Uno de los temas más complicados para la Apologética Católica es el de la Asunción de la Virgen a los cielos, y las razones son evidentes: No hay un solo texto explícito en la Sagrada Escritura para ello, por lo que un protestante no acepta argumento distinto a esto.
Suficiencia en la Escritura para exponer una verdad
b) Tipología de María como Arca de la Alianza
c) Conexión con la Inmaculada Concepción
d) Análisis del acontecimiento a la luz de la Escatología
e) Situación de este dogma antes de su promulgación
a) Suficiencia en la Escritura para exponer una verdad
Lo primero que debe ocuparnos es saber cual es el nivel de mención que una doctrina debe tener en la Sagrada Escritura. Los protestantes alegan que la Asunción de María es un invento católico porque no está registrada en la Sagrada Escritura. Si bien, esto no reviste problemas para un católico, ni es tan cierto que no esté mencionado, debemos antes clarificar ciertos casos al respecto:
Doctrina expresada por la Tradición implícita por otros textos:
Que el Espíritu Santo sea una persona. No hay un texto que lo diga aun cuando el contexto de otros pasajes nos permita afirmarlo por presentar características de una persona.
Doctrina expresada por la Tradición no mencionada en la Escritura:
Qué la Revelación Pública terminara en Apocalipsis. Esto no se puede suponer de ningún texto sino de la Tradición.
Y así hay otros puntos como la celebración del Domingo, o la canonicidad de las Escrituras, que no pueden rechazarse porque no tenga una cita de apoyo, sino mirar si dicha doctrina contradice el depósito de Fe entregado por Cristo.
Es obligatorio para la comprensión de este punto analizar las respuestas protestantes al tema de la Sola Scriptura. Si bien nos exigen una cita puntual para apoyar la Asunción, la base bíblica para ellos defender la Sola Scriptura es un supuesto implícito aceptado como axioma que no necesita ser demostrado.
Veamos un ejemplo de respuesta protestante a la Sola Scriptura:
El primer argumento católico en contra de la Sola Scriptura es que la Biblia no enseña explícitamente la Sola scriptura. Esto es, los católicos argumentan que, “La Biblia, en ningún lugar establece que sea la UNICA guía autorizada para la fe y la práctica.”
Mientras que esto es cierto – se equivocan en reconocer un punto crucial. Sabemos que la Biblia es la Palabra de Dios. La Biblia se declara a sí misma ser inspirada por Dios, inerrante y autoritativa. También sabemos que Dios no cambia Su parecer o se contradice a Sí mismo.[1]
Mientras que esto es cierto – se equivocan en reconocer un punto crucial. Sabemos que la Biblia es la Palabra de Dios. La Biblia se declara a sí misma ser inspirada por Dios, inerrante y autoritativa. También sabemos que Dios no cambia Su parecer o se contradice a Sí mismo.[1]
Los protestantes tienen obligadamente que reconocer que su doctrina no está establecida en NINGUNA CITA. Sin embargo, apelan a que ella misma diga que es inspirada. Esto tiene el mismo peso que si un musulmán me dice que el Corán es inspirado porque él lo diga.
Pero tampoco podemos entonces igualar en veracidad la Sola Scriptura con la Asunción de María porque ninguna tenga una cita textual, ya que la misma Escritura si muestra textos que contradicen la Sola Scriptura pero no hay contradicción en pensar que María pueda estar ya en cuerpo y alma en el cielo.
Quitando estos prejuicios, podemos entrar a estudiar el tema en sí de la Asunción
b) Tipología de María como arca de la Nueva Alianza
Lo primero que debemos tener claro es analizar qué paralelo puede haber entre el Arca de la Alianza y la Virgen María.
