¿Porqué confesar los pecados ante el sacerdote?
Porque Jesucristo dio poder y autoridad a sus discípulos y sus sucesores (Mateo 10,1), para perdonar los pecados en su Nombre (Mateo 18,18; Juan 20,23). Jesús, después de resucitar le dijo a sus apóstoles: “A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes no se los perdonen, les quedan retenidos” (Juan 20,23).
El Señor fue muy claro a quienes su verdadera Iglesia perdone sus pecado les quedarán perdonados o “remitidos” (como lo traducen las Sectas) que significa absueltos o perdonados, por eso nos confesamos ante el Sacerdote para que en nombre de Jesús, nos absuelva de todos los pecados que hemos cometido después del Bautismo, porque: “Si decimos: “No hemos pecado”, le hacemos mentiroso, y su Palabra no está en nosotros” (I Juan 1,10).
Nos confesamos, en un acto de humildad, y obediencia al mandato de los apóstoles (Santiago 5,16) por seguir el sabio consejo Bíblico de Proverbios 28,13 y por seguir una practica habitual en el Nuevo Testamento (Mateo 3,6; Marcos 1:5; Hechos 19,18).
Este plan misericordioso de Dios, (Romanos 3,21-26), tiene numeroso respaldo tanto en la Nueva Alianza, como en el Antiguo Pacto como ejemplo: “el que es culpable en uno de estos casos confesará aquello en que ha pecado” (Levítico 5,5), “…Y el sacerdote hará por él expiación de su pecado. (Levítico 5,6).
“El sacerdote hará por él la expiación delante de Yahveh, y será perdonado en cualquiera de los casos en que fuera culpable” (Levítico 5,26).
“Al que encubre sus faltas, no le saldrá bien; el que las confiesa y abandona, obtendrá piedad (Proverbios 28,13).
Después de su obra redentora en la Cruz, y de su gloriosa resurrección instituye el Sacramento de la Confesión (Juan 20,23), para repartir las gracias del perdón ganadas en la Cruz, de hecho redimir también es sinónimo de remitir, de allí nace el ministerio de la reconciliación como lo explica San Pablo: "Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación" (II Corintios 5,18).
Es claro que Dios nos confió al la Iglesia (en especial a los Presbíteros o Sacerdotes) el ministerio de la reconciliación, por eso nos los reafirman los apóstoles: “Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder” (Santiago 5,16).
En la Iglesia se Dios ha dispuestos las diversas funciones, ministerios y carismas, como leemos en (I Corintios en los capítulos 12 y 13 y en (Efesios 4,11-13), porque Jesucristo: “ha hecho de nosotros, un Reino de Sacerdotes, para su Dios y Padre, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén” (Apocalipsis 1,6).
¿Pero sí el Sacerdote es un pecador podrá perdonar los pecados?
El Sacerdote, como se lee en Juan 20,23 es un embajador escogido por Cristo para derramar su misericordia, y los pecados quedan perdonados, no por la santidad del Presbítero o Sacerdote celebrante, sino por el poder y la autoridad que el Señor les ha otorgado para perdonar o retener los pecados de los hombres: “Yo les digo: todo lo que atén en la tierra, el cielo lo considerará atado, y todo lo que desaten en la tierra, será tenido por desatado en el Cielo” (Mateo 18,18).
El Sacerdote como todo cristiano esta en continuo proceso de conversión y santificación personal, y tiene menos ocasión de caer en pecados y más auxilios a su disposición, y él también debe frecuentemente debe confesarse con otro hermano en el sacerdocio ministerial.
El Sacerdote da la absolución de los pecados en nombre de Cristo, es decir en su presencia viva y actuante, y con su autoridad delegada. “Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!” (II Corintios 5,20).
Recurramos pues al Sacramento de la reconciliación, con confianza en la misericordia de Dios, y además el Sacerdote nos aconsejará y nos exhortará para vencer las tentaciones, dándonos remedios eficaces, para nuestro provecho espiritual.
¿La Biblia nos manda a confesar los pecados solo directamente a Dios?
