LA ORACION: DON DE DIOS y DESEO DEL HOMBRE



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Para recorrer este Camino de "Amistad con Dios", necesitamos tener, dice Teresa, una "determinada determinación". No bastará tener un deseo fugaz, sino es menester una decisión bien clara, firme y comprometida de querer estar con el Amigo.

Esta "determinada determinación" será necesaria a lo largo del camino que lleva a la unión total con Dios, porque en él encontraremos obstáculos y resistencia; se hará cada vez más estrecho y más empinado ... más difícil.

Sin embargo, la Oración de Contemplación, de quietud, de unión con Dios, es un don que nos viene de El. Es un don que Dios da a quién quiere, cuándo quiere, cómo quiere y cuánto quiere. "Da de muchas maneras a beber a los que le quieren seguir ... porque de esa fuente caudalosa salen arroyos, unos grandes y otros pequeños, y, algunas veces, charquitos ..."

Esa Fuente de Agua Viva que Jesús prometió a través de la Samaritana, que quien la tome nunca tendrá sed, la dará a todo el que la desee. "Mirad que convida a todos" y nos dice "Yo os daré de beber". Y da a beber a cada uno según conviene para su alma.

Esa Fuente de Agua Viva es precisamente la acción del Espíritu santo,  la luz contemplativa que el Señor infunde en el alma para recorrer este "Camino de Amistad" con "Aquél que sabemos nos ama", hasta hacernos llegar a la unión con El.

ORAR ES UN PRIVILEGIO
La oración es un privilegio.  ¿Nos damos cuenta que la oración es un privilegio?  Orar es hablar con Dios:  decirle y escucharle.  ¿Nos damos cuenta, entonces, el privilegio que significa que nosotros simples creaturas podamos dirigirnos a nuestro Creador para pedirle, para rogarle, para decirle cosas … y que El nos escuche?  
La oración es uno de esos regalos inmensos y utilísimos que Dios nos ha dado y que no terminamos de apreciar ni de aprovechar suficientemente.

Recordemos, para tener una idea de este privilegio, el riesgo que corrió la Reina Esther cuando se atrevió a presentarse ante su marido, el Rey Asuero de Babilonia para pedirle la vida para sí y para el pueblo de Israel. 
¡No podía dirigirse al Rey a menos que éste la solicitara! Y del susto, se desmayó ante su Rey. (cf. Est. 15)
Y en la actualidad ¿podemos hablar con el Papa?  ¿puede alguien lograr hablar con cualquier persona que se le ocurra, y de manera instantánea?  ¡Y nosotros podemos dirigirnos a Dios cada vez que queramos y de manera instantánea!  Ese privilegio lo tenemos los seres humanos con Dios.  La oración es un privilegio.

ORACIÓN Y CARIDAD FRATERNA


La oración es tan importante que no podemos, por ejemplo, pretender amar, amar verdaderamente, amar como Dios nos ama, si no nos abrimos a la acción del Espíritu Santo a través de la oración y de los Sacramentos.
Porque para amar verdade-ramente hay que dejar que sea el Espíritu Santo -que habita en nuestro interior si estamos en estado de gracia- Quien ame en nosotros y a través de nosotros. De otra manera, lejos de proyectar el Amor de Dios en nosotros, podemos más bien proyectar nuestro propio yo.

Con respecto a la relación entre la oración y el amor, Santa Teresa de Jesús la deja bien clara en una breve consigna:  “Orar es llenarse de Dios y darlo a los demás”.  Es el mismo“Contemplad y dad lo contemplado” de Santo Domingo, dicho con una frase sinónima.

Ambos quieren decir que no hay amor verdadero sin oración, y no hay oración verdadera que no nos impulse a dar a Dios a los demás, pues en eso consiste el verdadero amor.

Para llegar al culmen del amor:  dar la vida por el otro, hay que orar mucho para estar muy unidos a Cristo.   Dar la vida cada día en las contrariedades, en los rechazos, en las incomprensiones, en las exigencias del amor.  Y, también, para darla en el momento final, si de martirio se trata.
Amar a los hermanos “en verdad” (2 Jn 1,1-2  y 3 Jn 1, 3) es amarlos por la fuerza de la verdad que mora en nosotros (1 Jn. 3, 18).  Y esa fuerza mora en nosotros por la oración. 