Primero debemos recordar qué era el Arca y qué contenía
Las tablas de la Ley:
En el Arca se encontraban únicamente las dos tablas de piedra que Moisés, en el Horeb, había depositado allí: las tablas de la Alianza que el Señor había hecho con los israelitas a su salida de Egipto. (1 Re 8, 9)
La vara de Aarón y el maná:
“Que contenía el altar de oro para el incienso, el arca de la Alianza —completamente cubierta de oro— y en ella, la urna de oro con el maná, la vara de Aarón que retoñó y las tablas de la Alianza. (He 9, 4)
Como se ve, el Arca de la Antigua Alianza contenía las normas dadas por Dios a Israel, contenía el maná (pan bajado del cielo), y la vara de Aarón (Sacerdote), todas sombras que lograron su cumplimiento en Cristo. Por eso, sí el Arca de la Antigua Alianza guardaba un maná, una vara, y la Ley; en el vientre de María estaba: El Pan vivo bajado del cielo, el Sumo Sacerdote y el Verbo de Dios.
Además podemos encontrar los siguientes paralelos entre el Arca de la Alianza la y la Santísima Virgen María:
· La sombra de Dios cubriendo
Moisés no podía entrar en la Tienda del Encuentro, pues la Nube moraba sobre ella y la gloria de Yahveh llenaba la Morada. (Ex 40, 35)
El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (Lc 1, 35)
· El asombro ante la visita
Aquel día, David tuvo miedo del Señor y dijo: "¿Cómo va a entrar en mi casa el Arca del Señor? (2 Sam 6, 9)
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? (Lc 1, 43)
· Tiempo de visita
El Arca del Señor permaneció tres meses en la casa de Obededóm de Gat, y el Señor bendijo a Obededóm y a toda su familia. (2 Sam 6, 11)
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa. (Lc 1, 56)
· Gozo ante la presencia
David, que sólo llevaba ceñido un efod de lino, iba danzando con todas sus fuerzas delante del Señor. (2 Sam 6, 14)
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo (Lc 1, 41)
¿Serán coincidencia todos estos textos?
Pero miremos más
¿Qué pasó finalmente con el Arca de la Alianza? ¿Dónde se encuentra?
Realmente nadie puede saber donde está el Arca. Remito un artículo que presenta algunas suposiciones sobre la presencia actual del Arca:
Se han propuesto numerosas hipótesis. El inglés Graham Hancock asegura que está en Axum (Etiopía), en una capilla secreta de la iglesia de Santa María. El arqueólogo italiano Flavio Barbiero cree que se encuentra en el monte Sinaí, donde Moisés la dejó escondida tras llevarse una réplica a la Tierra Prometida. El estadounidense Tom Crotser asegura haberla visto en una cueva del monte Nebo (Jordania) en 1981. Y el arqueólogo Ron Wyatt dice que en 1997 se encontró con ella en Jerusalén, en un túnel bajo la colina del antiguo Templo. Otras teorías más fantasiosas la imaginan en un banco de Suiza (depositada por el último emperador etíope), en Francia (llevada por los Templarios), en el Vaticano (donada por Mussolini), o en Irlanda (¡a donde la habría llevado el profeta Jeremías en persona!)[2]
Si bien hay textos como 2 Re 24, 23 que expresa que todos los utensilios de oro fueron destruidos, o 2 Cro 36, 10 que expresa que fue devuelta luego del destierro, el único texto que la menciona en el canon protestante es Jer 3, 16:
Y cuando ustedes se hayan multiplicado y fructificado en el país, en aquellos días —oráculo del Señor— ya no se hablará más del Arca de la Alianza del Señor, ni se pensará más en ella; no se la recordará, ni se la echará de menos, ni se la volverá a fabricar.
El segundo libro de Macabeos expresa lo siguiente:
Al llegar, Jeremías encontró una caverna: allí introdujo la Carpa, el Arca y el altar del incienso y clausuró la entrada.
Algunos de sus acompañantes volvieron para poner señales en el camino, pero no pudieron encontrarlo.
Y cuando Jeremías se enteró de esto, los reprendió, diciéndoles: "Ese lugar quedará ignorado hasta que Dios tenga misericordia de su pueblo y lo reúna.
