Konrad Sawicki
Aleteia
Contemplando los huesos, o a veces todo el cuerpo, de alguien que dedicó su vida a Dios de modo tan especial que se convirtió en santo, nace el deseo de una vida similar
El encuentro con las reliquias tiene que cambiar algo en mí. No se trata de un poder mágico, no es el culto por el culto. No adoramos los huesos, sino reconocemos la santidad de la persona, explica en la siguiente entrevista el dominico Jacek Szymczak.
¿De dónde viene lo del culto de las reliquias?
Es una forma de devoción que nació entre los fieles y se formó desde abajo. Está presente en la Iglesia desde el principio, desde los primeros siglos, incluso décadas, de la existencia del cristianismo.
Tuvimos entonces muchos mártires. La gente empezó a acudir espontáneamente a sus tumbas para honrar los restos enterrados.
Pero no todo el mundo tenía esa oportunidad. De ahí la idea de que los mismos trozos, partes del cuerpo, viajaran por el mundo y en cierto sentido peregrinaran a nosotros.
¿Todos los católicos deberían venerar las reliquias?
No hay ninguna orden por parte de la Iglesia. Esta forma de culto no es obligatoria.
Cuando alguna reliquia llega a tu parroquia y, por ejemplo, hay una procesión o adoración, y te sientes distante, sientes en ti mismo que esto no te atrae, no pasa nada si te quedas sentado.
Sentirse distante es decir poco. Muchos católicos simplemente no lo entienden, y algunos incluso lo consideran un tipo de chamanismo.
El culto a las reliquias, contrariamente a lo que muchos creen, es profundamente cristiano. Y esto debido a que, paradójicamente, muestra que el cuerpo humano no es un saco ni una jaula para el alma de la que sólo la muerte nos libera.
No, el cristianismo aporta un enorme valor al cuerpo. Recordamos a san Pablo, quien en la primera carta a los Corintios escribe: «¿No sabéis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo? (…) Por lo tanto, alabad a Dios en vuestro cuerpo».
Esta es la primera perspectiva del culto: del cuerpo vivo. Sin embargo, aún hay otra que es la de la resurrección.
No se puede contemplar de una manera madura la adoración de las reliquias sin la resurrección. Sin ella, todo se rompe. Se convierte en teatro o en una compañía de circo ambulante.
La cuestión de la resurrección, según muestran algunos estudios, es bastante ajena a nosotros
Tengo la impresión de que la doctrina de la resurrección, que después de todo es el fundamento de nuestra fe, es apenas enseñada por la Iglesia.
Aún podemos hablar de ella desde el púlpito de una manera inteligente e interesante, pero los fieles no tratan la verdad de la resurrección como fundamental para su fe.
Pero ¿por qué la cuestión de la resurrección es importante para una buena comprensión del culto de las reliquias?
Recordemos que después de la muerte de cada cuerpo, el santo, menos santo o incluso de un gran pecador, tendrá su resurrección. Se trata de la perspectiva tanto del que irá al cielo, como del que puede ir al infierno.
Si Dios ha querido que nuestros cuerpos después de la muerte de algún modo resurgieran, significa que se merecen la debida atención.
Así pues, la doctrina de la resurrección nos lleva por el camino del respeto por los restos de nuestros seres queridos depositados en las tumbas.
Si veneramos las cenizas de los miembros de nuestras familias, también podemos venerar las reliquias o los restos de los santos.
Bueno, pero a veces ocurre que tratamos con objetos pertenecientes a los santos, no sólo sus propios cuerpos.
Soy escéptico con este tipo de historias, tales como la presentación de la canoa en la que navegaba san Juan Pablo II, como una reliquia.
Me dan pequeños escalofríos cuando veo este tipo de personas que están intentando celebrar de alguna manera tal objeto como algo mágico.
Si detrás del culto de las reliquias no va la enseñanza de la Iglesia que lo explica de forma pastoral y desde la perspectiva adecuada, la gente empieza a entrar en terrenos que no tienen nada que ver con la fe.
Y para las personas que miran desde el exterior, efectivamente, este hecho puede verse como un acto de chamanismo.
Me he dado cuenta de que las reliquias disfrutan en nuestras iglesias de mucha popularidad. Cada vez más se las colocan de forma permanente en las capillas laterales y la gente se arrodilla delante de ellas para rezar como ante el tabernáculo.
En el culto a las reliquias es muy importante que no eclipse el culto eucarístico. No culpo aquí a los fieles, sino a nosotros, el clero.
Si se insiste tanto en, por ejemplo, que una Eucaristía se celebre con un cáliz de san Juan Pablo II, y al mismo tiempo la conciencia de la Eucaristía entre los fieles no es muy elevada, no nos debemos sorprender de que para algunos esta copa será más importante que los contenidos de la misa.