“Cuanto más recibimos en el silencio de la oración, más damos en nuestra vida activa.  Necesitamos del silencio para ‘tocar’ las almas. 

Lo importante no es lo que decimos a Dios, sino lo que Dios nos dice y dice a través de nosotros.  Todas nuestras palabras son vanas si no vienen del interior.  Las palabras que no dan la luz de Cristo, aumentan las tinieblas” (Beata Teresa de Calcuta).

Al orar conformamos nuestro corazón con el de Cristo.  Y así reflejaremos a los demás lo que Cristo desee reflejar de El a través nuestro.
Para eso hay que:
  • opacarse para que El brille
  • disminuir para que El crezca
  • desaparecer para que El se muestre
¿Cómo poder lograr ese opacamiento, esa disminución, ese desaparecer, para que sea Cristo Quien se muestre?  Sólo en la oración y en vigilancia.

Al orar, Jesús nos va purificando, nos va llenando de su Amor y, al colmarnos, El se muestra a los que nos rodean y atrae a quienes El desea atraer.  Ese es el verdadero apostolado:  Cristo mostrándose a través de nosotros.

Fruto directo de la contemplación es la caridad fraterna.  Es la consecuencia lógica de una oración en verdad.  Porque hay caridades fraternas que son filantropía o apostolados inventados.  La filantropía aplaca la conciencia y hace sentirse bien.  Los apostolados inventados sirven para uno lucirse y proyectarse uno mismo.
En la oración el Espíritu Santo nos va indicando cómo podemos cooperar y servir a los demás, cómo ser fuente de amor para los que están cerca de nosotros. 

La oración nos lleva a ver a los prójimos con la mirada de Cristo, siendo compasivos y misericor-diosos.  Cristo nos va educando en la oración para que podamos comenzar a amar a los demás como Jesús los ama.
No podemos amar como Cristo ama si no oramos.  Sólo en oración es posible cumplir el mandamiento nuevo:  “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”( Jn. 13, 34 y 15, 12).

ACCION DEL ESPIRITU SANTO
EN LA ORACION


La oración nos hace crecer en todos los dones o regalos del Espíritu Santo.
Primordialmente, nos otorga los frutos del Espíritu Santo, que van en la línea de un crecimiento en santidad.  Algunos de éstos los cita San Pablo en su carta a los Gálatas (5, 22-23)amor, alegría, paciencia, comprensión, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí.

El Espíritu Santo va, paulatina y progresi-vamente –si el alma se deja- infundiendo ésos y otros frutos en todo aquél que se abre a su acción de transformación divina, la cual se da de manera privilegiada a través de la oración.

Y, no sólo crecemos en frutos del Espíritu Santo, sino en todos sus dones:  en los llamados siete dones, en las virtudes (teologales y morales), especialmente en la humildad, base de todas las virtudes y condición indispensable para una oración “en espíritu y en verdad”

Crecemos en la Gracia misma (la vida de Dios en nosotros), la llamada Gracia Santificante.  Además, nos disponemos mejor para recibir y aprovechar las gracias de estado y las gracias actuales que derrama el Espíritu Santo a manos llenas en la oración. 

Las gracias de estado, que son las propias del estado de vida al cual Dios nos ha llamado.
Y las gracias actuales, que nos son dadas para cada acto de nuestra vida, como una moción interior que nos hace desear hacer el bien y a la vez es un impulso que nos lleva a realizarlo.
Podemos llegar a crecer, incluso, en esas gracias elevadas listadas por el Señor en las bienaventuranzas, que son también regalos del Espíritu Santo: 

Pobreza de espíritu (que ayuda a la adoración, pues es reconocernos que somos nada antes Dios y que todo lo necesitamos de El). 