Entonces el Señor pondrá todo de manifiesto, y aparecerá la gloria del Señor y la nube, como apareció en tiempos de Moisés y cuando Salomón oró para que el Santuario fuera solemnemente consagrado". (2 Mc 2, 5-8)
Aun cuando los protestantes rechazan Macabeos, hay una fuerte conexión entre ambos textos. Lo más importante es que expresa que nadie sabrá del arca hasta que Dios lo decida. Pero más aún es poder conectar el siguiente salmo:
¡Levántate, Señor, entra en el lugar de tu Reposo, tú y tu Arca poderosa! (Sal 132, 8)
El salmo expresa que Dios al levantarse entrará en su lugar de reposo junto a su arca. ¿Cuando entró Dios a su lugar de reposo? Veamos que dice San Pedro en su primera predicación:
En efecto, refiriéndose a él, dijo David:
Veía sin cesar al Señor delante de mí, porque él está a mi derecha para que yo no vacile.
Por eso se alegra mi corazón y mi lengua canta llena de gozo.
También mi cuerpo descansará en la esperanza, porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción.
Tú me has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de gozo en tu presencia. (Hch 2, 25-28)
El descanso lo tiene Cristo cuando resucita y sube al cielo, porque no estuvo sujeto a la muerte. Pero es interesante que el salmo diga que también el arca
Dios Padre no reposa, pero Dios Hijo sí cuando sube a la derecha del Padre. ¿Cuál es esta arca que anuncia el salmo?
Es importante que se analice que del arca antigua nadie se acordará y que está escondida hasta que Dios decida, más sin embargo el salmista reconoce que el Arca entrará al reposo junto al Señor.
Viendo las fuertes conexiones que hay entre María y el Arca, ¿podemos inferir que María tuvo el mismo destino que Cristo al ascender a los cielos?
Por lo menos, María representa al Arca en el Nuevo Testamento, y está entrando al reposo junto con el Señor.
Luego en Apocalipsis vemos un texto muy polémico con los protestantes:
Ap 12. ¿Quién es la mujer de Ap 12, 1?
Los protestantes ven en esta mujer al pueblo de Dios. Los católicos no tenemos problemas en aplicar el texto a Israel, de quien procede el Mesías, pueblo de las 12 tribus, la mujer embarazada como la simbolizaba (Is 26, 17). No tenemos problemas en aplicarlo a la Iglesia, ya que los cristianos luchamos contra el mal (v 17), y tampoco tenemos problemas en aplicarlo a María, ya que es quien históricamente da a luz a Cristo. Es impensable que si el pasaje se puede aplicar a Israel, no se pueda aplicar a María, que es quien realmente da a luz a Jesús.
Ap 12. ¿Quién es la mujer de Ap 12, 1?
Los protestantes ven en esta mujer al pueblo de Dios. Los católicos no tenemos problemas en aplicar el texto a Israel, de quien procede el Mesías, pueblo de las 12 tribus, la mujer embarazada como la simbolizaba (Is 26, 17). No tenemos problemas en aplicarlo a la Iglesia, ya que los cristianos luchamos contra el mal (v 17), y tampoco tenemos problemas en aplicarlo a María, ya que es quien históricamente da a luz a Cristo. Es impensable que si el pasaje se puede aplicar a Israel, no se pueda aplicar a María, que es quien realmente da a luz a Jesús.
La conexión que habíamos analizado entre María y el Arca, se vuelve a hacer presente ahora en Apocalipsis:
Apocalipsis 11,9 expresa:
En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su Alianza, y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó una fuerte granizada (Ap 11, 9)
¿Hay un arca de la Alianza en el cielo? Como explica Bob Stanley, en el cielo no hay nada hecho por mano de hombre, esta Arca no puede ser la escondida por Jeremías[3]. Paso seguido del verso aparece la conjunción griega “kay” que conecta con el verso 1 del capítulo 12.