¿Después de todo, sería posible mostrarle positivamente las reliquias al hombre moderno y darle una idea novedosa para utilizarlas?
Veamos. Nosotros mismos guardamos diversos artículos que pertenecieron a nuestros muertos. Todos aquellos que vivieron la muerte de un ser querido, saben lo difícil que es deshacerse de sus cosas.
Hace poco alguien me mostró un hermoso abanico de su bisabuela. Sabemos que la historia de este objeto no es la historia del abanico, sino de la bisabuela. Si un objeto así nos ayuda a recordar a la persona, lo harán aún más unos huesos humanos.
Contemplando los huesos o veces todo el cuerpo de alguien que ha vivido consagrado a Dios de manera tan estricta que se convirtió en santo, deberíamos proyectar en nosotros el deseo de una vida similar.
El encuentro con las reliquias tiene que cambiar algo en mí. Esto no es la toma mágica del poder, no es un culto por el culto. No les rendimos culto a los huesos, sino a la santidad de la persona.
Y cómo tratar tales ocasiones, como la peregrinación de las reliquias del beato Peter George Frassati en Polonia?
Se podría decir que es como si nos regalaran unas gafas. Asumo que estas gafas de la marca Frassati tienen el poder de ayudarme a enfocar correctamente la perspectiva adecuada para mirar en dos dimensiones: en la de Dios presente en la vida de la persona cuyas reliquias adoro y en la de mi propia vida.
Y aún más, se refiere a un vistazo de ti mismo en su totalidad. Si en el marco del culto a los santos, junto con la oración, imitación de sus vidas, aprendizaje de sus biografías y sus preciosos escritos y pensamientos, veneramos además sus reliquias, o sus cuerpos, esto significa algo.
Es una llamada al sabio cuidado de nuestros propios cuerpos.
Eventos como el relacionado con la peregrinación de las reliquias del beato Frassati vale la pena tratarlos como el encuentro con alguien quien vivió plenamente en Dios.
De esta manera, se convierte en una guía para mí, en una brújula que me puede mostrar cómo vivir para caminar en santidad. Porque esta persona ya se encuentra en el lugar, que también es mi objetivo.
[Venerar las reliquias] no consiste en mirar un hueso a través de un cristal, ni en adorar un ataúd. Se debería hacer diciendo: Quiero llegar al mismo lugar donde tú te encuentras.
Qué es la reliquia y qué representa en la Iglesia Católica?
La palabra reliquia provene del latín reliquiae, restos. Es una memoria física, el testimonio vivo de un santo o de un beato
En la Iglesia siempre ha tenido un gran valor, porque nos refiere a lo concreto del resto, a una presencia histórica del paso de este santo.
Otro valor que la reliquia posee se debe a la vivencia física del santo con la Eucaristía, con el Señor Dios, una relación a su vez sagrada.
El valor del cuerpo de un bautizado, por su unión con la gracia, es un cuerpo-templo del Espíritu Santo. Pero el de un santo lo es aún en mayor medida, porque ha vivido en su carne esa santidad, comunión de gracia con Dios, y su cuerpo ha sido habitado por esa misma gracia de modo solemne.
La reliquia permite mantenernos casi en contacto con aquel cuerpo.
A lo largo de la historia las reliquias también han tenido un papel importante en la lucha contra el espíritu del mal pues la reliquia no es amada por el diablo, por representar una realidad física que ha tenido un contacto especial con la gracia.
Hay dos clases de reliquias
La primera clase la constituye el cuerpo; la segunda, en cambio, las pertenencias o los objetos que han estado en contacto con el cuerpo de un santo, mientras era vivo o después de muerto
En cambio, los objetos que han estado en contacto con la tumba tienen un valor simbólico, afectivo, y se los llama “recuerdos”. El gesto de colocar o pasar sobre la tumba el objeto que usamos todos los días, por ejemplo el rosario, tiene a su vez un valor de devoción.
Cuándo podemos comenzar a venerar a un beato o a un santo?
La veneración comienza durante el rito de la beatificación: las reliquias son llevadas solemnemente al altar de la Iglesia. Solo a partir de ese momento se permite la veneración pública de las reliquias del santo.
Durante el proceso de beatificación y canonización no está permitido venerar al Siervo de Dios de esta manera.
Quién puede tener las reliquias?
La reliquia de primera clase sólo puede ser expuesta para culto público en una iglesia, un oratorio o un seminario. Siempre han sido colocadas debajo del altar de las iglesias para que precisamente el altar donde se celebra la Eucaristía conserve en su fundamento la memoria viva de aquellos que han estado unidos al sacrificio de Cristo con su vida.
No está permitido de ninguna manera vender o comprar reliquias (de ningún género) pues son cosa sagrada, no tienen precio.
Quién puede tener las reliquias?