Serenidad ante el sufrimiento y las persecuciones, sed de justicia o deseo de santificacióncompasión y misericordia para con el hermano,  pureza de corazón (rectitud de intención en nuestros actos, pero más importante:disminución de la inclinación al pecado y limpieza de la mancha que deja el pecado aún ya confesado y perdonado).

Inclusive pudiera el Espíritu Santo derramarse en gracias extraordinarias y/o dones carismáticos.  Son regalos de El dados para utilidad de la Iglesia y comunidades eclesiales.  Su manifestación va dirigida hacia la edificación de la fe, como auxilio a la evangelización y como un servicio a los demás.(cf. 1 Cor. 12,11  y   Vaticano II, AA 1-3)
El Espíritu Santo nos conduce a la Verdad plena (cf. Jn. 16, 13) y nos recuerda en la oración todo lo que Cristo nos dejó dicho (cf. Jn. 14, 26).

Pero el Espíritu Santo requiere de nuestra disposición en oración para poder enseñarnos todo eso que Jesús nos dejó y que, como los Apóstoles, no estamos listos para recibir aún (cf. Jn. 16, 12 ) y nos lo tiene que ir dando poco a poco.  La oración nos va disponiendo para recibir esas enseñanzas que Jesús dejó y que el Espíritu Santo nos da.

Pero el Espíritu Santo no puede enseñarnos si no oramos, si no adoramos.

El Espíritu Santo no puede actuar en nosotros si no estamos en actitud de adoración, en actitud de reconocernos creaturas dependientes de Dios y, como consecuencia, nos abandonamos a su Voluntad. 
Es cierto que el Espíritu Santo puede actuar en nosotros aunque no estemos en adoración.  Es cuando el Espíritu Santo nos vence … Puede hacerlo.  De hecho lo hace a veces … como a San Pablo.  El Espíritu Santo puede actuar con fuerza o con suavidad (cf. Sb. 8, 1 en traducción de la Vulgata) 
Pero normalmente el Espíritu Santo sólo actúa en la medida en que estemos en oración, en disposición de adorar.  Y en la medida que se lo pidamos.  Y debemos pedirle que nos transforme, que nos cambie, que nos santifique, que nos dé tal o cual gracia que necesitamos para ser más parecidos a Jesús y a su Madre.

La oración de adoración nos hace receptivos y dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo.  La oración nos permite escuchar la suave brisa de la cual le habló Jesús a Nicodemo (cf. Jn. 3, 8), que sopla donde quiere, pero que casi no se escucha … menos aún si no nos silenciamos.
En el silencio recibimos las inspiraciones del Espíritu Santo.
En  la adoración nos hacemos dóciles 
al Espíritu Santo.

APOYOS EN LA ORACION


1. Vida sacramental:

EUCARISTIA Y CONFESION
La Oración debe estar centrada y enraizada en una vida sacramental fuerte y frecuente.

2. Comunidades de orantes (Grupos de Oración):
Sin desconocer su propia culpa, Sta. Teresa de Jesús achaca el tardío encauzamiento de su vida de oración a la falta de personas con quienes compartir y "tratar" de oración. Y atribuye al "trato" con personas de oración a su definitivo en rumbamiento por ese camino.

Así, Sta. Teresa asigna a un grupo de apoyo un valor excepcional en la promoción, mantenimiento y culminación de la vida de oración personal: “Aconsejaría o a los que tienen oración ... procuren amistad y trato con otras personas que traten de lo mismo ... Es cosa importantísima ... Gran mal es un alma sola entre tantos peligros ... Está todo el remedio de un alma en tratar con amigos de Dios". La comunicación de experiencias de oración es más pedagógico que todos los discursos sobre la oración.

3. El camino de santidad como subida a una montaña
El camino de la santidad se puede comparar con una excursión a la cima de una montaña, parodiando a San Juan de la Cruz con su "Subida al Monte Carmelo". Para ir de excursión se requieren ciertas cosas, que equivalen a los APOYOS necesarios en la Vida de Oración:

Agua: la Oración es esa "Agua Viva" que promete Jesús a la Samaritana y que a todos dará y no tendremos ya más sed.
Alimento: La Sagrada Eucaristía es el alimento de nuestra vida espiritual. La alimentación debe ser diaria, para de veras estar nutridos.
Medicina: La Confesión es la medicina con que cuenta nuestra alma caso de enfermarse o decaer.
Compañía: Una excursión no se hace sin acompañantes. Ser parte de una comunidad o grupo de oración es condición importante para la subida a la cima de la montaña de la santidad.