Muchos protestantes se olvidan de esto y parece que la mención del Arca en el cielo es irrelevante, pero para nosotros los católicos no lo es.
Igualmente veamos algo: entre la aparición del arca y de la mujer se menciona la expresión: señal o signo. Lo que ocurre en el cielo, más que una visión es una señal. Y es la misma palabra griega que aparece en Is 7, 14 como en Ap 12, 1 (σημεῖον= signo)
¿Qué señal se da en ambos casos? El nacimiento del Mesías. Oviar esta fuerte evidencia es mucha terquedad:
a) Ambos textos se muestran como señal
b) Aparece el arca de la Alianza en el cielo antes de aparecer la mujer
c) Ambas señales anuncian el nacimiento del Mesías
Exclusiones en aplicabilidad de profecías
Pero los protestantes tiene un problema, si el texto se aplica a Israel, ya no da lugar a aplicarlo a María. Realmente es preocupante esta forma de analizar el sentido alegórico de la Escritura. Si eso fuera así, no se podría aplicar Is 7, 14 a María ya que ese texto fue dado a Acaz y fue cumplido antes que naciera Cristo.
¿Cuando se cumplió esa profecía referida a Acaz?[4]
Esta profecía fue cumplida, veamos:
Después del año 1200 A.C. el reino de Damasco se convirtió en un poderoso estado que desafió durante mucho tiempo al Reino Asirio. Pero finalmente, en el año 732 A.C, fue conquistado por Tiglath Pileser II bajo las ordenes del rey de Judea, Achaz http://www.homsonline.com/ES/Ciudades/Damasco.htm
Y referente a Pecaj, sabemos por la Biblia:
Oseas, hijo de Elá, urdió una conspiración contra Pécaj, hijo de Remalías, lo hirió de muerte y reinó en lugar de él, el vigésimo año de Jotám, hijo de Ozías.(2 Re 15, 30) Así que, si se cumplió la profecía, quiere decir que hubo un nacimiento en esa época como señal para Acaz.
Entonces, vemos que efectivamente, la profecía se cumplió en el tiempo de Acaz, pero en el plan de Dios, también tendría cumplimiento en Cristo.
De este modo, cual es el problema de poder ver en esta mujer a María, teniendo en cuenta que:
- aparece en conexión con el arca,
- aparece en el cielo
- como señal
- y para anunciar el nacimiento de Cristo
El argumento protestante excluiría siempre de aplicar de dos formas un texto bíblico, lo cual lo refuta San Mateo aplicando a María una profecía cumplida en la esposa de Acaz.
c) Conexión con la Inmaculada Concepción
El dogma de la Asunción de María tiene una fuerte conexión con el Dogma de la Inmaculada Concepción.
María fue preservada del pecado original en virtud de su misión maternal por la Redención de Cristo que se aplica en ella de manera anticipada.
Lo primero que debe tener claro todo lector es que María fue la primera redimida en virtud de su misión. Si todos fuimos redimidos con la muerte de Cristo, ella fue al nacer, y eso se hizo por el poder de Dios en virtud de su misión.
Por tanto sobre María no podía darse la consecuencia que recae sobre el resto de personas: la muerte por el pecado (Ez 18, 4)
Así, el cuerpo de María no sufrió la corrupción de la muerte, aun cuando para hablar del tema debamos preguntarnos si efectivamente María murió y cual sería la causa. Para entender qué fue lo que ocurrió al terminar sus días, lo explica el Padre Antonio Orozco Delclós:
¿Cuál ha sido, pues, el elemento esencial y primario de la Asunción de María sobre el que se pronunció solemnemente Pío Xll y que enseñó, como objeto de revelación divina?
La glorificación celeste del cuerpo de Santa María. Dicho con otras palabras: la Santísima Virgen, desde que terminó el curso de su vida en este mundo, está en el Cielo en cuerpo y alma con todas las dotes propias del alma bienaventurada y del cuerpo glorioso.
