cristo se nos entrega por completo.
Al mismo tiempo, y en aras de una mejor instrucción, cualquier respuesta que dieran los protestantes a las objecciones en contra de su interpretación, podría, efectivamente, mejorar y aclarar las cosas.
Y como comentario final, me gustaría recordar a los fieles católicos, que la Iglesia de Cristo va a permanecer, porque Cristo está con Ella todos los días, hasta el fin del mundo, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella, y que habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción (de la Segunda Carta de San Pedro, capítulo 2, versículo 1).
Jesús Hernández