EL CAMINO DE LA ORACION
según Santa Teresa de Jesús


1. La oración: camino de amistad con Dios
Han habido variadas definiciones de Oración a lo largo de la historia. Santa Teresa de Jesús nos dejó una: "No es otra cosa oración mental, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama".
La Oración, entonces, es tratar como un Amigo a Aquél que nos ama. Y "tratar de amistad" y "tratar a solas" implica buscar estar a solas con Aquél que "sabemos nos ama".

Y a Dios le agrada estar con el hombre -como el amigo se goza en el amigo y un padre con su hijo. Dios siempre se agrada cuando el orante decide "estar a solas con El", orando, tratando con el Amigo.
La Oración, como la amistad, es un camino que comienza un día y va en progreso. El orante comienza a tratar al Amigo que le ha amado desde toda la eternidad, y así empieza a conocerle, a amarle, a entregarse a El, en una relación que sabe no finalizará, pues en la otra vida será un trato "cara a cara" y en felicidad infinita y perpetua.

2. La oración: camino de interiorización
"Tratar a solas" es indicativo de búsqueda de soledad y de silencio, para poder estar con el Amigo. "Acostumbrarse a la soledad es gran cosa para la oración", dice la Santa. Y a los principiantes dirá: "... han de menester irse acostumbrando a ... estar en soledad". Y, apoyándose en el Evangelio nos recuerda: "Ya sabéis que enseña Su Majestad que sea a solas, que así lo hacía El siempre que oraba".
La soledad/silencio debe verse como tiempos en los que el alma, sola y a solas, se vuelve a su Dios. Así, la soledad/silencio no es ausencia, sino presencia del Amigo.

En la soledad/silencio podemos captar la voz de Dios y las inspiraciones de Su Santo Espíritu. Orar no es tanto hablar nosotros a Dios, sino guardar silencio ante El: abrirle la puerta para que El se comunique a nosotros desde nuestro interior.

La Oración nos exige momentos específicos en el día para estar a solas con El que sabemos nos ama. Y tan importante es esto, que Teresa de Jesús presenta la búsqueda de soledad como prueba de la autenticidad de la Oración,al decirnos que la Oración acrecienta el deseo de soledad: "Desea ratos de soledad para gozar más de aquel bien".

Al estar a solas y en silencio, la persona va interiorizándose, o sea, va uniéndose a Dios que está en su interior.

Santa Teresa describe ese camino de interiori-zación en su obra "Las Moradas" o "Castillo Interior", y en ella compara al alma con un castillo que tiene muchos aposentos o Moradas,
"y en el centro y mitad de todas éstas tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma".
Las Moradas son siete, equivalentes a siete diferentes niveles de interiorización, desde donde nos relacionamos con Dios. 

3. La oración: camino de purificación
Santa Teresa nos dice que "Dios no se da a Sí del todo, hasta que no nos damos del todo". Así que si queremos que el Señor se apodere de nosotros con la Oración de Quietud y de Unión, debemos darnos por entero a El.

Y en esta donación total, nuestro peor enemigo es nuestro "yo". Dice la Santa que"no hay peor ladrón" que "nosotros mismos".Se refiere a las tendencias egoístas que tenemos que combatir, pues impiden nuestra libertad espiritual. El amar la voluntad propia antes que la de Dios nos carga de "tierra y plomo".

No siempre se tratará del deseo de cosas ilícitas; puede tratarse de cosas buenas, pero que están conforme a nuestra voluntad, a nuestro criterio. Hay que mirar por encima de nuestros conceptos humanos, por buenos que puedan parecer, y atender a la Voluntad de Dios antes que a la nuestra, porque dice el Señor:"Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son Mis Caminos. Como el cielo es más alto que la tierra, Mis Caminos son más altos que los vuestros; Mis Planes que vuestros planes" (Is. 55, 8-9).