Por tanto, la Asunción de María consiste formal y esencialmente en la glorificación celeste del cuerpo de María, tanto si la incorrupción y la inmortalidad le hubiesen sobrevenido a María sin una muerte previa, como si le hubiesen sobrevenido después de la muerte mediante la resurrección.[5]
Por tanto, la Asunción de María consiste formal y esencialmente en la glorificación celeste del cuerpo de María, tanto si la incorrupción y la inmortalidad le hubiesen sobrevenido a María sin una muerte previa, como si le hubiesen sobrevenido después de la muerte mediante la resurrección.[5]
Quiere decir que el destino de todas las almas, de recibir un cuerpo glorificado al final de los tiempos en el Juicio final, María por no estar sujeta al pecado jamás, lo experimentó al finalizar su vida en este mundo.
Citando al apologista Dave Armstrong:
Si María fue realmente preservada del pecado original, entonces no se ve corrupción (es decir, estaría en un estado o condición que prevaleció antes de la caída del hombre, (ver Gen 3:19; Salmo 16:10).
Por lo tanto, cuando partió de esta vida, ella experimentaría la resurrección corporal de inmediato de su cuerpo sin someterse a la decadencia. De una cosa sigue a la otra. Si uno es completamente libre de pecado, esto sin duda incluye el pecado original, y sin pecado original, no hay caries, ergo, la Asunción, sigue como una cuestión de tiempo.[6]
Por lo tanto, cuando partió de esta vida, ella experimentaría la resurrección corporal de inmediato de su cuerpo sin someterse a la decadencia. De una cosa sigue a la otra. Si uno es completamente libre de pecado, esto sin duda incluye el pecado original, y sin pecado original, no hay caries, ergo, la Asunción, sigue como una cuestión de tiempo.[6]
Se deduce entonces que por la “gracia plena” que tiene María no impide que pueda acceder de manera inmediata a la Resurrección del cuerpo glorificado y poder entrar inmediatamente al cielo.
d) Análisis del acontecimiento a la luz de la Escatología
Continuando en el estudio, podemos pasar a analizar cuales son las promesas que la Biblia tiene para nosotros en la Resurrección final
En el contexto de lo que nos sucede en esta vida por culpa del pecado tenemos que:
(a) el pecado original nos tiene apartados de Dios al nacer, y
(b) la muerte produce la corrupción de nuestro cuerpo al morir, así que las consecuencias del pecado están al inicio y al final de nuestra vida, y ninguna de ellas se aplicaba a María por singular gracia de Dios[7]
(a) el pecado original nos tiene apartados de Dios al nacer, y
(b) la muerte produce la corrupción de nuestro cuerpo al morir, así que las consecuencias del pecado están al inicio y al final de nuestra vida, y ninguna de ellas se aplicaba a María por singular gracia de Dios[7]
Pero el don de Dios opera en ambos casos, logrando la borrar el pecado original en el Bautismo, y logrando vencer la muerte en la Resurrección final para todos.
María murió no como una consecuencia del pecado sino como un acontecimiento enmarcado en su íntima unión con Cristo. Si el Hijo murió, ella también. La muerte no es sólo, en efecto, castigo por la culpa original, sino también una realidad antropológica fundamentada en la finitud de la naturaleza humana, que guía el proceso evolutivo de la libertad finita bajo la modalidad de su consumación (la visión eterna de Dios)[8]
O en palabras de Juan Pablo II:
Cualquiera que haya sido el hecho orgánico y biológico que, desde el punto de vista físico, le haya producido la muerte, puede decirse que el tránsito de esta vida a la otra fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de modo que nunca mejor que en ese caso la muerte pudo concebirse como una «dormición».[9]
No podríamos encontrar una persona que haya estado más íntimamente unida a Cristo, que su madre y allí se aplican bien las palabras de San Pablo:
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él.
Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él.
Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios.
Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. (Rom 6, 8-11)
De este modo, la glorificación corporal de María es algo en plena consonancia con la Escritura: Los muertos resucitarán con un cuerpo glorificado; si ellos que estuvieron sujetos a la muerte lo hacen, con mayor razón la Santísima Virgen María lo puede hacer. ¿Cuándo? Primero que todos.