La reliquia de primera clase sólo puede ser expuesta para culto público en una iglesia, un oratorio o un seminario. Siempre han sido colocadas debajo del altar de las iglesias para que precisamente el altar donde se celebra la Eucaristía conserve en su fundamento la memoria viva de aquellos que han estado unidos al sacrificio de Cristo con su vida.
No está permitido de ninguna manera vender o comprar reliquias (de ningún género) pues son cosa sagrada, no tienen precio.
La venta de reliquias está muy difundida por internet y permítanme decirles que esto es un sacrilegio. Además, se entiende que las reliquias son verdaderas cuando están confirmadas por el obispo.
Cuáles son las reliquias mas antiguas en la historia de la Iglesia?
Las reliquias traídas por Santa Elena, madre del emperador Constantino I, de Tierra Santa, son los clavos de la Cruz, la escalera del palacio de Pilatos o la reliquia de la Cruz de Jesús, que se encuentra en Roma en la Basílica de Santa Cruz de Jerusalén.
Son reliquias que la tradición venera desde hace 1700 años y naturalmente tienen un gran valor para nosotros, para nuestra oración porque nos remontan directamente a la época del Señor.
También la Sábana santa de Turín es una reliquia insigne, impresionante por su valor.
Cuáles son las reliquias mas antiguas en la historia de la Iglesia?
Las reliquias traídas por Santa Elena, madre del emperador Constantino I, de Tierra Santa, son los clavos de la Cruz, la escalera del palacio de Pilatos o la reliquia de la Cruz de Jesús, que se encuentra en Roma en la Basílica de Santa Cruz de Jerusalén.
Son reliquias que la tradición venera desde hace 1700 años y naturalmente tienen un gran valor para nosotros, para nuestra oración porque nos remontan directamente a la época del Señor.
También la Sábana santa de Turín es una reliquia insigne, impresionante por su valor.
En cambio el Velo de Verónica de Manoppello es una de las reliquias que tienen grandes probabilidades de ser verdaderas, pero sobre las cuales no podemos expresarnos con certeza.
A menudo la gente, movida por la curiosidad o la devoción popular, visita un santuario solo para ver la cabeza de Santa Catalina o la garganta de San Antonio.
La devoción a las reliquias ¿no obstaculiza la presencia viva de Cristo en el Sagrario?
Siempre deberá ser respetada la jerarquía: el primer lugar lo ocupa la Eucaristía, luego tenemos la Palabra de Dios y después las reliquias, compuestas por las imágenes sagradas, recordando siempre que son funcionales a la oración.
Es importantísimo practicar la devoción correcta a la reliquia, pues es fácil caer en la superstición.
La reliquia no es un amuleto. Por lo tanto: voy a la iglesia, primero me arrodillo ante la Eucaristía, luego puedo ir a venerar un santo porque siento su protección.
El santo reza por nosotros y nosotros podemos pedirle al santo, para que a su vez interceda ante el Señor, fin último de nuestra oración.
Cuando beso la reliquia de un santo es como besar la Misericordia divina realizada en el santo.
Cuando rezo ante el cuerpo de un santo, doy gracias a Dios por haber ayudado a esta persona en el camino de su vida hacia la santidad.
A menudo la gente, movida por la curiosidad o la devoción popular, visita un santuario solo para ver la cabeza de Santa Catalina o la garganta de San Antonio.
La devoción a las reliquias ¿no obstaculiza la presencia viva de Cristo en el Sagrario?
Siempre deberá ser respetada la jerarquía: el primer lugar lo ocupa la Eucaristía, luego tenemos la Palabra de Dios y después las reliquias, compuestas por las imágenes sagradas, recordando siempre que son funcionales a la oración.
Es importantísimo practicar la devoción correcta a la reliquia, pues es fácil caer en la superstición.
La reliquia no es un amuleto. Por lo tanto: voy a la iglesia, primero me arrodillo ante la Eucaristía, luego puedo ir a venerar un santo porque siento su protección.
El santo reza por nosotros y nosotros podemos pedirle al santo, para que a su vez interceda ante el Señor, fin último de nuestra oración.
Cuando beso la reliquia de un santo es como besar la Misericordia divina realizada en el santo.
Cuando rezo ante el cuerpo de un santo, doy gracias a Dios por haber ayudado a esta persona en el camino de su vida hacia la santidad.
Debemos recordar siempre que por intermedio del santo adoramos a Dios, como nos ha enseñado Juan Pablo II.
Aleksandra Zapotoczny
Puede interesarte
4 Datos claves sobre la veneración de las reliquias
¿Los objetos sagrados tienen poder o no?
¿Son verdaderas las reliquias de Cristo y los apóstoles?
Aleksandra Zapotoczny
Puede interesarte
4 Datos claves sobre la veneración de las reliquias
¿Los objetos sagrados tienen poder o no?
¿Son verdaderas las reliquias de Cristo y los apóstoles?