También nos recuerda Teresa de Jesús que el "Venga a nosotros Tu Reino" (donación de Dios al alma) va, en el Padre Nuestro, junto al"Hágase Tu Voluntad" (donación del alma a Dios). Y nuestra donación a Dios es siempre una donación dolorosa, pues en ella Dios va purificando a la persona de apegos y afectos desordenados. Esta purificación a veces hace llorar el alma y sangrar el corazón, pero termina por dejarnos completamente libres para Dios.
El sufrimiento no hay que rechazarlo, pues cuando esto hacemos la cruz se vuelve más pesada. Tampoco debe verse como un peso que hay que aceptar necesariamente. En el sufrimiento hemos de reconocer la cruz que Dios nos brinda para nuestra purificación y para nuestra unión con El.
Si el Señor nos envía algo de sufrir, según Santa Teresa, eso es prenda de Su predilección. Jesús pasó por ese camino, siendo "Su Hijo Amado" (Lc.4, 17). Por eso, cuando Dios trata a un alma como a Jesús, es precisamente porque mucho la ama.

¿Parece locura, quizá masoquismo? Pero San Pablo nos advierte: "A nivel humano uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece locura; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu" (1ª Cor. 2, 12).
La actitud de Teresa de total entrega a la Voluntad de Dios, no importa lo que Dios pida, no importa lo que Dios mande, viene mejor expresada en este poema, del cual hemos extraído algunas estrofas:
Vuestra soy, para vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
Dad consuelo o desconsuelo,
Dadme alegría o tristeza,
Dadme infierno o dadme cielo,
Vida dulce, sol sin velo,
Que a todo digo que sí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues sabiduría,
O por amor, ignorancia,
Dadme años de abundancia
o de hambre y carestía;
Dad tiniebla o claro día;
pues del todo me rendí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme Calvario o Tabor,
Desierto o tierra abundosa,
Sea Job en el dolor,
O Juan que al pecho reposa;
Sea la viña fructuosa
O estéril, si cumple así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración,
Si no, dadme sequedad,
Si abundancia y devoción,
Y si no, esterilidad.
Soberana Majestad,
Sólo hallo paz aquí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?

4. La oración: camino de transformación
La Oración es transformante: si no cambia nuestra forma de ser, nuestro modo de vivir, nuestros valores, no está siendo provechosa, pues ORAR ES CAMBIAR DE VIDA.

El camino de Oración va siendo trazado por una secuencia de acciones que Dios va realizando en la persona que Lo busca sinceramente. La total entrega a Dios, la total identificación de la persona con Dios, no puede ser fruto sólo de nuestro esfuerzo personal, pues excede nuestra capacidad. Es fruto de la acción de Dios en el alma que se deja guiar por El, por el camino estrecho de la purificación interior, que lleva a la transformación de la persona en el modelo que es Cristo.

Sin embargo, Teresa de Jesús nos dice que es esencial la práctica de la virtud, pues es imposible ser contemplativo sin tener virtudes y que "es menester no sólo orar, porque si no procuráis virtudes, os quedaréis enanas".
Aunque Dios ha infundido en nosotros las virtudes en el Bautismo, sin mérito nuestro, no las hace crecer sin nuestra colaboración, siempre con la ayuda de Su Gracia.
Al practicar las virtudes, facilitamos la acción de Dios en nosotros y el alma se hace más apta para sentir y seguir las mociones del Espíritu Santo.

Tan importante es para Santa Teresa el crecimiento de las virtudes, que ha llegado a decir:"Yo no desearía otra oración, sino la que me hiciese crecer las virtudes". Y también: "Si (la oración) es con grandes tentaciones y sequedades y tribulaciones, y esto me dejase más humilde, esto tendría por buena oración".
La mejor oración, entonces, será la que más cambie nuestra vida, la que más nos lleva a imitar a Cristo, la que más no haga crecer en los "frutos del Espíritu", que refiere San Pablo en su carta a los Gálatas (5, 22).