No, la Palabra de Dios nos indica que como un acto de humildad y una muestra exterior de nuestro arrepentimiento y conversión interior, debemos confesar los pecados, ante aquellos que Jesús les encomendó la misión de propagar su Reino, porque Cristo Jesús quiso dar a sus seguidores el Poder y la Misión de reconciliar la humanidad con Dios, por medio de su Nombre (su presencia activa) en la Iglesia, por eso la Biblia nos manda en Santiago 5,16: “Confesad pues vuestros pecados unos a otros y orad los unos por los otros, para que seáis salvos: porque mucho vale la oración perseverante del justo”. El sacramento de la reconciliación o Confesión no es un invento de la Iglesia, como lo hacen ver algunas sectas, es una practica Bíblica, como se lee en Hechos 19,18: “Y muchos de los que habían creído venían confesando y dando cuenta de sus hechos”. Esto tiene antecedentes en el Antiguo Testamento que nos dice: “No te avergüences de confesar tus pecados, no te opongas a la corriente del río”. (Eclesiástico 4,26). Pero su cumplimiento evangélico se inicia en Marcos 1,5 con Juan el Bautista: “Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados”. “Y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados”. (Mateo 3,6).
Claro que debemos confesarnos ante Dios (Sal 32,5) porque no podemos ocultar nuestros pecados ante Dios (Sal 139,2), de antemano los conoces nuestra condición (Sal 103,14), también la sinceridad de nuestro arrepentimiento, y Dios no desprecia un corazón contrito y humillado (Sal 51,19), pero debemos reconocer nuestras faltas ante los delegados de Cristo porque así Dios lo dispuso en su Santa Palabra: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado le hacemos a él mentiroso, y su Palabra no está en nosotros” (I Juan 1,9-10).
Veamos el caso del grave pecado del Rey David, el se arrepiente y pide perdón a Dios de todo corazón como se lee en el Salmo 51, pero también confiesa su culpa ante un hombre, el Profeta Natán: “Entonces dijo David a Natán: He pecado contra Yahaveh. Respondió Natán: También perdona Dios tu pecado; no morirás” (II Samuel 12,13), el profeta Josué (sucesor de Moisés) también pide que se confiesen su pecado ante él y lo hacen (Lee Josué 8,19-21), también el hijo prodigo confiesa a su padre, que ha pecado contra Dios y contra él (cf Lucas 15,21), para obtener el perdón de ambos, y recobrar su dignidad de hijo, reconocer los pecados ante otros hombres, según la Biblia, se puede y se debe hacer.
La Confesión¿Qué es la confesión?
La confesión es el sacramento en el cual, por medio de la absolución del sacerdote, recibimos el perdón de nuestros pecados si nos confesamos arrepentidos. La sagrada Biblia dice: "Confesáos unos a otros vuestros pecados para que seais salvos".
¿Qué gracias o favores se obtienen con la confesión?
Con la confesión se obtienen tres gracias o favores especiales: 1) Nos devuelve o nos aumenta la gracia santificante: la amistad con Dios. 2) Nos da fuerzas especiales para evitar el pecado y rechazar las tentaciones. 3) Nos da asco y antipatía por todo lo que sea ofender a Dios.
¿Cuántas cosas son necesarias para hacer una buena confesión?
Para hacer una buena confesión son necesarias cinco cosas: 1) Un examen de conciencia 2) Arrepentirse de los pecados 3) Propósito de enmienda 4) Confesarse con el sacerdote 5) Cumplir la penitencia que impone el confesor.
¿Qué es el examen de conciencia?
Examen de conciencia es recordar los pecado cometidos después de la última confesión bien hecha.
"Cada uno examine su propia conducta, porque cada cual responderá por sus pecados ante Dios". (Gálatas 6,4)
¿Cómo debemos hacer el examen de conciencia?
1) Pedimos al Espíritu Santo que nos ilumine y nos recuerde cuáles son los pecados nuestros que más le están disgustando a Dios.
2) Vamos repasando los diez mandamientos para saber qué faltas hemos cometido contra ellos. Por ejemplo:
1er Mandamiento ¿Me acuesto o me levanto sin rezar? ¿Me avergüenzo de aparecer creyente ante los demás? ¿He creído en supersticiones, por ejemplo; amuletos, sales, brujas, lectura de naipes o de humo de cigarrillo, o espiritistas?