Y esto tiene su lógica: si María fue preservada en atención a su misión aplicándole antes que todos los méritos de la Redención, también podemos pensar que ella pueda experimentar por los mismos méritos de la Resurrección de Cristo, la glorificación de su cuerpo primero que todos.
San Pablo nos explica bien como se da la Resurrección:
Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida. (1 Cor 15, 20-23)
Esta cita es clave porque muestra que cada quien resucitará en el orden que le corresponde. Así que hay un orden en la Resurrección. San Pablo nos dirá cual es este orden:
Porque a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero resucitarán los que murieron en Cristo.
Después nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre. (1 Tes 4, 16-17)
Es importante ver que San Pablo ya mostró que la Resurrección se da según el orden que se tenga, y que primero serán los que murieron en Cristo. ¿María murió en Cristo? Claro que sí, y más que cualquiera.
Ahora, si ella murió en Cristo y tiene asegurada la Resurrección (Rom 6, 8-11), si el pecado no la sujetó (Lc 1, 28), y los muertos resucitan según el orden que tienen, ella podía experimentar inmediatamente lo que nosotros experimentaremos al final de los tiempos. El catecismo lo enseña así:
La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966).
¿Podríamos alegar que por qué María tendría ese privilegio anticipado a nosotros?
La respuesta es sí por:
- Si fueron asuntos personas pecadoras como Enoc (Gen 24, 5) y Elías(2 Re 2, 11) con mayor razón María en virtud de la gracia concedida por Dios
- Así como María recibió a Cristo en su seno, es digno pensar que Cristo reciba a su madre en el cielo con el cuerpo glorificado como primicia humana de la Resurrección, luego de la de Él[10]
- Si fue preservada primero que todos por la Redención de Cristo que borra el pecado original consecuencia del pecado, también puede ser glorificada primero que todos por la Resurrección de Cristo, venciendo la muerte, otra consecuencia del pecado.
d) Situación de este dogma antes de su promulgación
Este dogma no cuenta con testimonios patrísticos tempranos como los otros dogmas marianos. El Papa beato Juan Pablo II lo expresaba en una de sus alocuciones el 02 de Julio de 1997:
El primer testimonio de la fe en la Asunción de la Virgen aparece en los relatos apócrifos, titulados «Transitus Mariae», cuyo núcleo originario se remonta a los siglos II-III. Se trata de representaciones populares, a veces noveladas, pero que en este caso reflejan una intuición de fe del pueblo de Dios.[11]
De este modo, se vislumbra que ya los cristianos empezaban a reflexionar sobre el fin de la Santísima Virgen en este mundo y algo muy importante es que en ningún lugar del mundo se alega estar la tumba de María,
Los protestantes afirman que el silencio en textos sobre este dogma es ya señal que no era creído pero el mismo Juan Pablo II en otra alocución mencionará otros textos de la Tradición[12] siglos antes de la promulgación del Dogma.
Hay algunos factores adicionales que podemos analizar y estudiar al respecto:
· La Liturgia
Los registros datan de por lo menos el siglo V en cuanto a oraciones litúrgicas referentes a la Asunción de María, tanto en la Iglesia griega como latina[13]
· La iconografía
Mientras muchos atacan diciendo que la Iglesia inventó el dogma de la Asunción en 1.950, hay pinturas de muchos siglos atrás que confirman que este acontecimiento estaba en el corazón de los cristianos
Pintado por Tiziano en 1.516
Martín de Soria, 1.571
Este dogma fue promulgado por el Papa Pio XII en el año 1950 en el documento Munifentissimus Deus de la siguiente forma:
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
Espero haya sido de bendición este material para todos[2] http://www.egiptologia.com/egipto-y-la-biblia/2988-idonde-esta-escondida-el-arca-de-la-alianza.html
[10] Ib, pág 480