5. La oración: camino de paz
Una persona totalmente entregada a la Voluntad de Dios, no puede sino vivir en paz, que es uno de los frutos del Espíritu.
No importa cuál sea la situación, propia o de nuestros hijos o familiares, si estamos entregados a Dios, si estamos en Sus Manos, estaremos en paz.
La paz no se prueba estando fuera de la tormenta. La paz es, ante todo, estar en serenidad en medio de la tormenta. Y la experiencia propia y/o de otros nos muestra que vendrán ratos de tormenta. Pero si tenemos confianza en el "Amigo que nunca falla", si nuestra voluntad es una con la Suya, ¿qué podemos temer?
"Señor: Tu nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas Tú" (Is.26, 12). San Pablo corrobora esto en su"Todo lo puedo en Aquél que me conforta" (Fil.4, 13). Y Santa Teresa sintetiza la Oración como Camino de Paz en su breve poema:
"Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta".

6. La oración: camino de servicio al prójimo
Las gracias místicas, aún las más elevadas, no son un regalo de Dios sólo para que el alma las disfrute, sino que son para fortalecerla, hacerla generosa y animarla a servir a los demás.
Para ayudar en el servicio al prójimo, en algún momento en la vida de oración, pueden comenzar a surgir en algunos orantes -como un auxilio especialísimo del Señor- los CARISMAS O DONES CARISMATICOS, llamados por los Místicos Gracias Extraordinarias, que son dados para utilidad de la comunidad, pues su manifestación está dirigida hacia la edificación de la fe y como auxilio a la evangelización y como un servicio a los demás, tal como lo indica San Pablo:

En cada uno el Espíritu revela su presencia con un don que es también un servicio. A uno se le da hablar con sabiduría,por obra del Espíritu. Otro comunica enseñanzas conformes con el mismo Espíritu. Otro recibe el don de la fe, en que actúa el Espíritu. Otro recibe el don de hacer curaciones, y es el mismo Espíritu. Otro hace milagros; otro es profeta; otro conoce lo que viene del bueno o del mal espíritu; otro habla en lenguas, y otro todavía interpreta lo que se dijo en lenguas. Y todo esto es obra del mismo y único Espíritu, el cual reparte a cada uno según quiere” (1ª Cor. 12, 7).

Los Carismas son, pues, dones espirituales, gratuitamente derramados, que no dependen del mérito ni de la santidad personal, ni tampoco son necesarios para llegar a la santidad. Sin embargo, el ejercicio abnegado de ellos de hecho produce progreso en la vida espiritual por ser actos de servicio al prójimo.
En cuanto a los Carismas o Gracias Extraordinarias, hay que tener muy presente otro consejo de San Pablo:

“No apaguen el Espíritu, no desprecien lo que dicen los profetas. Examínenlo todo y quédense con lo bueno” (1a. Tes. 5, 19-21).
Y es así que mientras más se adelanta en la Oración, más debe acudirse a las necesidades del prójimo. La Oración que adormece, que ensimisma, no es genuina, pues la verdadera oración genera servicio a los hermanos. Para saber qué clase de oración se tiene, debemos medir cómo es nuestro compromiso con los demás, antes que apreciar cómo pasamos los ratos de oración.
La vida de oración debe ser un balance entre María y Marta, las hermanas de Lázaro (cfr. Lc. 10, 38-41), entre la vida contemplativa y la activa. A las almas de oración sin obras reprende la Santa, sin dejar a un lado su humor característico: "Cuando yo veo almas muy diligentes en entender la oración que tienen y muy encapotadas cuando están en ella, ... porque no se les vaya un poquito el gusto y devoción que han tenido, háceme ver cuán poco entienden del camino por donde se alcanza la unión, y piensan que allí está todo el negocio. Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor, y si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio ... te compadezcas de ella ... no tanto por ella, como porque sabes que Tu Señor quiere aquello".