2ndo Mandamiento ¿He dicho el Nombre de Dios sin respeto y por cualquier tontería?
3er Mandamiento ¿He faltado a misa los domingos? ¿Cuántas veces? ¿Cuántos domingos voy a misa cada mes?
4rto Mandamiento ¿He desobedecido a mis padres? ¿No les he querido ayudar? ¿Los he tratado mal? ¿He perdido el tiempo en vez de estudiar o trabajar?
5to Mandamiento ¿He deseado que a otros les vaya mal? ¿He peleado? ¿He dicho groserías? ¿Tengo resentimientos contra alguna persona y no le quiero perdonar? ¿No rezo por los que me han tratado mal? ¿Me he burlado de alguien? ¿He puesto sobrenombres? ¿He tratado con dureza? ¿He dicho palabras ofensivas? ¿He hablado mal de otras personas? ¿He contado lo malo que han hecho o lo que dicen de ellos? ¿He escandalizado? (o sea, ¿he enseñado lo malo a los que no lo saben?) ¿Cuántas veces? ¿Me he aprovechado de los más débiles para golpearlos o humillarlos?
6to Mandamiento ¿He detenido en mi cerebro por varios minutos pensamientos o deseos impuros? ¿He mirado películas impuras, o revistas pornográficas o escenas impuras por televisión? ¿He dicho o celebrado chistes malos? ¿He hecho acciones impuras conmigo mismo o con algunas personas? ¿Tengo alguna amistad que me hace pecar?
7mo Mandamiento ¿He robado? ¿Cuánto vale lo que he robado? ¿Pienso devolverlo o dar eso a los pobres? ¿He devuelto lo prestado? ¿He tenido pereza en cumplir los deberes?
8vo Mandamiento ¿He dicho mentiras? ¿He inventado de otros lo que no han hecho o dicho? ¿He hecho trampas en negocios o estudios? ¿He creído que Dios no me va a ayudar?
9no Mandamiento ¿He codiciado la mujer o el esposo de mi prójimo? ¿He mirado a un hombre a una mujer de manera impura?
10mo Mandamiento ¿He deseado los bienes ajenos? ¿He sido evidioso? ¿He sido avaro? ¿He camido más de lo que necesito? ¿He sido orgulloso?
¿Qué otras preguntas me debo hacer al examinar la conciencia?
¿Cuáles son las faltas que más cometo y repito? ¿Cuáles serán las causas por las cuales cometo esos pecados? Por ejemplo: Soy de mal genio: ¿por que será? ¿será que no descanso? ¿Será que me disgusto por pequeñeces que no disgustan a Dios? (Lo que no disgusta a Dios no me debe disgustar a mí) ¿Será que me preocupo demasiado como si Dios no cuidara de mí y no me fuera a ayudar? ¿Será que no me conformo con lo que Dios permite que me suceda? ("Todo lo permite Dios para el bien de los que lo aman", dice la Sagrada Biblia)
Otro ejemplo: Hablo mal de los demás. ¿Por qué será? ¿Será que vivo juzgando a los otros olvidando lo que dijo Jesús: "no juzguéis y no seréis juzgados, condenéis y no seréis condenados" (Mt 7,1), o será que trato con personas murmuradoras que me prenden su murmuradera?
Me vienen pensamientos o deseos impuros: ¿por qué será? ¿será que veo películas impuras o malas en TV o leo revistas pornográficas o no hago bastante ejercicio físico?
Otra pregunta: ¿Cuál será el pecado mío que más le está disgustando a Dios? Si Cristo se me apareciera a ofrecerme quitarme un pecado, ¿Cuál le pediría que me quitara? ¿Qué voy a hacer para tratar de no cometer ese pecado?
¿Qué es arrepentirse de los pecados?
Arrepentirse de los pecados es sentir tristeza o pesar de haber ofendido a Dios que es tan bueno y por haber hecho, pensado o dicho lo que nos hace daño a nosotros mismos o a los demás.