Pero nuestra acción apostólica debe estar enraizada en Cristo, pues el apostolado no es labor humana, sino divina, a la cual prestamos nuestra colaboración, sólo como humildes instrumentos. Por ello el orante/apóstol debe sentir con Dios, debe poner su corazón en contacto con el de Dios, para que una vez lleno con el Amor de Dios por los hombres, se derrame en sus hermanos. Así, será el Amor de Dios y no el propio, imperfecto, el que continúe ayudando, sirviendo, actuando en el mundo. De allí que nuestro compromiso con los demás deba ser pasado por la oración, que si es genuina, es sitio desde donde se ven verdades, para evitar estar revelándonos a nosotros mismos, en vez de revelar a Aquél que es Todo Amor.

La Oración, así entendida, es presencia en los hombres y en la historia, desde Dios.

ORACION DE ENTREGA
Te entrego mi corazón para que lo purifiques de cualquier sentimiento que no sea Tu Amor por mí y en mí.
Te entrego mi alma, Señor:
Te entrego mi libertad para que puedas hacer conmigo lo que quieras, para que puedas hacer en mí la Voluntad del Padre.
Te entrego mi memoria para recordar todo aquello y sólo aquello que Tú deseas que recuerde.
Te entrego mi entendimiento para poder ver las cosas como Tú las ves.
Te entrego mi voluntad para que sea una con la Tuya.
Quiero lo que quieres, quiero porque quieres, quiero como lo quieres, quiero hasta que quieras.

ORACION DE SILENCIO
Que mi cuerpo, mis sentidos, mi mente ... sean dóciles a mi voluntad que quiere recogerse en Ti, Señor .

EJERCITO MARIANO
SAN MIGUEL ARCANGEL
Cruzada permanente de Oración


  • Para combatir errores y herejías que se difunden por doquier a través del “New Age”
  • Para orar por los que pierden la Fe a causa de estas falsas doctrinas.

Oración de Consagración
Yo me consagro, Madre mía, como SOLDADO FIEL del EJERCITO de tu INMACULADO CORAZON, en unión de los Angeles y Santos, y de todos los demás soldados, escogidos y preparados por tí, para obedecerte, amarte y servirte en la Batalla que tú libras contra las fuerzas del Mal, para mayor gloria de Dios. Amén.

Nuestra Señora del Inmaculado Corazón:
Ruega por nosotros,
tu Ejército Mariano San Miguel Arcángel.

Oración a San Miguel Arcángel
Arcángel San Miguel:
Defiéndenos en el combate,
sé nuestro amparo contra
la maldad y asechanzas
del demonio.
"Reprímale Dios",
pedimos suplicantes.
Y tú, Príncipe de la Milicia
Celestial, arroja al infierno,
con el divino poder, a satanás
y demás espíritus malignos,
que vagan por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén


CRUZADA PERMANENTE DE ORACION
AL INMACULADO CORAZON DE MARIA

Acto de Consagración
Santísima Virgen María, Madre amadísima, Conductora de nuestro Ejército:
A tu Corazón Inmaculado consagramos esta Cruzada Permanente de Oración, para enfrentar la acometida de las fuerzas del mal, que pretenden arrastrar a las almas a su perdición eterna y socavar el fundamento mismo de la Iglesia fundada por tu Hijo, Jesucristo.
Tú conoces, Madre, los tiempos que vivimos, en los que el error y la herejía contra la Doctrina y el Evangelio que nos dejó tu Divino Hijo se propagan por doquier, arrastrando a muchos de tus hijos, quienes, deslumbrados por el falso resplandor de estos errores, pueden perder irremisiblemente la fe.
Nos entregamos a tu amorosa protección y auxilio maternal. Haznos constantes en la oración, fuertes en la batalla y perseverantes en las pruebas, en la defensa de la única Verdad que nos dejó tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, a Quien amamos y adoramos, y ante Quien queremos reparar por las ofensas que recibe, a causa de estos errores.

Acto de Reparación y Desagravio
Divino Redentor y Salvador nuestro, Jesucristo:
Queremos desagraviarte, implorando tu perdón por todos los que te niegan y te blasfeman, así como tu Misericordia infinita para todos los que rechazan el tesoro incalculable de tus gracias, al dejarse arrastrar por esta creciente ola de errores que avanza sobre la humanidad en esta hora difícil de su historia. Imploramos la luz de tu Santo Espíritu para que todos en tu Iglesia podamos darnos cuenta de estos errores y herejías, y te pedimos la fortaleza para poder combatirlos con firmeza y valor.
Por pretender sustituirte a Tí, nuestro Dios Unico y Verdadero, Dios que eres Persona, que eres todo Amor, por mera energía, principio o fuerza impersonal ...
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir tu Unica y Verdadera Divinidad, por falsos dioses y divinidades... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituirte a Tí, Jesucristo, Nuestro Dios y Señor, Camino, Verdad y Vida, por falsos maestros y gurúes ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir tu Nombre, que está por sobre todo nombre: Jesucristo; por un supuesto «principio crístico» ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir la fe en la Resurrección y en la Vida Eterna, que has prometido a los que te aman, por el mito de la re-encarnación ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir tu Redención, por una supuesta auto-redención, a través de la creencia pagana de la re-encarnación ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir la Fe en Tí, por el racionalismo... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir a la Santísima Virgen María, tu Madre y Madre nuestra, por un supuesto «principio femenino» y por querer despojarla de su Maternidad Divina... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir a tus Santos Angeles por espíritus malignos engañosos y complacientes ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender renovar la tentación original haciendo creer a los seres humanos que podemos “ser como Dios” y que podemos lograr cualquier cosa con tal de que nos la propongamos ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir la oración y meditación cristianas por formas paganas de invocación ...
Por pretender sustituir el carisma profético por nuevas formas de espiritismo, ahora llamado «canalización» ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir el carisma de sanación por la «canalización» de la llamada «Energía Universal» ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir tu Divina Providencia por la Astrología, Adivinación, Hechicería, Brujería, Santería, Poder Mental, Metafísica, Espiritismo y Satanismo ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir nuestra confianza en Tí por amuletos, pirámides, metales, piedras y cristales ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por la profanación de tus Templos, el Santísimo Sacramento del Altar, tus sagradas imágenes y las de tu Madre y tus Santos ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por la idolatría escondida en el culto fingido a las imágenes de tu Madre y de tus Santos en la Santería ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender ocultar la acción maligna del Demonio y de las huestes del mal bajo apariencia de bien ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender sustituir el advenimiento de tu Reino por la llegada de la llamada «Era de Acuario» ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender desvirtuar la verdad contenida en las Sagradas Escrituras ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender atraer adeptos a movimientos paganos, utilizando un lenguaje engañoso que aparenta ser cristiano ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por la promoción de prácticas y creencias contra la Fe, difundidas a través de los medios de comunicación social y en libros, revistas, folletos y medios audio-visuales ... 
¡Perdón Señor, perdón!
Por pretender destruir tu Iglesia al difundir estos errores y herejías ... 
¡Perdón Señor, perdón!

ORACION FINAL
Acepta, Señor, las súplicas que te dirigimos, con las que hemos querido reparar en parte, por todos esos intentos de profanar tu Nombre y tu Divinidad, tu Verdad y tu doctrina.
Te afirmamos como nuestro Unico y Verdadero Dios, Creador y Padre, Redentor y Salvador, Señor y Dador de Vida, Dios Uno y Trino:
Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo: Santísima y Divina Trinidad.


¡GLORIA AL PADRE, GLORIA AL HIJO, GLORIA AL ESPIRITU SANTO! AMEN.
Habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas, llegando hasta negar al Señor que los redimió... Muchos los escucharán y por causa de ellos será blasfemado el Camino de la Verdad”.
( 2a Pe 2, 1-3)
“Nuestra lucha no es contra fuerzas humanas ... nos enfrentamos con los espíritus y las fuerzas sobrenaturales del Mal. Por eso, tomemos las armas de Dios para poder resistir las maniobras del Diablo".
(Ef. 6, 10-13)
SOLO CON LA ORACION
Y EL AYUNO PUEDE COMBATIRSE
EL MAL.
con aprobación eclesiástica
P. Alfonso Alfonzo Vaz / Censor